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El pueblo de León vaciado por un pantano que cumple 20 años reencontrándose en verano
Más de medio centenar de antiguos vecinos, descendientes y amigos de Camposolillo celebran su fiesta-encuentro para mantener viva la memoria de la localidad
Sin duda es, para los oriundos, el día más esperado del verano. Porque Camposolillo, el pueblo vaciado en 1968 para la construcción del pantano del Porma que, aunque no anegó la localidad, obligó a su desalojo, sigue siendo un pueblo que celebra sus fiestas. Sin verbenas, sin pasacalles y sin fiestas populares, la deshabitada localidad se reencuentra cada año para recordar unidos y poner en valor la memoria de unas gentes que siguen sintiendo suyo su pueblo.
El 23 de agosto quedará marcado en el calendario de la Asociación Oriundos de Camposolillo como el día en el que se celebraba la vigésima fiesta-encuentro en honor Nuestra Señora del Campo. Un evento que se instauró en 2004 y solo se interrumpió en 2020 por la pandemia y que nace de una premisa clara: unir a todos los amantes del pueblo en una jornada para celebrar su particular fiesta.
Todos tienen cabida: desde los vecinos que todavía recuerdan jugar por sus calles hasta los hijos de estos y los nietos que ya pronuncian Camposolillo como un sueño. Como cada año, la jornada contó con la tradicional eucaristía oficiada por el párroco de Lillo don Patricio, seguido de una visita al cementerio.
Aunque todos los años son especiales, este 2025 la fiesta adquiere un nuevo significado. Este mismo verano se anunciaba que un joven ganadero de 25 años, Daniel González Noriega, se empadronaba en el pueblo y adquiría las antiguas instalaciones de Valles del Esla para desarrollar su actividad, siendo para los oriundos un símbolo de «resistencia frente a la despoblación».
Entre recuerdos, anécdotas, revisita a lugares conocidos y un paseo por la historia y la memoria, los vecinos de Camposolillo cierran un evento que un año más se convierte en un éxito para mantener vivo el legado de todo un pueblo.