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Diez claves de Ana María Lajusticia, la 'reina del magnesio', para vivir mucho y bien

Diez claves de Ana María Lajusticia, la 'reina del magnesio', para vivir mucho y bien

La química, precursora de la salud nutricional en España y del uso de magnesio, ahora tan de moda, falleció este jueves a los 100 años. «Hace décadas casi se reían de mí y ahora las farmacéuticas me copian», decía en la recta final de su vida

Viernes, 8 de noviembre 2024, 00:08

«Siempre digo que no he descubierto nada. Pero investigué... y entendí. Me han llamado indocumentada, irresponsable, bruja... Y ahora resulta que grandes farmacéuticas como la Roche y la Bayer hacen lo mismo que yo. ¡Me copian! ¡Y me dan la razón, pero me hacen la competencia!». Así explicaba Ana María Lajusticia, fallecida el pasado jueves a los 100 años, la reacción que suscitaron hace más de medio siglo sus investigaciones sobre los beneficios de esta sustancia en el organismo. La llamada 'reina del magnesio' era licenciada en Ciencias Químicas, cosa rara en una época donde las mujeres rara vez accedían a la universidad, e indagó sobre los efectos de este componente en los humanos -antes se usaba en plantas y animales, nunca en personas- porque se vio en la necesidad de buscar un remedio para sus propios problemas de salud. «Todo empezó porque, poco después de cumplir los 40, me diagnosticaron artrosis y diabetes y, en lugar de resignarme, decidí usar mis conocimientos para mejorar mi calidad de vida», desvelaba Lajusticia a este periódico en una entrevista concedida hace siete años.

Así que empezó por cuidar su alimentación y, posteriormente, probó a tomar magnesio. Los resultados fueron «excelentes» y, como científica que era, quiso desentrañar el porqué de esa mejoría y dar a conocer dónde residía el 'secreto'. Sus consejos nutricionales, basados también, según decía, en fundamentos químicos -hay quien la considera una pionera de la investigación nutricional en España- y en su propia experiencia, eran, junto al magnesio, su fórmula magistral para tener una buena salud. He aquí diez claves que ofrecía a quien la quisiera oír sobre las conclusiones que extrajo a lo largo de su vida (tan larga que ha resultado ser la mejor promoción para sus suplementos alimenticios)

  1. 1

    Desayuno estrella

    Pan integral, huevo y jamon cocido

A Ana María Lajusticia, lo de esos desayunos que ahora se han puesto de moda y que incluyen boles de avena, frutos rojos, aguacate, semillas, kéfir, panes de cereales distintos al trigo... pues le llegó tarde. Ella, durante más de 50 años, desayunó lo mismo: pan, huevo y jamón cocido. Parece muy básico. Pero era concluyó que aportaba todo lo necesario para empezar el día en condiciones. «Hasta los 50 años, yo era de tomar muchos hidratos de carbono en el desayuno, como cruasanes, ensaimadas, pan con mantequilla y mermelada... Pero tenía mucha artrosis y me dieron cortisona. Y, entre eso y que comía mal, hice una diabetes. Entonces pensé: '¡Ana, tú eres química, tienes que organizar mejor la alimentación...!'. Y lo primero que hice fue cambiar mi desayuno y tomar por la mañana 50 gramos de pan integral, un huevo frito y una loncha de jamón de york», decía. Y parece ser que esa combinación, por sí sola, mejoró ya notablemente su salud. En este trío de alimentos ya se anticipó a las tesis que vinieron después. En aquella época el pan integral (negro) era de pobres, y ahora es el más recomendado. Y lo del huevo diario durante muchos años fue sacrilegio por el colesterol, aunque recientemente la ciencia ha determinado que se puede comer uno al día sin ningún problema, incluso alguno más, ya que es una fuente de proteína valiosísima. A esto le añadía ella el jamón cocido para reforzar el chute proteínico.

  1. 2

    Buenas para todo

    Proteínas, claves, «pero con sensatez»

  1. 3

    Un chute prodigioso

    Vitamina C, el toque para nota

  1. 4

    Entre horas

    Frutos secos y chocolate negro

Ahora se ha puesto muy de moda lo del puñadito de frutos secos entre horas. Pues bien, Lajusticia ya los tomaba y recomendaba hace medio siglo. Ella los consumía a media mañana. «Y, a media tarde, chocolate negro sin azúcar...», decía. Entre otras cosas, tiene una gran cantidad de magnesio que ayuda a mantener la presión arterial, la transmisión neuronal y la contracción muscular. Y está rico.

  1. 5

    La combinación perfecta

    Pescado y verdura

  1. 6

    Suplementar

    Con alimentos no basta

  1. 7

    Controlar el peso

    Menos es más

  1. 8

    Azúcares, controlados

    Fruta e hidratos, con moderación

Ana María Lajusticia contaba que conocía «a un montón de señoras» que para no engordar cenaban un yogur y fruta. Ella lo desaconsejaba no solo desde el punto de vista nutricional, sino también como medida para mantener el peso. «La fruta hay que tomarla con mucha moderación, lo mismo que los hidratos», indicaba. Al final, tienen muchos azúcares, algo que por la noche no es lo mejor. Además, a última hora del día, con la ansiedad y el cansancio acumulado, nos entra el hambre y la opción proteína y verdura es más saciante.

  1. 9

    A partir de cierta edad

    Sin grasas saturadas

Ella, «a partir de cierta edad», abogaba por quitarse las grasas saturadas. En su momento, no se veía muy necesario, ni tenían tan mala fama. Así que digamos que también fue una de las precursoras de algo que desde hace mucho tiempo es ley. Solo que ahora ya no dicen lo de «a partir de cierta edad». Hay que mantenerlas a raya en cualquier etapa de la vida.

  1. 10

    ¿Magnesio o carbonato de magnesio?

Rebuscando en la historia: «No he inventado nada»

Hubo un grupo de médicos franceses que se dieron cuenta de que los heridos de la Primera Guerra Mundial que estaban recuperándose en balnearios con aguas magnesianas estaban mucho mejor que los que se encontraban en hospitales corrientes. Llevaban mejor las cosas, se curaban más rápido, estaban de mejor humor, sus estancias eran más cortas, sufrían menos infecciones en sus heridas... «Sin embargo, ahí se quedó la cosa -relataba Lajusticia-. Nosotros, en la carrera de Químicas, no sabíamos para qué usaba el cuerpo el magnesio, solo nos decían que las plantas lo utilizaban para hacer la clorofila y que también sirve para aleaciones ligeras y ladrillos refractarios... y punto. Pero desde 1972 y 1974 empezaron a saberse más cosas. Y un día una hija mía me trajo un librito de un jesuita, el padre Puig, que decía lo mismo que estos médicos franceses... Y me puse a investigar, en realidad no he inventado nada».

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