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Una afición de Primera para un ascenso a Segunda

La hinchada leonesa goza y lleva en volandas a su equipo para consumar un histórico ascenso al fútbol profesional

Sábado, 24 de mayo 2025, 21:08

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No fue un día más en León. Era el día soñado, esperado, desde aquella fatídica tarde del 2 de junio de 2018 en Soria en la que se consumó el descenso a, entonces, Segunda B. Un trauma, una espina en el corazón culturalista que pudo haber sido sacada en el playoff de la pandemia, pero que unos penaltis clavaron de forma más profunda, originando incluso que la herida doliese menos.

Pero el Reino sabía que este 24 de mayo de 2025, casi ocho años después del ascenso de los Rubén de la Barrera, Viti, Gallar, Yeray o Mario Ortiz, podía ser histórico. El estadio presentó sus mejores: de blanco, cumpliendo con la 'petición' de peñas y club, hasta la gama cromática acompañaba a una Cultural que estaba ante su gran oportunidad.

Y la grada no dejó ni un segundo de apoyar a los suyos. Con un ojo puesto en el móvil, para comprobar cómo iba el Sestao River-Ponferradina que podía ocasionar que, pasara lo que pasara en León, el ascenso estaba consumado, y otro en el césped, la grada vibró con los suyos.

Un estadio blanco y con el corazón en un puño

Y les empujó. Porque la afición culturalista ha madurado. Ya no es esa grada que se calla con el gol en contra, que jura en arameo con un pase atrás o que pita en mitad de un encuentro a los suyos. El culturalismo también ha dado un paso adelante en eso y apoya en el momento duro, agradece y celebra en los goles y, si tiene algo que recriminar, se espera al final del choque.

Los prolegómenos ya fueron emocionantes, con un estadio entero en pie, cantando el himno de León con el corazón, a voz en grito, mostrando sus banderas y bufandas. Difícil fue aguantar las lágrimas. El himno de la Cultural y el mosaico preparado en la tribuna este también fueron un perfecto preludio de un choque en el que la grada ejerció su presión desde el primer momento.

Incluso en el momento en el que el gol de la Deportiva llegó a la grada del Reino, la reacción de la afición, con un equipo atenazado, fue la de seguir animando, la de tratar de levantarles desde el asiento.

Había ciertos momentos de desesperación en la grada, nervios, tensión y muchas ganas de celebrar un gol. Un gol histórico. Pero lo que nunca faltó tampoco fueron las voces de 13.000 leoneses que querían llevar a los suyos en volandas. Ese tanto llegó, lo gritó León pero el árbitro lo anuló por fuera de juego. Del éxtasis se pasó al enfado.

Una miscelánea de sensaciones que acabó el puro éxtasis

La segunda mitad siguió siendo una fiesta en la grada. Sólo el gol del Andorra acalló los ánimos de una afición enfervorecida con los suyos, a los que arropó hasta el final, a los que no dejó caer. Los minutos pasaban y los dedos ya se quedaban sin uñas, las zapatillas sin suela y las bufandas, casi sin tela. Cada cual se agarraba a lo que tenía más cerca para canalizar como podía los nervios.

Uno de los cánticos más repetidos era «¡Que sí, joder, que vamos a ascender!» Era, quizá, la manera de autoconvencerse de los hinchas de que todo iba a salir bien. El sufrimiento al final era más por el hecho de terminar con el partido que por el acoso del Andorra. Cada córner, cada robo, era celebrado en la grada.

El pitido final desató la locura. La Morocha, We are the champions o, cómo no, Feed from desire, sonaron mientras el equipo leonés hacía su tradicional vuelta al ruedo, su celebración de campeones. La Cultural es de Segunda. Y su afición demostró ser de Primera.

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