El parricida de Valderrueda confiesa los hechos: «Soy consciente y soy el culpable»
Los forenses confirman que Miguel Ángel propinó una paliza «mortal» a su padre y que las lesiones cerebrales tuvieron origen «violento» | La fiscalía pide prisión permanente revisable
La paliza de Miguel Ángel a su padre fue «mortal» y las lesiones producidas en el cerebro tuvieron «origen violento, compatible con patadas» hasta ser causa de la muerte de Julián.
En un detallado informe de los médicos forensese que realizaron la autopsia al fallecido, fechado en el 3 de enero de 2024, cinco días después de los hechos, se han expuesto las diferentes lesiones por todo el cuerpo que había sufrido durante la agresión en su vivienda de La Sota de Valderrueda.
«Hay golpes muy fuertes y queda claro que no se produjeron por una caída», han matizado los peritos que ven «compatible» con una paliza las lesiones que hallaron en el cadáver, destacando una en el cerebro «con una superficie mayor que una mano abierta».
También han puesto en contexto las patologías previas de una persona de 76 años que desarrolló silicosis, insuficiencia respiratoria, estaba anticuagulado y tenía hipertensión, así como una patología degenerativa en la columna que no le permitía caminar por sí solo. «Era una persona frágil y vulnerable, débil para afrontar cualquier situación». Sin embargo, afirmaron que la herida sutural que encontraron «a una persona sana también la mata».
En cuanto al análisis psiquiátrico-forense, se descartan patologías o alteraciones mentales en el agresor. Además, del relato de los hechos, el acusado afirmó que «no recordaba nada» entre el consumo de alcohol y el momento en el que ya estaba detenido, sin embargo los expertos entienden que esa amnesia es «de conveniencia». Y concluyen: la ingesta de alcohol no impedía que supiera lo que estaba haciendo.
Retraso en la sesión
La sesión arrancó con 45 minutos de retraso sobre la hora fijada de inicio ya que un miembro del tribunal del jurado no había comparecido en la sala y hubo que darle aviso para que acudiera.
Tras el informe pericial de los forenses, y la renuncia a una parte de la prueba por las partes, el propio acusado participaba del interrogatorio en último lugar.
Miguel Ángel afirmó que durante todo el día ingirió «muchísimo alcohol» y que sufrió «lagunas» que no consiguió recordar hasta el día después en el calabozo. Entre lo que sí logra hacer memoria es sobre un accidente de tráfico que sufrió ese día, beber con su hermano y estar con su padre. «Sé que tuve una pelea, creo que me están atacando, y todo el que se acerca a mí lo agredo», incluyendo a su hermano, su padre y los agentes de la Guardia Civil. «Si usted se hubiera acercado a mí, también le hubiera agredido», se dirigió al fiscal. El presunto parricida aseveró que llevaba «seis o siete años sin beber porque no le sienta bien» y la gravedad de esos hechos «penden sobre mí y soy consciente del fallecimiento de mi padre y que soy el causante».
Sobre la relación con su padre, ha insistido en que «no tenía ningún problema ni motivo específico» para agredir mortalmente a Julián y repetía una y otra vez «que se debió a una brutal ingesta de alcohol». «No me creía ni los hechos que me imputaban», explicó al ministerio público.
El presunto parricida dio aviso a su familia de que iba a ir a pasar la Navidad, descartó que «esto estuviera preparado» y replicó que todo fue consecuencia del alcohol: «Si le hubiera querido matar hubiera llevado un arma o un cuchillo o algo», manifestó al abogado de sus familiares que piden la prisión permanente revisable.
A su defensa, el acusado manifestó que se le «fue de las manos» la ronda de bares que realizó con su hermano, previa al ataque a su padre. Sin recordar «detalles», se mostró incapaz de señalar quién estaba en la casa cuando regresó a la casa para acometer los hechos. Sí que rechazó la frase que expusieron sus hermanos sobre que «había que quitarse de en medio a papá y dar paso a nuevas generaciones».
La fiscalía también reclama prisión permanente revisable
Los escritos de conclusiones de la parte han servido para que la fiscalía se adhiera a la petición realizada por la acusación particular, representando a la familia del fallecido y del propio encausado. El ministerio ha solicitado «interesar» la pena de prisión permanente revisable, la máxima posible en el sistema actual español, por la agresión mortal de Miguel Ángel a Julián.
El fiscal ha explicado al tribunal del jurado su cambio de postura. La versión de una de las hijas, que aseguró que su padre tenía problemas de movilidad básicos, y la necesidad de oxígeno durante 16 horas al día por parte de la víctima. «He modificado la pena por ello. Se incardina perfectamente en el castigo de prisión permanente revisable por asesinar a otra bien menor de 16 años o especialmente vulnerable. Lo vemos muy claro».
Además, ha contradicho al presunto parricida sobre su posible merma de capacidades a causa del consumo de alcohol. «Una agresión física a una persona desvalida requiere una fuerza concreta; si estuviera intoxicado, habría descordinación y ¿dónde está aquí? Ha dado golpes por todos los lados». Por todo ello afirma que era «plenamente consciente» de lo que ocurría y se preguntaba: «¿Qué hubiera ocurrido de no aparecer Diego -su hermano-? Probablemente, la muerte hubiera sido en el acto y no tres días después». Y abordó la frase de «me quería matar» que el padre confesó a su hija de camino al hospital. «Los hechos están suficientemente claros con pruebas contundentes».
«Tenía un propósito y quería acabar con la vida de su padre». Así iniciaba la acusación sus conclusiones ante el jurado. El letrado entiende que hubo «premeditación» en el comportamiento por no avisar de su llegada al domicilio, ni saluda a sus familiares y pide salir a beber. Del mismo modo ve pretensión en abandonar a su hermano a varios kilómetros, que aparcó en un callejón y cuando se encuentra con su hermana retrocede. «Mostró una conducta coherente en cuanto a los hechos». Aquí lo que hubo fue «una brutal paliza» en tórax y cráneo. Por todo ello ve unas circunstancias agravantes especiales en cuanto a alevosía -actos tendentes a asegurar el resultado-, ensañamiento -agresión repetida y extrema- porque quería «que su padre fuera consciente de que le iba a matar». La circunstancia de parentesco es evidente y la condición de la víctima la convierte en «especialmente vulnerable» por patologías y edad.
La defensa recordó que hay hechos que «no se pueden discutir» como es la muerte de Julián. Sin embargo ha intentado desmontar la petición de prisión permanente revisable porque «la especial vulnerabilidad no se justifica en el proceso» y solo ha aparecido en la vista oral. «Es incompatible con que se marche conduciendo de compras a Cistierna», expuso. E interpeló a los forenses sobre el hematoma cerebral para recordar que «no niega el incidente», pero las patologías previas de la víctima «dificultan la recuperación de la persona agredida». «En ningún momento se llega a esa cocina para querer acabar con su padre», sentenció durante su informe porque podía emplear «otros mecanismos». Por último habló del «dolor» de su propio representado por quedarse sin padre y el «pesar» de los hechos. Como parte de todo ello reconoce un homicidio doloso.
El acusado: «Parece mucho más de lo que en realidad ha sido»
En el turno de última palabra, Miguel Ángel se dirigió al tribunal para «aclarar» la situación que «parece mucho más de lo que en realidad ha sido». «Yo soy culpable de provocar la muerte por esos golpes a mi propio padre sin ningún motivo, solo por la ingesta de alcohol. Se puede adornar, pero si sirve por facilitar el trabajo al jurado: lo asumo».
Al finalizar la sesión, el magistrado ha elaborado las preguntas del objeto del veredicto que este jueves entregará al jurado popular, quienes se retirarán a deliberar para emitir su fallo ante el presidente.