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2020: balance muy positivo

Miércoles, 30 de diciembre 2020, 11:12

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Bueno, quizás me he venido un poco arriba y podemos dejarlo en positivo, pero verá cómo le convenzo. Ahora se lo explico. Estos días hace balance todo hijo de vecino, telediarios, radios y periódicos, y en todos será parecido: virus, virus, virus, vacunas, presupuestos y Trump (ah, y Pantoja). Y casi siempre año horrible, fatal, para olvidar.

En primer lugar, si usted está leyendo esto ya le digo que el balance es muy positivo, le parecerá un topicazo pero es que usted está en este barrio, es decir, que no está en el otro barrio, y eso por muy tópico que le parezca es para celebrarlo a lo grande, a lo bestia.

Segundo. Hay un psicólogo, Rafael Santandreu, del que leído un par de libros. No es que me guste demasiado, pero bueno. Alguno de sus argumentos puede ser de dudoso gusto, como el de señalar que hay que pensar siempre que por mal que estemos siempre podríamos estar mucho peor. Vaya consuelo, ¿verdad? Pues es un consuelo y no de los malos, porque nos podían haber pasado muchísimas cosas peores de las que nos hayan pasado, por malas que sean, con lo cual hemos tenido buena suerte, ha sido un buen año. Es cierto que hay muchas personas sin trabajo, con pobrísimas expectativas a corto y medio plazo (a largo plazo no lo sabe ni la bruja Lola), con gravísimos problemas económicos. Pero eso no nos debe de hacer olvidar que el año pasado también, la diferencia es que este año pueden ser muchas más personas, pero para el que lo ha pasado o le pasa le importa un pimiento si como él hay 100 o 100.000, si es por el virus o por lo que sea, si es el pasado año o este. De manera que para esas personas todo el ánimo del mundo y la esperanza de que saldrán adelante. También parece que este año no hay otras enfermedades, ni accidentes de tráfico ni otras desgracias, que las ha habido, igual que el pasado año. Más ánimo y más esperanza para ellos. Si ha sufrido una desgracia personal irreparable todo mi ánimo también. Y si usted es del resto, que han podido tomar el vermú en su casa, que ha trabajado o teletrabajado, que ha visto a sus seres queridos a distancia o por Internet, que ha superado el virus u otra enfermedad o que se ha aburrido: 2020, balance muy muy positivo. ¿O no?

P. D. 1: Ahora resulta que nadie se acuerda de que Severo Ochoa recibió el premio Nobel por sus investigaciones que condujeron a la síntesis del ácido ribonucleico (ARN), el que se utiliza para la vacuna del coronavirus. Lástima de reconocimientos siempre tan cicateros en España. A lo mejor es porque este Premio Nobel es americano, no español, trabajaba en Nueva York cuando se lo dieron, se nacionalizó estadounidense y como le comentó a un periodista delante de mí -tuve la fortuna de conocerle- pensaba en inglés. Creo que no hay ni una calle Severo Ochoa en León capital. Eso sí, hay una dedicada a la República Argentina o a Roma, por ejemplo, sin contar con las dedicadas a personajes de «enormes méritos»: ¡buena memoria histórica!

P. D. 2: Parece ser que el IPC, dato que se utiliza para calcular minucias como sueldo y pensiones, casi no sube. Creo recordar que hace años se utilizaban datos tan útiles para calcularlo como el precio de los yates y el de los brillantes. Me parecía que esto ya lo habían eliminado, pero a lo mejor no. Fui a hacer la compra para las fiestas y como el pescado es muy sano y el marisco tiene mucha vitamina B me fui a la pescadería. Después de ver los precios y de un tira y afloja con el pescadero me convenció de que no podían vender media almeja, que tendrían que cortarla con la radial y no era el caso. Así que me fui a la carnicería a hacer patria chica comprando lechazo de tierras cercanas, porque lo pasan muy mal con la crisis de los restaurantes, venden menos y a menos demanda bajarían los precios. Me tuve que tomar un lorazepam porque se me ocurrió traducir el precio del kilo de lechazo a pesetas.

Al final alguna cosa compré, claro, y cuando pasé por caja le pedí al cajero el contrato. Me miró por encima de la mascarilla con dos signos de interrogación en sus ojos, y le expliqué que me refería al contrato del traspaso del super, viendo la cantidad que había marcado en la caja.

Cuando llegué a casa me tiré como un loco a ver los precios de los yates y efectivamente habían bajado, para mi alivio. Sé que en la vaca los filetes de punta de cadera son tiernos y jugosos, pero en los yates no sé cuál es la mejor parte para cocinar, así que me decidí por comprar uno entero y ya vería. Así lo hice.

El presupuesto me dio para una colchoneta hinchable. Un poco correosa, pero a la plancha y bien pasada no estaba tan mal.

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