El río Esla se tiñe de negro al arrastrar la lluvia la ceniza del incendio de Barniedo
Varios pueblos de las Tierras de la Reina siguen con problemas en las telecomunicaciones y ahora no tienen ni cobertura ni datos móviles
La primera gran borrasca que se ha dejado sentir en la provincia de León desde los incendios que en el mes de agosto calcinaron más de 130.000 hectáreas, han vuelto a recordar aquella tragedia y reabierto la cicatriz de la herida.
Las zonas devastadas por el fuego, redibujadas de negro, están soltando la ceniza y la lluvia la arrastra hacia los principales ríos de la provincia.
Así lo han recogido en Tierras de la Reina. Los pueblos de Llánaves, Portilla y Barniedo han visto sus arroyos crecer en las últimas horas. Una buena noticia si no fuera porque el agua que circula por ellos es negra, como refleja la propietaria del hostal San Glorio.
En las imágenes se puede ver el río Esla, a su paso por la localidad, «lleno de porquería de la ceniza» que dejó el incendio de Barniedo de la Reina, en el corazón de los Picos de Europa. Misma imagen deja el conocido como río grande en Portilla.
Todos los afluentes bajan crecidos tras las últimas lluvias, con mucha fuerza, aunque lo hacen de color negro y no el habitual transparente de estas aguas arriba del Esla.
También hay problemas con la cobertura
Pero los problemas no llegan solo por la tierra, también lo hacen por las ondas. Varios pueblos de Boca de Huérgano llevan tres días sin cobertura, a lo que suman los problemas con las conexiones a internet.
De hecho, este medio ha intentado ponerse en contacto con el alcalde y con varios establecimientos de la zona sin llegar a tener señal. Están siendo los propios vecinos, a través de sus redes sociales y gracias a la conexión por satélite, los que así lo están reflejando.
En el mismo hostal, denuncian que se encuentran sin cobertura y solo les funciona el WiFi gracias a una antena parabólica que tienen en el establecimiento, donde siguen sin teléfono.
Culpan de esta situación a los incendios, que estropearon los cables de las antenas de telefonía. Hasta ahora, un equipo electrógeno es el encargado de mantener la señal, pero se ha quedado sin gasolina y ha dejado de funcionar. En Llánaves reciben la señal de Portilla, que también está sin arreglar. «Esperamos no pasar todo el invierno sin cobertura móvil». A ello se suma el viento que ha tumbado la fibra óptica.
La situación de Portilla la explica Rossana, de la casa rural El Invernal de Picos. La cobertura se fue desde el incendio y la antena de Portilla da servicio a Llánaves, por lo que si se cae una la otra también. A ello suman la caída de un poste de fibra óptica que ha dejado a la zona sin internet. «Intentamos ser pacientes, pero sabíamos que esto iba a pasar en cuanto llegaran las lluvias». El cable va por la montaña, no se ha arreglado y el pueblo está tirando del satélite de un vecino que «deja utilizarlo para algo rápido». Sin embargo, funciones tan básicas como llamar al 112 no se puede hacer. «Estamos peor que hace años, al menos con el fijo no había este problema». También denuncian los problemas con la televisión, que se pixela por falta de corriente y mantenimiento, siendo este el único entretenimiento de los mayores de la zona.