El Mercado, el barrio que es «un pueblo dentro de la ciudad» de León
La tranquilidad se respira en un entorno donde muchas casas se han quedado vacías y donde los vecinos reclaman seguridad y servicios
Pasear por sus calles evoca a un León pasado. Sus emblemáticas plazas parecen ancladas en el tiempo. Y de ello presumen con orgullo unos vecinos con mucho arraigo. Hablar de Herreros, el Grano o Concepcionistas nos sitúa en esta zona de la ciudad, aunque no adivinaríamos en qué barrio estamos si hablamos de Lancia o República Argentina, que también forman parte de sus límites.
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La cita con la tradición nos lleva hasta la fuente de la plaza de Santa María del Grano. Aunque hemos quedado en el crucero en el que la leyenda dice que se apareció la patrona del barrio, el sol nos obliga a refugiarnos bajo los árboles. Allí nos esperan Miguel Ángel Gil y Ana Fernández, miembros de la Asociación de Vecinos del Mercado. «Creo que es la plaza más bonita de León y de España», confiesan de primeras.
Hasta 9.000 habitantes residen en el amplio perímetro de un barrio «que tiene mucho de extramuros» y que, como casi todas las zonas, ha sufrido un profundo cambio en los últimos años. «Cuando salíamos, de chavales, no había peligros ni inseguridad. Andábamos por la calle y nadie se metía contigo; esto era como un pueblecito». Todo era así hasta hace menos de dos décadas, afirman.
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A pesar de ello, en El Mercado «se vive bastante bien» y lo califican como «un pueblo dentro de la ciudad» en el que, como en las pequeñas localidades de la provincia, echan de menos los servicios: «No tenemos centro cívico y la gente mayor, mucha, no tiene actividades; tampoco hay nada para los niños». Incluso para hacer la compra tienen que salir del barrio y acudir a supermercados de El Ejido o Santa Ana porque solo queda una pequeña tienda.
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A pesar de la cercanía al bullicio del Húmedo, en esta zona «se respira paz, tranquilidad y sosiego» a partir de las 12 de la noche, salvo el día del entierro de Genarín en el que la suciedad tarda «un mes» en retirarse con el peligro que supone para niños y mascotas por los cristales rotos. Esa tranquilidad tiene su antítesis en la popular calle Herreros, con numerosas fincas cerradas o abandonadas y otros edificios demolidos y a la espera de proyectos. «El problema es económico. Alquilar un local en este barrio es excesivamente caro. Las casas son antiguas y hace falta que la gente acuda a cooperativas, no a promociones cerradas, para que esto coja impulso».
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Un recorrido por El Mercado
El recorrido por el barrio tiene que empezar, precisamente, por la calle Herreros. Como no. entre el gris de la ciudad asoma el oasis verde de José Luis, el florista del barrio. Lleva 13 años al frente de Floristería Leonesa, cerca de Puerta Moneda, poniendo «el punto verde al casco histórico, que no tiene demasiado» y por allí recibe a todo tipo de cliente: desde gente del barrio a vecinos del resto d la ciudad y de otras partes del mundo. «Por aquí pasan peregrinos, incluso me vino un señor de Países Bajos que era productor mundial de anturium en Holanda».
Y si en esta vía hay un bar de referencia ese es La Sacristía. Marcelino parece llevar toda la vida tras la barra del mostrador 'semanasantero' por votación popular. Los habituales no han puesto peros para seguir acudiendo al esquinazo frente a la iglesia del barrio, a pesar de la valla de quita y pon que corta el último tramo de la calle.
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'Marce' también confirma los cambios en el barrio. «Por suerte, a mejor», puntualiza. A pesar de que muchos solares están vacíos, la limpieza y la restauración de edificios es notoria. También su clientela ha cambiado y los jóvenes han ido creciendo y el botellón del Grano ha dado paso al terraceo. De ese ambiente, como gran pero pone Genarín, «una invasión a la ciudad» de la que respeta la procesión pero no la masificación «de gente de fuera que toma León».
Cambiamos de tercio y en el corazón del barrio, en la plaza Concepcionistas, nos encontramos con la modernidad y la tradición frente a frente.
Por un lado está la tienda de uñas de Jenifer, donde lleva cinco años ejerciendo de esteticista. «Tengo clientes de todo tipo; mucho peregrino que pasa por aquí, pero la mayoría es clientela de siempre y del barrio». En el momento que hablamos con ella estaba preparando una mano con tonos pastel y relleno de porcelana, un clásico, aunque hay gustos para todo. Confiesa que al principio le daba «miedo» abrir la tienda en el casco viejo, pero poco a poco se hizo con El Mercado. Y, a pesar de que pasa «más horas aquí que en casa» nunca ha tenido ningún problema de seguridad.
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Y solo tenemos que cruzar la plaza para entrar en el monasterio de las Concepcionistas. Al otro lado del mostrador y tras una reja, en clausura, se encuentra la madre abadesa sor Beatriz. «Nuestro trabajo es la oración, la contemplación y la celebración de la liturgia», afirma, recordando que la fundadora del convento fue santa Beatriz de Silva y su carisma de trabajar y orar con la referencia de la Inmaculada Concepción.
Sin embargo, los nuevos tiempos obligaron hace tres años a las hermanas a abrir las cocinas del convento para todos. Su sustento es hoy la repostería artesanal que venden a leoneses y turistas. «Les encantan porque son naturales, no tienen química ni conservantes». El obrador, cuando hay apuro, se abre a las 10 de la mañana, y en fiestas toca «velar y levantarse por la noche» para preparar la característica tarta del Reino de León -de avellana-, los almendrados o las 'Beas', en honor a la fundadora y con forma de estrella. Nosotros también pecamos y probamos estos dulces con los que nos vamos de regreso a la redacción, hacia García I, siempre sin salirnos de las fronteras del barrio del Mercado.
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