Los Juncales, un barrio a medio hacer y «sin salida», pero con vecinos singulares
Este sector ubicado en la pedanía de Armunia viven «entre la tranquilidad y el peligro» de las carreras ilegales mientras reclaman algún servicio o la llegada de un bar en formato portátil
El boom inmobiliario que acabó con la crisis del ladrillo levantó las primeras -y únicas- torres que hoy dan vida a un sector de Armunia que se quería mirar al espejo con otros proyectos como La Lastra. Fue en 2005 cuando las constructoras tomaron Los Juncales, un cuadrante flanqueado por las vías del tren que se quedó «parado» y sin ningún tipo de servicios.
Literalmente es el final de León, el límite municipal y físico de la ciudad. A esta zona la envuelve San Andrés del Rabanedo y la pedanía y el apoyo institucional parece no llegar hasta este lugar. «No hay impulso en esta zona, no tenemos accesos, todos son prados que se podrían construir y darían más esplendor; pero nada», lamenta Raúl Mansilla, de la asociación de vecinos creada para tratar de revitalizar Los Juncales.
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Actualmente hay dos bloques de los seis que estaban proyectados y cuyos esqueletos permanecen vallados desde hace lustros. Un total de 280 viviendas donde residen cerca de un millar de personas que se topan cada día con la nada más absoluta cuando salen de sus casas. Alrededor, el campo; y una salida, hacia Francisco Fernández Díez, a pesar de contar a escasos metros con la calle Príncipe y ver en la lejanía la concurrida carretera de Alfageme. «Necesitamos que nos hagan algo, aunque sea peatonal. Si un día pasa algo, nos quedamos sin salida». Y esa falta de salida provoca que haya gente «que lo hace mal» y se ponga en riesgo para atravesar las vías del tren «con el carrito de la compra», hacia el nuevo Mercadona.
También han propuesto, en una parcela de equipamientos del Ayuntamiento de León, que se ponga «algo prefabricado, al estilo La Candamia» donde un bar o centro social dé vida a los vecinos. «No tenemos ni para tomar el café. El profesorado de los colegios -el Gumersindo y el Bellido están al lado- se tiene que ir a Michaisa», insisten. En la zona educativa también se topan con el problema del cruce con Fraga Iribarne donde se han registrado varios atropellos.
Lo que sí genera esa falta de servicios es que Los Juncales sea, casi siempre, un lugar tranquilo para vivir. El exceso de tranquilidad acaba atrayendo malas artes y en zonas más alejadas se ve «gente complicada» que, presuntamente, trafica con drogas y las noches registran carreras ilegales en unas calles que dirigen hacia ninguna parte.
Un paseo por la zona
Sin embargo, en este sector cuentan con unos vecinos muy singulares y que ningún otro barrio tiene en León. Abraham Morán tiene una finca aledaña donde pasta una yeguada y un caballo -de nombre Yapelú- y donde los animales pasan el invierno. «Tenemos buena relación con los vecinos. Están pendientes de ellos cuando yo no estoy y si pasa algo me avisan».
Tiene 28 ejemplares en este terreno en el que lleva cuatro años -antes era zona de vacuno-. Y aprovecha los terrenos sin usar del barrio para alquilarlos y llevar a pastar a los equinos.
Para salir del barrio solo podemos usar la misma vía por la que hemos accedido. Atrás dejamos un entramado de calles sin salida, un parque con varios niños y varias parcelas sin uso donde se reclama vida para Los Juncales.