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Imágenes del barrio Húmedo. Sandra Santos
Una vuelta al barrio

El Húmedo, el barrio del «descontrol» que convive con la tradición

Los vecinos reconocen «el potencial» del León más típico y reclaman poner coto «al botellón de la plaza» mientras los negocios clásicos se resisten a cerrar

Domingo, 20 de julio 2025

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Casi todo el mundo lo conoce, incluso fuera de los límites de la provincia, pero pocos se atreven a vivir en él.

Es un lugar de paso, de diversión y de tapeo para muchos, pero también son las calles de un barrio de toda la vida en el que no pocos aún resisten viviendo en sus vetustas casas.

Convivir. Ese es el mensaje más repetido entre trabajadores y vecinos del barrio Húmedo. La asociación León Típico ha erigido la bandera contra el turismo «de borrachera» que ha convertido en «intransitable» esta zona del casco histórico de León. Así nos lo explican Julio Blanco y Adelino Gago, que se encargan de guiarnos.

Plaza de San Martín, en el Húmedo.

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Plaza de San Martín, en el Húmedo.

A esa reivindicación se suma el principal sector económico del barrio. La hostelería, o al menos parte de ellos, confían en un modelo «un poco diferente» al que se vive hoy en el Húmedo. Mariajo lleva 26 años dedicada a los bares y desde hace siete ocupa el edificio «más emblemático» para el sector, donde se ubicó el primer estrella Michelín de la ciudad -el Vivaldi de Carlos Cidón-. «Vinimos con otro modelo, pero es imposible trabajarlo aquí. Aquí se lleva el negocio del tapeo, la juerga, la fiesta y el descontrol total».

Recorremos el barrio Húmedo

En La Somoza Tradición no se aceptan despedidas, así lo remarca un cartel en la puerta. «No me gustan ni las voces ni los gritos», anuncia su propietaria. Su oferta es de cocina de toda la vida con un toque de tradición, pero se han encontrado un barrio «que entre semana está muerto y los fines de semana viene un turista que pide la tapa antes que la consumición». Una situación que ya le ha generado algún problema, y varias reseñas negativas, por reprender a personas «con vasos de otros establecimientos que se sientan en mi mesa».

La hostelera Mariajo.

Todo ello en un barrio que, reconoce, tiene «mucho potencial» que, sin embargo, «estamos tirando por tierra». Empezando por el nombre: «No se llama Húmedo porque se venga a beber. Nos estamos quedando con un turismo que no es de calidad». Por ello reclama conciliación entre empresarios y vecinos.

También denuncian esta situación en el nuevo Jabugo que regentan Cristina y Edu. El matrimonio, que ya tenía otro bar en la plaza San Martín, ha querido seguir «la tradición» de este local que sus anteriores propietarias cerraron en otoño. «A diario es diferente, pero el sábado es demasiado con las despedidas de soltero. En líneas generales el turismo es bueno, al igual que la clientela que tenemos de siempre».

Edu y Cristina en su local.

Vender León, su gastronomía y sus vinos es su objetivo. Todo ello en la guerra de trincheras de la hostelería en busca de un personal que escasea: «Esto es muy sacrificado, sobre todo a la hora de escoger personal que hay muy poca». Ellos tienen claro que el primer paso está en respetarse entre los propios negocios y «no molestar a nadie», tampoco a los vecinos, por lo que cierran a su hora y reconocen lo «complicado» de convivir con tanta masificación. Ellos sufren esta situación los fines de semana con el «botellón» improvisado que vive San Martín y que les llega a ocupar sus mesas. «¿Quién se nos va a sentar a cenar ahí? Es imposible. Es incomprensible que en centro turístico de León se haga botellón en la calle en un sitio rodeado de bares».

Pero no solo de bares vive el barrio Húmedo. Otros muchos negocios sobreviven a los nuevos tiempos y tendencias. Uno de ellos es el de José Ramón, con su librería de viajes Iguazú que él mismo reconoce como una tienda «extraña» en esta zona. «No somos una agencia, aquí la gente viene a por consejos, guías, cartografías o mapas. Somos un referente no solo a nivel de León».

Librería de viajes del Húmedo.

Si situación le permite tener una perspectiva diferente de la zona. Abre en horarios poco habituales para el ocio y sufre «el descontrol» de los vehículos de reparto y mercancía «que no tienen leyes» en estas calles. Él lleva en esta tienda desde 1999, «desde el siglo pasado», bromea, y por aquí no pasa ese turismo de borrachera, sino el que busca una escapada por la provincia.

Y de provincia y mundo rural saben mucho en otro de esos negocios que parece anclado en el tiempo. La Casa de los Labradores está a punto de cumplir el siglo de vida y es «uno de los clásicos» de la ciudad. Aquí podemos encontrar aperos de labranza, pero se han ido modernizando y adaptando a la ciudad. Entre sus artículos más vendidos están las botas de vino, la cuchillería, los cencerros o los carajillos, el instrumento, que todavía sigue siendo un regalo socorrido.

La Casa de los Labradores.

Están junto a la plaza Mayor, ahora en obras, y esperan que pronto regrese el mercado tradicional a su ubicación. «La falta de ese ambiente nos perjudica. A ver si la nueva plaza funciona y el mercado resurge y revitaliza un poco este enclave precioso», nos cuenta Avelino Fernández, que luce aún con orgullo las licencias de apertura y traslado desde la Mayor a Santa Cruz de este negocio del que nos despedimos sobre madreñas, otro de los particulares objetos que tienen en esta tienda.

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