Trescientos vecinos más vuelven a casa en León: «El fuego venía de todas partes»
Las llamas obligaron a desalojar este martes las localidades de Quintanilla de Flórez, Palacios de Jamuz, Herreros de Jamuz, Quintana y Congosto, donde han ardido varias viviendas deshabitadas
La carretera mantiene su paisaje en la zona sur de La Bañeza hasta que los árboles comienzan a verse ennegrecidos y la vegetación es inerte, sin vida. Lo que antes eran castaños, encinas, ahora no es nada. Entre las localidades de Palacios de Jamuz y Quintana y Congosto, un coche completamente calcinado quedó abandonado junto a la calzada mientras que unos metros más allá una furgoneta sí ha podido resistir las llamas. Sin ocupantes, todavía permanece con las puertas abiertas, muestra de la celeridad por escapar de un fuego que ha asolado buena parte del paisaje y que ha obligado a la evacuación de trescientos vecinos del entorno. Este viernes, los residentes de las localidades de Quintanilla de Flórez, Palacios de Jamuz, Herreros de Jamuz, y Quintana y Congosto han podido volver a casa después de haber abandonado sus hogares este martes a causa de la proximidad del incendio de Molezuelas.
Apenas diez kilómetros de carretera unen estas localidades, pero la cercanía no significa que a todas les haya afectado al fuego por igual. Las más perjudicadas son Palacios de Jamuz y Quintana y Congosto, donde la mayor parte de las zonas que rodean los municipios han ardido. Para los de fuera es la forma más fácil de definirlo, pero los vecinos lo expresan con los ojos de quien conoce la zona y ha vivido allí toda su vida. «No nos dejan limpiar el monte, tampoco el río, nada de nada. Ahora el campo es combustible. Dentro de lo malo no ha bajado hacia el pueblo, pero te sientes impotente. Es un desastre, el fuego vino de todas partes», lamenta Valentina Vidales, vecina de Palacios de Jamuz. Ella vive junto a una zona de castaños que se ha visto asolada por las llamas y al final de una calle en cuesta donde el fuego ha prendido varias viviendas abandonadas y donde el humo todavía asomaba este viernes entre los escombros. «El pueblo lo han salvado cuatro vecinos, si no es por ellos no existe, porque los servicios del operativo no daban a basto», resume Benito Gómez.
Este viernes, los vecinos que volvían a sus hogares se han encontrado con otro problema, la falta de suministro de agua en el pueblo. «Ahora mismo solo tenemos luz, pero esperamos arreglarlo pronto». Esta es una de las localidades donde los residentes también lucharon contra las llamas y uno de ellos es Sino Vidales, quien no se marchó del pueblo. «Lo vives con miedo e intentas ayudar en lo que puedes. Cada uno trataba de mantener a salvo sus pertenencias y nosotros salimos a unas granjas que son nuestras y pudimos salvarlas. Vino un equipo de le UME, que actuaron bien e hicieron todo lo posible, pero llega un momento donde el límite se acaba. Todavía no hemos asimilado lo que ha pasado, veremos luego a ver todo el daño que hay, porque en este pueblo no ha quedado nada sin quemar», asegura el vecino, que trabajó en las brigadas de incendios durante ocho años. «Nunca había visto una cosa igual. Algo tan virulento y salvaje, algo descontrolado completamente. Estaba ardiendo una ladera, mirabas y estaba en otra, después volvía para atrás y quemaba otra. Una tragedia», añade.
Desde Palacios de Jamuz, el letrero que da la bienvenida a Quintana y Congosto está ennegrecido. Es otra muestra más del efecto de unas llamas que aquí también han calcinado varias casas que, según aseguran los vecinos, estaban abandonadas. El fuego ha asolado los límites del pueblo, pero ha dejado sin tocar las viviendas donde sí que vivían personas. Dos de las más cercanas al fuego están en el extremo sur del municipio de Quintana y Congosto, donde las llamas bajaron por la colina hasta, literalmente, la puerta de las viviendas.
«No sé cómo hemos librado», comentaba por teléfono una mujer que tiene casa en este extremo. Justo en frente vive Benigna Carbajo, otra vecina de Quintana y Congosto, a quien el fuego solo ha tocado un par de vigas en el tejado de su hogar. «Pude volver por la noche a casa y por suerte sabía que el fuego no la había afectado, pero es muy duro cuando ves cómo ha quedado todo alrededor. El paisaje ya no se recupera», relata.
El siguiente pueblo en la carretera es Herreros de Jamuz, donde el fuego también ha afectado a una vivienda deshabitada y a una finca. Ernesto Aparicio es uno de los vecinos de la localidad que vivió de primera mano el avance del fuego y que ayudó a contenerlo en la medida de lo posible. «Vinimos en coche desde la sierra, donde empezó, a toda pastilla y cuando llegamos al pueblo el fuego ya había llegado. Salí con agua para que las llamas no llegaran al vecino, porque estaban cerca. Estábamos siete u ocho vecinos poniendo gomas de incendios porque nadie aparecía aquí. Solo la Guardia Civil, pero para echarnos del pueblo, para estorbar. Entiendo que tienen que hacer su labor, son unos mandados, pero nosotros sabemos cómo actuar», explica el vecino, quien también alude a la limpieza de los montes. «Si no lo hacen y no dejan hacerlo, nadie lo hace y luego pasan las tragedias», lamenta.
El pueblo menos afectado por las llamas es Quintanilla de Flórez, pero es el municipio que sufre la pérdida de Jaime Aparicio, uno de los dos jóvenes fallecidos a causa de los incendios que asolan León. «El fuego lo dejaron perimetrado fuera y no entró, pero estamos muy mal», lamenta su tío, José Aparicio, después de que amigos y familiares del fallecido hayan acudido esta mañana al funeral en su honor en el municipio.