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Las vistas de estos días desde la casa rural El Casar del Puente en Boca de Huérgano. Cedida Olga González
El turismo rural tras los incendios

«¿Qué naturaleza vamos a vender ahora si se ha quemado todo?»

Varios propietarios de negocios de turismo rural analizan un presente que los mantiene «desolados» y pronostican un futuro más que incierto

Domingo, 24 de agosto 2025, 09:13

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Están en el entorno de Las Médulas, de los Picos de Europa o de Omaña. Su principal patrimonio es la naturaleza, los paisajes y un modo de vida pegado a la tierra. Ahora, como miles y miles de hectáreas en todo León, esa tierra está cubierta de ceniza y muchas personas que dependen de ella y del turismo que atraía atisban un futuro tan ennegrecido como el suelo que pisan y ven sus ojos.

Bares, restaurantes, empresas de transporte, de experiencias deportivas o de aventura, guías, casas rurales, hoteles... La lista de establecimientos y trabajadores afectados por la herida abierta por el fuego es muy larga. Una estocada más para esa 'España vaciada' que tiene en los incendios una consecuencia y también un causante.

Andrés Torrente y Charo son los propietarios de dos casas rurales -La Trallera y Aurora-, una en Colinas del Campo de Martín Moro Toledano y otra San Estebán del Toral, junto al incendio de Fasgar y el que se declaró el 19 de agosto junto a la primera localidad en la que tienen su negocio y que fue evacuada al día siguiente cuando surgió un nuevo frente cercano que, dada su cercanía, ya provocó que los ocupantes que tenían en ese momento «se fueran» aunque comenta que «de momento, no hay cancelaciones a futuro», dice Andrés.

El incendio de Colinas del Campo de Martín Toro Toledano visto desde Igüeña. César Hornija

«Esta tierra es nuestra vida, nuestro amor»

«Esto va en contra del turismo y en contra de toda actividad», recalca Andrés Torrente visiblemente emocionado al hablar de que «Campo de Colinas es nuestra vida, nuestro amor. Estamos desolados», afirma tras comentar como han trabajado durante los últimos días en crear un «área de seguridad para salvar el pueblo que, aunque se salve, está rodeado de un entorno destrozado. Los dos pueblos del Bierzo más característicos están destrozados. Si lo hacen a posta no les sale igual», lamenta.

A casi doscientos kilómetros están las casas rurales de Olga González, El Casar del Puente en Boca de Huérgano y El Casar del Espejo en Los Espejos de la Reina: «Ambas han quedado a 200 metros de distancia del perímetro del incendio de Barniedo de la Reina, y entre ellas y lo que se ha quemado hay otros tres edificios».

Vecinos observan las llamas y el humo en Boca de Huérgano. Peio García

Olga relata como «este año había llovido mucho y hay mucho pasto» y que en la medianoche del miércoles 13 se inició el fuego por culpa de un tormenta seca que llegó desde Palencia, motivo que pudo producir el incendio: «Estuvieron los bomberos de Aragón el domingo 17 asegurando la zona para que no llegara al pueblo con la ayuda del pedáneo que les cuenta por dónde llegar a los sitios»

«¿Qué turismo de naturaleza vamos a vender ahora?»

«Esto nos puede afectar muchísimo», asegura Olga González: «Nosotros hacemos ecoturismo sostenible, vendemos turismo de naturaleza. Programamos avistamiento de nutrias y estábamos trabajando para hacerlo con aves, pero ahora... ¿Qué turismo de naturaleza vamos a vender? Se ha quemado todo. El oso, el lobo, ¿dónde van a estar ahora? O las mariposas, aves como los treparriscos… Esto va a tardar mucho en regenerarse, yo no lo voy a ver con vida, sólo los más pequeños lo volverán a ver cómo estaba».

No muy lejos, en Oseja de Sajambre, Guillermo Rojo comenta que tiene dos casas rurales y «que allí no se ha quemado ni una cuarta parte de lo que se ha quemado en Boca de Huérgano». A pesar de no verse afectado de forma directa en este sentido comenta como al «subir por los valles es todo una pena: animales muertos, sin pasto para el ganado, nada de caza… No hay monte», lo que es malo para la economía en general y para el turismo en particular. Además tiene unos taxis que «en verano usan muchos turistas para subir a la montaña, y estos días me han cancelado todos los servicios».

Un tractor de Guillermo Rojo surte de agua a una autobomba para evitar que pierda tiempo en el trayecto. Cedida por G. Rojo

«Los bomberos no han visto cosa igual»

Guillermo, propietario de Sajambre Rural, ha estado colaborando con los medios de extinción llevando agua con las cubas de sus tractores para que las autobombas no tuvieran que perder tiempo en desplazamientos, y cree que habrá otras empresas que «se podrán beneficiar en parte porque hay mucho trabajo qué hacer: puentes, carreteras, pasarelas, refugios…, está todo destrozado», al tiempo que asegura que «los bomberos no han visto cosa igual».

El viaje por algunos de los enclaves turísticos más reconocibles de la provincia vuelve al Bierzo y a Las Médulas. Un icono que Fina Gómez, del complejo rural Agoga conoce bien: «Vengo de dar una vuelta por el pueblo y estoy descorazonada. No ha quedado nada, el centro está todo quemado».

«Nos vendieron un futuro digno y se ha quemado»

Con mucha emoción y una voz algo temblorosa admite que «sufrimos cancelaciones continuas» aunque, más que lamentarse por su negocio, lo hace por todo lo que lo rodea: «Esto es patrimonio abandonado. Nos vendieron una bola de futuro digno pero esa bola se ha quemado y no queda nada».

«Las Médulas movían a cantidad de gente, no sólo aquí, en toda la provincia y ahora es un patrimonio sólo y está sangrando», comenta Fina, muy enfadada con las declaraciones que escucha desde la Junta: «Sólo se les ocurre decir que si Notre Dame se reconstruyó en año y medio aquí se puede hacer lo mismo. ¡Un castaño centenario no brota en año y medio, y han ardido! La zona arqueológica ha perdido y se va a erosionar aún más». Esta hostelera y vecina de la comarca espera que las lluvias intensas y el turismo masivo tarde en llegar por «podría haber desprendimientos porque casi no hay cobertura vegetal».

Comenta emocionada que sus alojamientos no han sufrido daño porque su marido se saltó las órdenes de desalojo para salvar a sus perros y hacer algo por su vivienda «que está encima del restaurando, porque si no todo hubiera ardido».

«Parece que han venido a jorobarnos a acribillarlos por el noroeste. Esto no se recupera en, como mínimo, quince años. Tenemos mucha indignación», concluye Fina Gómez.

Mensaje muy similar al que ofrece Rosi Fernández, en el bar del pueblo de Fasgar: «No es lo material, es que son nuestras raíces, en lo que trabajaron nuestros padres y abuelos. El abedular se ha quemado entero. Aquí vivimos de arrendar los pastos y la caza, y ya no queda nada. Y del turismo tampoco. El ´Camino -de Santiago- olvidado' era un gran atractivo turístico, otro era el paisaje, subir al monte… ¿Qué vamos a vender ahora?»

«Ha venido gente a hacer turismo de incendios, molestando a los bomberos»

Rosi, que se ha convertido en una institución en su pequeño pueblo y en toda la comarca, comenta que además de cerrar el bar por respeto a lo que estaba pasando no quería facilitar «el turismo de incendio» de muchas personas que «venían a ver las llamas y el humo, y hasta impedian el paso de los equipos de extinción».

«No se puede pagar más por apagar que por prevenir», denuncia Rosi: «No puede ser que sólo haya operativo cuatro meses del año. ¿Para qué tanto camión si luego no entra por el pueblo? El monte es ahora una selva. O se cambian las leyes o seguiremos ardiendo, nos quemaremos todos».

Al igual que el resto de los entrevistados asegura que la ganadería y el turismo «están devastados por una mala gestión. Tener a brigadistas 18 horas trabajando, comiendo gracias a voluntarios de los pueblos que les acercaban algo…, está todo muy mal gestionado. Que se olviden de colores y partidos, que se sienten todos en una mesa con la gente de los pueblos que son los que saben y hagan leyes adecuadas para cada lugar», reclama Rosi.

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