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Calles del barrio de La Lastra. Sandra Santos
Una vuelta al barrio

La Lastra, el barrio joven «con mucha vida» al que le faltan «muchas dotaciones»

Una de las zonas con mayor crecimiento de la ciudad se sigue desarrollando entre parcelas sin desbrozar, maleza con sorpresas y un parque en marcha

Domingo, 3 de agosto 2025, 09:19

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La mirada se pierde entre grúas y esqueletos de edificios que se levantan, ahora sí, a velocidad de vértigo. Lejos queda la imagen de un barrio abandonado a sus suerte, casi sin vida, donde la sucesión de viales tendidos y vacíos era la habitual.

La Lastra ya ha resurgido y está quedando consagrada como una de las zonas más activas de la ciudad. Así nos lo confirman desde su asociación de vecinos, una de las más reivindicativas del municipio, quienes piden que el desarrollo urbano siga el ritmo del inmobiliario.

Alberto García y Diego Liébana recuerdan como antes «había algunas parcelas edificadas de forma salpicada» y ahora están activas 17 promociones en un barrio «muy joven» con muchas familias y críos. «Es un barrio con mucha vida al que le faltan muchas dotaciones», lamentan.

En esas deficiencias están los parques infantiles sin apenas mobiliario o la falta de bancos. Bueno, 'haberlos, haylos', como diría un gallego, pero con poca utilidad. Son unos cilindros de cemento o unas culebras que «desconocemos la inversión, pero no funcionan». Y siguiendo con las carencias para los vecinos de más corta estatura, el ejemplo que ponen es el de la pista multideporte, la del parque de la Participación Ciudadana, porque la del CHF «desapareció», donde se juega en 6x8 metros cuadrados y «o haces baloncesto o haces fútbol» porque tanta gente no cabe.

Un recorrido por La Lastra

Otro de los problemas que presentan es las malas hierbas que crecen en algunos solares abandonados. Con la llegada del buen tiempo, aparecen las plagas de garrapatas y «muchas mascotas, y sus dueños, suben con ellas para casa». De hecho ha habido hasta culebras, como ya denunciaron públicamente, y en la parcela de la Grúa Municipal, detrás de las dos torres de la calle Aluches, «hay un criadero de conejos».

En materia de seguridad, el barrio no presenta demasiados problemas más allá de la proliferación de vandalismo grafitero. Eso sí, en el entorno del Coto Escolar, con escasa iluminación, ya han llamado a la Policía Nacional y a la Local porque «hay cosas sospechosas de coches», al igual que en el tramo final de Gil de Villasinta. «Algún año hubo problemas de robos en viviendas en las fiestas de San Juan y San Pedro, pero este año no», matizan.

Si nos salimos de la zona moderna y nos adentramos en la más antigua, que vertebran las calles Campos Góticos y Paseo del Parque, encontramos un barrio completamente diferente. Casas con casi un siglo de historia, negocios de toda la vida y una población más envejecida se concentran en este tramo.

Como ejemplo del cambio de paradigma está una trapa tras la que se esconde la Bodega Peláez. Con 80 años de historia, este rincón familiar suma la tercera generación de venta a granel de vino, con viñas que cercen al sur de León. «Ahora, más que bodega es almacén. Desde aquí distribuimos a bares y restaurantes», explica Susana de la Riva. Este es un almacén, como tantos otros que había en todos los barrios de la ciudad, que se conocían popularmente como bodeguillas, donde acudías con tu envase, con su funda de mimbre o de plástico, y te llenaban el depósito para una temporada.

Así es como el barrio clásico, el de los cuentos tradicionales que también se despliegan por aquí, dio paso al barrio cíber, el de los nuevos muñecos de animación que completan el curioso mural que da la espalda al Incibe, el emblema de La Lastra que crece a un ritmo sideral.

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