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Vitori, emocionada al recuperar su vivienda. EFE
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A veces las masas sirven para hacer justicia y no solo para alterar el orden o hacer bonito

Lunes, 21 de octubre 2019, 00:10

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Los que no somos del País Vasco (digamos que de Murcia) conocíamos a Bittori, viuda del Txato, por 'Patria'. Ahora conocemos a Vitori, de Portugalete, por sus vecinos. Por la victoria de sus vecinos frente a la pachorra legal de la policía y los juzgados con los okupas. Vitori, de 94 años, había ido a visitar a su hermana y se le colaron en su casa. Quien no tenga a Carmina Barrios para convencer a los okupas de que se vayan (como vemos en 'Carmina o revienta') que tenga a los vecinos de Portugalete. A veces las masas sirven para hacer justicia y no solo para alterar el orden o hacer bonito en una película de Leni Riefenstahl.

Cuando Margaret Atwood analizaba el movimiento MeToo en sus principios le parecía el síntoma de un sistema judicial roto. Así que las mujeres y otras víctimas, al no obtener respuestas adecuadas de las instituciones o las empresas, usaban otras vías. Hay un pero: «La condena sin un proceso judicial es el primer paso hacia la ausencia de justicia para que el sistema se corrompa, como sucedió en el periodo prerrevolucionario en Francia».

Aquí teníamos al dispositivo policial vigilando a los vecinos, que al final consiguieron que las dos mujeres y cuatro menores okupas se fueran. En España no hay un sistema judicial roto, incluso hay una ley de desahucio exprés desde 2018 que mejoró la tortura que tenían que soportar los propietarios. Se podía alargar dos años. Los procesos eran tan largos y poco efectivos, abriendo la vía penal, que a veces los propietarios preferían pagar a los okupas (o a las mafias). Ahora en un mes se puede recuperar la vivienda con una demanda civil de desahucio. Por suerte, Vitori no ha tenido que hacer ni eso. Tener que ir a los juzgados sin comerlo ni beberlo es uno de los coñazos del Estado de derecho. Los okupas se han ido, sí, pero se han llevado hasta las sábanas bordadas de Vitori.

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