Maite López y Ángel Barrio, vecinos de la localidad.

Incendios forestales en León

Castrocalbón arrasado por las llamas: «Lo hemos perdido todo, nos han dejado solos ante el fuego»

Decenas de familias regresan a sus casas reducidas a cenizas tras el devastador incendio de la Valdería

Jueves, 14 de agosto 2025, 22:25

Castrocalbón, una de las localidades afectadas por el incendio que arrasa la comarca de la Valdería, al sur de la provincia de León, vive días de dolor y rabia. El fuego, que avanza sin control y amenaza con convertirse en el peor de la historia de España, obligó el pasado martes 12 de agosto a desalojar decenas de vecinos ante el inminente riesgo de que las llamas alcanzaran sus viviendas. Y finalmente así fue.

Publicidad

Muchos de ellos pasaron dos noches fuera, sin poder volver hasta la mañana del jueves 14, cuando las carreteras reabrieron al tráfico pasadas las doce del mediodía. La impotencia y el no saber qué sería lo que verían hizo el camino desde La Bañeza el más largo de sus vidas. Un recorrido de apenas unos 15 minutos en los que no sabían que se encontrarían al llegar a casa.

Al regresar al pueblo, el panorama era desolador: casas reducidas a escombros, otras aún humeantes, cuadras y bodegas convertidas en cenizas, algunas estructuras calcinadas apenas se mantenían en pie. Y lo peor, los recuerdos de toda una vida perdidos para siempre.

Una vida entre cenizas

Entre quienes lo han perdido todo está Maite López, vecina «de siempre» de Castrocalbón que, ahora, contempla un solar ennegrecido. «Llevamos días sin dormir. Veíamos el fuego desde lejos, pero nunca pensamos que cruzaría el río. Y cruzó. Entró por una zona que lleva años sin limpiar, con maleza hasta el cuello». La impotencia en su mirada y sus ojos cansados y llenos de dolor reflejan el sufrimiento de esta madre que lleva días de dolor. «El fuego no perdona: llegó hasta las casas y arrasó con todo. No nos ha quedado nada», relata con la voz rota.

Maite denuncia con rabia lo que para ella es la raíz del problema: «Queremos que nos dejen limpiar las orillas de los ríos, cortar un árbol que estorbe, recoger ramas secas… como se ha hecho toda la vida».

Publicidad

La voz se le torna más dura, pero el dolor no se va: «Antes no pasaban estas cosas porque el monte estaba cuidado, con ganado pastando. Hoy, por coger una piña o una rama, te arriesgas a una multa. Así no se puede». Ella, como otros muchos vecinos, lo tiene claro: «Esto ha sido fruto de una mala gestión, no sé de quién, pero de una mala gestión».

Imágenes de la vivienda de Maite López. L.G

En su mente no se borra el cómo su familia vivió el momento del desalojo, que asegura no fue coordinado por las autoridades: «El primer día nos avisaron por el humo, pero no vino la Guardia Civil. Nos enteramos por un vecino. No parecía grave, así que nos quedamos». Maite López tiene problemas respiratorios y el humo muy denso le afecta, pero sin salir de casa, donde se sentía segura, no tenía miedo. «Al día siguiente todo cambió».

Publicidad

«De repente, el cielo se volvió negro, el humo nos envolvía y mi hijo me dijo: 'Mamá, nos vamos'. Yo quería comer antes, pero él insistió. Mi marido se negaba a irse, decía que quería quedarse a defender la casa», la mente, la voz y casi su cuerpo entero vuelve a ese momento. Maite recuerda que tuvieron que convencerlo «si no, aquí se queda… y no sé qué habría pasado».

«Todos prometen mucho, vienen a hacerse la foto y después se olvidan de nosotros»

Maite López

Vecina de la localidad

Ahora, sin casa, Maite López reclama ayudas urgentes y lanza una crítica directa: «Todos prometen mucho, vienen a hacerse la foto y después se olvidan de nosotros. Pero vamos a luchar, porque no nos queda otra». Y dentro de toda esta situación, los que vuelven a dar la cara son los de siempre: «Y quiero agradecer a mis vecinos, familiares y amigos que nos están ayudando en estos momentos. Ellos son los únicos que de verdad han estado aquí».

Publicidad

Un adiós sin retroceso

La tragedia golpea también a otros vecinos como Ángel Barrio. Trabajó toda su vida fuera, primero de pastor y luego en la mina, no tuvo una vida fácil a nivel laboral y regresó a Castrocalbón para disfrutar de una jubilación tranquilo y crear una vida que, en parte, ha quedado reducida a cenizas. De su pequeña cuadra, donde guardaba remolques y que en su día albergó ovejas, hoy no queda nada. «Todo lo que había dentro quedó destrozado, no vale para nada», lamenta.

«Mi hijo me dijo: 'Vámonos ya, papá, fuera, fuera'»

Ángel Barrio

Vecino de la localidad

Ángel Barrio también tuvo que abandonar el pueblo, aunque en su caso fue su hijo quien lo sacó casi a la fuerza. «Yo no lo vi venir, así que estaba tranquilo. Pero mi hijo me dijo: 'Vámonos ya, papá, fuera, fuera'. Me llevó a su casa y pasé allí los días que duró el peligro. Es duro irse así, sin saber si al volver quedará algo».

Publicidad

Imágenes de las cuadras de Ángel Barrio. L.G

En Castrocalbón, el sentimiento de todo los vecinos es el mismo: la respuesta al incendio llegó tarde y sin coordinación. Sus vecinos sienten que han sido olvidados en medio de una tragedia que ha borrado no solo bienes materiales, sino parte de la identidad del pueblo. «Queremos que tomen decisiones inmediatas y que no nos olviden».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad