El estrés oculto de León frente a las grandes ciudades: «La ansiedad no solo aparece en Madrid»
Judit Merayo es una psicóloga que ha transformado su experiencia vital en una forma de visibilizar que «cualquier estrés es válido» para ayudar a todos aquellos que «invisibilizan lo que sentimos en León por no estar en una ciudad grande»
Es habitual escuchar en conversaciones cotidianas comentarios que se refieren a Madrid y otros grandes núcleos, aunque sobre todo la capital por ser la más poblada, como lugares en los que el estrés forma parte del día a día por el frenesí de los horarios y la multitud de población que frecuenta sus calles.
Y, aunque esto se antoja irrebatible, muchas veces se utiliza para dejar a un lado el estrés que, de otras formas, puede generarse en otras ciudades de menor densidad como es el caso de León. Ante esta siuación, Judit Merayo, psicóloga leonesa, ha querido utilizar su experiencia vital para «comparar y visibilizar que el estrés es común en cualquier lugar», como así reconoce a leonoticias.
En primer lugar, para poder entender las diferencias entre un estrés que tiene similitudes comunes a cualquier código postal, pero también diferencias importantes, Merayo señala la sobrecarga sensorial constante que genera vivir en un núcleo grande de población: ruido, multitudes, estímulos visuales, transporte, horarios frenéticos. Esa 'cara A' del estrés que conlleva en muchos casos nerviosismo, ansiedad perpetua y sensación de no dar abasto.
La 'cara B' del estrés
Sin embargo, es en las ciudades más pequeña donde aparece la 'cara B' del estrés que, en muchos casos, se deja a un lado: la mayor presión social, la sensación de estar siempre expuesto, de que todas las decisiones se analizan bajo la mirada de otros.
«Volver de Madrid a León también puede generar estrés. Estás acostumbrado a una vida muy rápida y a sentir satisfacción por cumplir con lo que se espera: ser funcional, productivo, estar en movimiento constante. Al volver, la bajada de cortisol y dopamina puede provocar sensación de no pertenencia, de no encontrar utilidad, de no saber estar tranquilo o de no saber conectar contigo mismo. Esto puede generar estrés, ansiedad o depresión», especifica.
Para Judit, comparar ambos tipos de estrés supone caer en una trampa peligrosa y creer que unos viven un sufrimiento más legítimo que otros. «Todo estrés es válido. No hay que comparar el estrés de una ciudad con otra. Es importante conectar contigo mismo, identificar qué sientes, por qué estás así y pedir ayuda si la necesitas. Comentarios como «lo mío no es para tanto» o «peor están los de Madrid» invisibilizan lo que realmente sentimos», afirma.
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Y deja claro, además, que esa validez del malestar no depende del tamaño del municipio, sino de la capacidad individual de gestionar su mundo interior y de «escucharse, observar en qué emoción estás, cómo duermes, tus rutinas de sueño, tus pensamientos intrusivos, cómo van tus relaciones sociales y cómo respiras». «Mucha gente no sabe identificar sus emociones; para gestionarlas primero hay que reconocerlas. Lo esencial es conectar con uno mismo», aconseja.
La irrupción de las redes sociales
Por otro lado, la psicóloga leonesa incide en que «con las redes sociales, el estrés se ha acentuado» y hace hincapié en el cada vez más sonado FOMO -miedo a perderse algún plan-, que ella define como «una mezcla de miedo e incertidumbre por no sentirte parte de algo». «Las redes fomentan el aparentar y la necesidad de pertenecer. También hemos perdido la capacidad de descansar sin sentir culpa; ya no nos permitimos simplemente disfrutar de algo sencillo porque sentimos que siempre debemos ser productivos».
En todo caso, concluye admitiendo que el principal problema es que la sociedad está «desconecta de sí misma», algo que se viene dando independientemente del código postal y que, tanto en León como en Madrid, es fundamental para mantener estable la salud mental.