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El acusado de matar a su madre entra en la Audiencia de León -en grande el lugar del crimen-. Campillo
Juicio por el matricidio en León

El crimen de la calle Pedro de Dios: 31 puñaladas y un corte mortal de 13 centímetros

A Salomé Torío la mataron «con alevosía» y tras unos años sometida al yugo de su hijo Rubén al que había prohibido la entrada en su domicilio de San Esteban

Miércoles, 22 de octubre 2025, 08:26

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Era una mujer «atemorizada» por su hijo. Solo así se puede entender que escondiera los cuchillos de su casa cuando sabía que iba a llegar y que guardara un spray pimienta en el bolsillo de su bata, tal y como relataron personas cercanas a la víctima.

La muerte con alevosía que sufrió Salomé Torío, de 58 años de edad, tuvo lugar en su piso de la calle Pedro de Dios, en el barrio de San Esteban, durante la Nochebuena de 2022.

Su hijo Rubén, acusado del matricidio, acudió hasta en dos ocasiones al número 12 de esta calle. La primera fue a las 21:00 horas. Llamó al segundo piso donde residía su madre, quien rechazó abrirle la puerta; fue una vecina del primero la que le abrió el portal, subió al domicilio y se plantó ante la puerta que Salomé no quiso abrir. Dos horas después, a las 23:15 horas, y tras «tomar drogas», según se ha explicado en el juicio, el vástago volvió al lugar de los hechos donde, esta vez, la madre acabó cediendo ante la insistencia.

La madre se encontraba sola, hubo una fuerte discusión y, según relata el Ministerio Fiscal, de forma «repentina, sorpresiva y sin capacidad de defensa», Rubén cogió un objeto contundente, tipo jarrón o ensaladera, con la que asestó un golpe certero en el cuello de su madre «con la intención de causarle la muerte».

Salomé sufrió una hemorragia masiva, un shock letal, y la herida de 13 centímetros, a la altura de la yugular, provocó una herida que impidió que el aire siguiera entrando por la traquea. Murió. A esta lesión se sumaron otra treintena que el asesino asestó con cortes y golpes diversos en cara, brazos, cabeza, hombro y espalda. Después, abandonó el hogar, bajó a al calle y huyó del lugar.

En el acta del levantamiento del cadáver consta que el crimen se produjo en el suelo de la cocina, donde apareció una ensaladera junto a la cabeza cubierta de sangre, así como cristales rotos. Una muerte violenta, con importantes puñadas, entre las que destaca como mortal de necesidad la del cuello.

Cogió un mechero de la mesa

La acusación particular ha señalado la existencia de «indicios suficientes» para creer que el hijo participó en la muerte de la madre, con quien tenía «una mala relación». De hecho, en su exposición ha explicado que Salomé «temía por su vida», por lo que le quitó las llaves del domicilio y guardaba los cuchillos en su presencia. «El acusado acabó con su vida de forma violenta, apareciendo por la espalda, de forma sorpresiva, tras una discusión. Hubo ensañamiento que aumentó el dolor de la víctima», ha sentenciado.

Si bien la defensa negó la autoría de su patrocinado, el propio testigo, a respuestas de la abogada, dejó entrever un posible brote psicótico durante el episodio de aquella noche. «Solo recuerdo que discutimos, cogí un mechero de la mesa y me marché», manifestó.

La vista celebra su segunda sesión este miércoles con la declaración de nuevos testigos y agentes de la Policía Nacional que intervinieron en la instrucción, a propuesta de las partes.

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