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Imágenes de algunos de los vecinos afectados en Castrocalbón. L.G

Castrocalbón contra las llamas: «Si llegamos a irnos, no queda nada del pueblo»

Vecinos de la localidad leonesa desoyeron la orden de evacuación y se organizaron por su cuenta para frenar un incendio que amenazaba con arrasar todas las viviendas

Domingo, 17 de agosto 2025, 09:29

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El fuego llegó con una velocidad inesperada. En cuestión de horas, las llamas bajaban por las laderas y se colaban entre los huertos y las calles del pueblo. La orden de evacuación fue clara, pero no llegó a todos los puntos. Vecinos con órdenes contradictorias y en los que, en muchos casos, no todos obedecieron.

Decenas de vecinos decidieron quedarse para proteger sus casas y las de sus vecinos, armados con lo que tenían a mano: tractores, palas, cubos de agua, mangueras improvisadas y mascarillas de tela. «Si nos hubiésemos ido, no tendríamos nada», asegura Amelia Rabanedo, que vive en Madrid pero volvió de inmediato al enterarse del incendio. «Los que se quedaron fueron valientes de verdad, porque lo hicieron solos».

La zona alta y el valle fueron los puntos más castigados. Allí, el fuego encontró combustible en fincas secas y tejados de madera. Lander Damota fue uno de los que optó por no marcharse.

«Se nos fue la luz y el agua, así que tirábamos con el agua de las vacas o de donde podíamos»

Lander Damota

Vecino del pueblo

«Apagué mi casa yo mismo. No soy bombero ni tengo formación, pero si me hubiera ido, se habría quemado. Íbamos sin parar: veíamos un foco, corríamos allí, lo apagábamos como podíamos, y de repente otro aparecía a pocos metros», relata. El viento y el humo hacían que el trabajo se volviera peligroso. «Se nos fue la luz y el agua, así que tirábamos con el agua de las vacas o de donde podíamos. Si nos llegan a desalojar a todos, el pueblo se quema entero».

Apagar los rescoldos

Otros, como María del Carmen, vecina de la parte baja, se centraron en apagar rescoldos. «Había casas habitadas y otras vacías».

Imagen de los vecinos ayudando a extinguir el fuego. L.G
Imagen principal - Imagen de los vecinos ayudando a extinguir el fuego.
Imagen secundaria 1 - Imagen de los vecinos ayudando a extinguir el fuego.
Imagen secundaria 2 - Imagen de los vecinos ayudando a extinguir el fuego.

A las que ya estaban quemadas no se podía hacer nada, pero «por lo menos intentábamos que no se reavivara el fuego. Iba con cubos, echando agua donde veía humo». La organización fue espontánea: grupos de vecinos que, de boca en boca, se repartían el terreno. «Donde veíamos llamas, allí iba uno, y otro se quedaba protegiendo otra zona. Sin hablar mucho, cada uno sabía qué hacer».

«Fue un caos, pero si no es por dos chicos, Héctor y Rubén, se nos quema toda la manzana»

Ángel Miguel Aldonza

Vecino del pueblo

Ángel Miguel Aldonza no pudo estar en el pueblo el día más crítico, pero sus hijos sí. «Fue un caos, pero si no es por dos chicos, Héctor y Rubén, se nos quema toda la manzana. Ellos y mis hijos hicieron todo lo que pudieron hasta que llegaron los bomberos».

Una respuesta tardía

La llegada de los equipos oficiales se produjo cuando gran parte de la localidad ya había librado su batalla. «Cuando llegaron, el pueblo estaba rodeado, pero lo que no se había quemado ya estaba salvado por los vecinos», apunta Lander.

Vecinos contra las llamas en Castrocalbón. L.G
Imagen principal - Vecinos contra las llamas en Castrocalbón.
Imagen secundaria 1 - Vecinos contra las llamas en Castrocalbón.
Imagen secundaria 2 - Vecinos contra las llamas en Castrocalbón.

El incendio deja imágenes difíciles de olvidar: cuadras arrasadas, pastos negros y casas calcinadas a pocos metros de otras intactas. El contraste revela la línea donde se detuvo el fuego gracias a un tractor, una manguera o una cadena de cubos.

«No hay tiempo para descansar, porque cualquier chispa puede empezar otra vez»

Maricarmen

Vecina de Castrocalbón

El barrio de arriba y el valle muestran el rastro más evidente de la destrucción. Algunos vecinos todavía vigilan que no se reaviven brasas escondidas. «No hay tiempo para descansar, porque cualquier chispa puede empezar otra vez», dice Maricarmen.

Respuesta ciudadana

Castrocalbón ha demostrado que la respuesta ciudadana, aunque improvisada y sin medios, puede marcar la diferencia. Sin embargo, la experiencia también deja un mensaje amargo: la falta de efectivos y de coordinación oficial dejó durante horas la defensa de las viviendas en manos de quienes decidieron quedarse.

«Hicimos lo que pudimos, pero si hubiera habido más manos y más medios, habría sido mucho mejor», concluye Lander. Lo que el fuego no arrasó, lo defendió la gente que, aun con la orden de desalojar sobre la mesa, optó por quedarse.

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