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Primera jornada del juicio por caso conocido como 'parricidio de Valderrueda'. Campillo
Juicio por parricidio en Valderrueda

El acusado advirtió del crimen en un bar: «Es hora de quitarse a papá de en medio»

La familia del acusado reclama prisión permanente revisable por la «inusitada violencia y brutalidad» empleada por el hijo de la víctima

Martes, 2 de diciembre 2025, 11:04

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La sala de vistas de la Audiencia Provincial de León ha acogido la primera sesión del juicio, con jurado popular, en el que se acusa a Miguel Ángel B.P. de un delito de asesinato culminado a su padre Julián, además de un delito leve de lesiones contra su hermano Diego.

Los hechos ocurrían hace dos años, en las navidades de 2023. Aquel 29 de diciembre, sobre las 20:00 horas, y tras ingerir bebidas alcohólicas en diferentes localidades del entorno de Valderrueda, el acusado acudió al domicilio familiar de la calle La Iglesia de La Sota. Allí, según recogen las calificaciones del fiscal, el presunto parricida discutió con su padre y, «con propósito de acabar con su vida de forma súbita e imprevista», le tiró al suelo, le propinó golpes, puñetazos y patadas, en cabeza y brazos principalmente, y como consecuencia de la agresión falleció a las 23:00 horas del 2 de enero en el Hospital de León.

La Fiscalía entiende que existe un delito de asesinato, con agravante de parentesco, por la que reclama 19 años de prisión, la prohibición de residir en el pueblo y una indemnización global de 405.000 euros para su madre -mujer del fallecido- y sus cuatro hermanos. Además, por las lesiones leves a uno de ellos, que intentó separar al agresor de su víctima y recibió golpes en la cara causándole una rotura del tabique nasal, reclama una pena de tres meses de multa.

El fallecido, de 76 años, contaba con patologías previas que le hacían «imposible» defenderse, como eran diabetes, cardiopatía y problemas de movilidad que le hacían caminar con muleta.

390.000 euros por indemnización

La acusación particular, ejercida por sus cuatro hermanos y su madre, elevaba la petición de pena hasta la máxima posible: la prisión permanente revisable. Según su escrito, Miguel Ángel advirtió a su hermano de sus intenciones con la frase: «Dijo que ya era hora de que papá se quitase de en medio para dar paso a nuevas generaciones». El ataque a su padre fue «sin motivo alguno» y golpeándoles en cráneo, cabeza y pecho, provocando gritos que obligó a su hermano a forzar la puerta de la cocina para evitar la agresión y teniendo que entrar más vecinos a separarle hasta que llegó la Guardia Civil. La «inusitada violencia y brutalidad» empleada por el acusado provocó «un gran dolor y sufrimiento» al fallecido, afectando a órganos vitales. Además de la condena de PPR, exigen 390.000 euros por indemnización a la familia.

La defensa ha reconocido la actuación de su representado en la pelea a la que acudió «con facultades claramente alteradas», comenzando una discusión que terminó «en forcejeo y golpes mutuos». Por lo que solo ven concurrente la muerte del padre a la que implican varias causas: las actuaciones médicas en los cuatro días posteriores y las patologías previas. «Asume que es el detonante, pero esas lesiones no fueron la única causa», sentencia la parte. «Nuestro representado también se ha quedado sin padre y eso le genera enorme pesar». Por ello afronta un delito que califican como homicidio y leve de lesiones, como autor de la pelea y partícipe en la misma, pero reclaman el atenuante de estado de alteración y rechazan el parentesco «porque en ese momento no era capaz de discernir quién tenía delante». Por todo ello aceptan 10 años de prisión, sin poder afrontar la indemnización que se reclama por insolvencia.

«Me encontré a mi padre tirado en el suelo lleno de sangre»

El hermano agredido por el acusado fue el primero en prestar declaración sobre lo ocurrido en la tarde de los hechos. Así, reconoció la frase de que «quería quitar a mi padre del medio y dar paso a nuevas generaciones». Sin embargo, ambos siguieron tomando algo; el testigo salió a fumar y el acusado se fue con la furgoneta dejándole tirado en otro pueblo de la zona. Otro vecino le llevó y cuando llegó a la casa familiar vio la puerta de la cocina cerrada y escuchaba gritos: «Me encontré a mi padre tirado en el suelo lleno de sangre y a mi hermano golpeándole», ha sentenciado.

En ese momento intentó separarle y se puso encima del progenitor de ambos para que dejara de golpearle, gritando para pedir ayuda. «Mi padre gritaba: ayuda, que me matan», mientras estaba en el suelo. Diego reconoció una relación «bastante distante» en la que su hermano solo aparecía «para pedir dinero». Y sobre la escena del crimen, afirmó que el presunto asesino discernía la realidad porque incluso a él le reconoció. «Tenía cara de loco, pero sabía lo que hacía».

Declaraciones sin biombo

El resto de los hermanos también pasaron por la sala, tras ser rechazada su petición de testificar tras biombo. Ninguno de ellos estuvieron presentes en la escena y se enteraron de lo ocurrido posteriormente. Sí que reconocieron el estado de salud de padre, con una movilidad complicada debido a diferentes patologías. No sabían que el acusado iba a acudir al domicilio y cuando iba no avisaba, además de escribirles «solo para pedir dinero». La relación con el acusado era «tensa» e, incluso, una de ellas afirmó tenerle «miedo».

El aviso de lo ocurrido llegó desde la ambulancia y su propio padre le explicó a uno de ellos lo ocurrido: «Que le quería matar, que le había dado una paliza, no sabía por qué, y estaba alterado y nervioso». Tenía golpes en la cabeza, oreja, restos de sangre en boca y nariz, se quejaba de un brazo.

Los agentes que intervinieron en el caso

El agente de la Guardia Civil que recibió al acusado en las dependencias de la Benemérita lo vio tranquilo, con fuerte olor a alcohol, y «solo pedía tabaco», mientras hablaba «con coherencia». Tenía síntomas físicos de haber participado en una agresión. También afirma que «no se interesó» por el estado de su padres.

Por su parte, los que acudieron ante el aviso «por discusión familiar» recibieron el mensaje de que había «una persona muy alterada» en el interior de la vivienda. Los guardias notaron «un revuelo», entre vecinos y familia, con una persona en el suelo retenida y otra herida. «Estaba muy agresiva», propinando escupitajos e insultos y amenazas de muerte contra la autoridad. En la cocina había sangre en las paredes y cosas tiradas por el suelo.

El juicio se retomará este miércoles con la declaración de los peritos y del propio acusado, tras solicitar hacerlo en último lugar tras la prueba.

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