Hasta 65 colonias y 750 gatos callejeros están censados en León capital
Argos ha atendido a más de 3.000 felinos desde 2016, en una situación en la que destaca que «para el Ayuntamiento no existen los gatos comunitarios»
Pardos, atigrados, negros, ahumados, blancos. El pelaje de los gatos casi es tan variado como el número que se contabiliza en la capital leonesa. La Asociación Protectora de Animales Argos León, creada en 2015, registra en torno a las «65 colonias, circunscritas a la capital», aunque intuye «que podrían existir más». Este número no es concreto, pero sí resulta muy cercano a la realidad en su volumen, pues cada colonia alcanza una cifra muy diferente de felinos y estos, dotados de un gran instinto de independencia, van y vienen constantemente. Hace un año, por estas fechas, el Ayuntamiento de León calculaba alrededor de 750 gatos callejeros.
Esa es la situación actual. Por eso la Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de León aprobó, en su última reunión, un convenio de colaboración con la Fundación General y de la Empresa (PGULEM), encargada de la gestión del Hospital Veterinario Universitario, con el fin de emprender «actuaciones conjuntas» en el control de las abundantes colonias felinas existentes en el municipio leonés. El convenio tendrá una vigencia de 4 años, y el consistorio aportará 30.000 euros anuales para ese fin específico. Fuentes consistoriales destacan que esas «actuaciones» se llevarán a cabo en el marco del Programa Municipal de Gestión de Colonias Felinas. Se cumple, así, lo estipulado por la ley en cuanto a la protección de los derechos y el bienestar de los animales. ¿Qué significa eso? Pues la obligada prestación de la atención clínica y sanitaria a los gatos comunitarios por parte de personal veterinario.
El acuerdo conlleva la ejecución de distintos programas de identificación, esterilización y vacunación de los animales, así como la adopción de medidas «de trazabilidad y registro», donde se incluyen el marcaje, el «microchipado» y el alta en la base de datos SIACYL, la aplicación de protocolos de bienestar animal, el control posoperatorio y el adecuado «retorno a la colonia de origen». Tales actuaciones se verificarán en el Hospital Veterinario Universitario, atendiendo siempre a «criterios técnicos, clínicos y éticos».
Asociación Argos: visión y discrepancias
La Asociación Argos aporta su visión del asunto, discrepante en algunos puntos con el Ayuntamiento de la ciudad. «Pueden contarse entre seis y 12 gatos callejeros o comunitarios por colonia. Depende en cada caso. El número no es exacto, sino aproximado», afirma Fina Alija, presidenta de la citada Asociación Argos. «En estos momentos, controlamos a más de 500 gatos y, desde el año 2016, más de 3.000 han sido esterilizados», añade. Para ella, entregada a esa labor cuidadora, «la gente abandona a los gatos porque no quiere responsabilidades. Es muy bonito tener un gato pequeño. Pero cuando cumple los seis meses y es macho empieza a marcar territorio, orinando todo. Y si es hembra, demanda muchísima atención y no para de maullar». El ciudadano «ve eso, y no los quiere. Los gatos, al igual que el resto de los animales, demandan atención y cuidados».
Alija comenta que «las gatas se quedan embarazadas porque no están castradas» y, así, resulta frecuente «ver a gatitos recién nacidos que están abandonados o en colonias». ¿Cuál es la situación de esos felinos? Al hallarse abandonados y ser tan pequeños, demandan mayor atención y cuidado. En concreto, el de una madre. De ahí que las cuidadoras de Argos se conviertan en algo similar a 'ángeles de la guarda', que velan por ellos. Por desdicha, la iniciativa a veces no termina con final feliz. Sucede que son muchas las crías desatendidas y hay un gran número al que atender, por lo que la situación se dificulta mucho.
El abandono de estos animales puede tener varias causas. Una de ellas reside en este hecho: las operaciones de castración, u otras de distintas características, son muy elevadas de precio, y los dueños no quieren realizarlas. «Es mínimo el número de gatos que nos encontramos con microchip, por no decir que nulo», explica Alija. «Los dueños son muy listos», prosigue, «y se lo quitan antes de abandonarlos». Se produce otra situación, aunque más grave: «solo disponen de microchip los que llamamos 'gatos paracaidistas. Son los únicos». ¿Paracaidistas? Sí, por esto: «son los que se caen de alguna ventana o balcón y se rompen la mandíbula o las patas. Tras llevarlos al veterinario, avisamos inmediatamente a sus dueños».
El cumplimiento de la ley y el 'Plan CER'
La Protectora de Animales reclama al consistorio leonés, asimismo, un «programa de gestión de colonias felinas que cumpla con la Ley 7/2023 de Bienestar Animal». Esto se debe a que, entre los años 2013 y 2014, el Ayuntamiento de León desarrolló un 'Plan CER' (captura, esterilización y retorno) con el que no ha cumplido, sostiene la asociación. Esta estima, a través de su portavoz, que «la esterilización solo ha llegado a 120 felinos de los más de 500 registrados». La Protectora incide en que «la atención sanitaria de los comunitarios es municipal». Por lo tanto, «depende exclusivamente del consistorio». Sin embargo, es Argos, que cuenta con un centenar de socios, la que se encarga, junto con personas particulares, de los cuidados de los michis.
La Asociación Protectora de Animales insiste en la obligación municipal, legalmente establecida, en este ámbito, pues se indica que «en ausencia de otra previsión en la legislación autonómica, y respetando el ámbito competencial establecido por la legislación vigente, corresponde a las entidades locales la gestión de gatos comunitarios, a cuyos efectos deberán desarrollar Programas de Gestión de Colonias Felinas». Es decir, la normativa establece la intervención de las citadas entidades, aunque no se desdeña la colaboración ciudadana para el cuidado de los gatos comunitarios.
Argos destaca que los gatos de las colonias o abandonados no solo sufren por otros felinos, y los conflictos que se generan entre los propios animales, sino cuando los vecinos o los dueños de perros azuzan a los canes para que los ataquen. «Hemos acudido a colonias a recoger a gatos que, al llegar al hospital, hay que dormir porque tienen la columna rota por el ataque de un perro, o por la diversión del propio ser humano», relata Fina Alija. Resulta «muy dura esa situación». Lo explica, conmovida, en estos términos: «Pasas meses cuidando al animal, evitando que enferme, protegiéndolo en la medida de lo posible, y luego tienes que tomar una decisión muy dura». Solamente «porque alguien se quiso divertir».
Enfermedades y cuidados
Los gatos, al igual que el resto de los animales, pueden sufrir enfermedades y también ser transmisores de ellas. Entre las más comunes (al menos, las que encuentran los cuidadores de Argos con mayor frecuencia) son la leucemia felina y la inmunodeficiencia. «Un minino puede contagiarse al estar en contacto con otro minino. Suele suceder cuando permanecen en las colonias», explican. El tratamiento es la vacunación y el cuidado de los felinos, para procurar que mejoren y se curen. Así, »cuando recogemos a un gato, lo primero es llevarlo al veterinario». Allí, en la clínica, le realizan «las pruebas procedentes, y si no está castrado, pagamos la operación, lo vacunamos, desparasitamos y testamos. Nos encargamos de todo el proceso». El precio de esa sucesión de cuidados y atenciones no es pequeño. Incluso llega a ser muy abultado en algunas ocasiones. Los recursos económicos de la Asociación Argos son limitados: «no puede encargarse de todo».
Nueva vida para los michis
Argos cuenta «con 33 gatos en acogida», explica la presidenta, Fina Alija. «Tenemos desde pequeños, de dos o tres años, a algunos con 16. Nos gustaría que se adoptaran más de los que se recogen, pero suele ser al revés». Algunos reciben una nueva oportunidad y una nueva vida. Algunos son convecinos.