

Secciones
Servicios
Destacamos
En un rincón de León, en la plaza de la Inmaculada, existe un quiosco que desafía el paso del tiempo, Rosa María Couto es el rostro de una tradición que se desvanece en la ciudad.
Desde el 2001, año en el que el euro reemplazó a la peseta, Rosa ha sido testigo de los cambios que han transformado la sociedad, pero también de la paulatina desaparición de un oficio que marcó el día a día de generaciones en la ciudad: la venta de prensa en casetas de calle.
«Llevo 23 años en este quiosco. Cuando cambiaron la peseta por el euro ya estaba aquí trabajando», cuenta Rosa con nostalgia. Su pequeña caseta es la última que queda abierta y en funcionamiento en la ciudad de León de su tipo, un símbolo de resistencia en un mundo que parece haber dejado atrás el hábito de comprar el periódico en papel. «De los quioscos en caseta como este quedo yo, no hay más en León», explica con resignación.
El declive, según Rosa, es imparable y tiene un claro responsable: la revolución tecnológica. «Las tecnologías nos llevan a ello. Todo el mundo lo mira todo por internet, y cada vez se vende menos prensa. Las generaciones más jóvenes, especialmente los menores de 40 años, ya no leen nada en papel», lamenta. «Si seguimos abiertos, es por esa gente mayor que mantiene la tradición de comprar el periódico todos los días».
Aunque la prensa sigue siendo la principal fuente de ingresos de su quiosco, Rosa admite que las ventas han caído drásticamente. Lo mismo sucede con las revistas y los dulces, que antaño atraían a niños y familias. «Los dulces ya tampoco se venden mucho porque ahora no quieren que los niños engorden y, además, en los supermercados compran bolsas más grandes y baratas. Todo se nos complica».
Rosa recuerda cómo llegó a este negocio: «Yo repartía prensa y el señor que tenía esta caseta se jubiló. Lo cogimos como una oportunidad, pero si fuera hoy, te digo que no lo haría. Ya no compensa».
El quiosco de Rosa no es de su propiedad, sino una concesión del Ayuntamiento de León. Por ello, su futuro está ligado a las decisiones administrativas. «Cuando yo deje el quiosco, saldría en subasta pública o simplemente desaparecería, como ha pasado con otros. Es una pena, pero no hay relevo generacional», explica.
Algunos quioscos ya han cerrado en León, como el de San Marcos o el de la Pícara Justina, y el Ayuntamiento estudia cómo reutilizarlos. Sin embargo, las opciones no son muchas. «No tienen espacio para almacenar y no saben qué actividad podrían poner ahí. Si lo dejo yo, será otro más que cierre» y esta vez, será el último.
El quiosco de Rosa es un pequeño refugio de memorias y conversaciones con los vecinos. «Es un trabajo solitario, pero muy humano. Aunque cada vez pasa menos gente, siempre hay quien se para a charlar», cuenta. Sin embargo, la falta de viabilidad económica hace que Rosa contemple el futuro con incertidumbre.«Esto cada vez va a menos en todos los sentidos. Es triste, pero es la realidad», concluye.
Noticia relacionada
Hugo García González
La historia de Rosa no es solo la de un negocio en declive, sino la de una ciudad que está perdiendo parte de su identidad cultural. Mientras la tecnología avanza y las costumbres cambian, su caseta permanece como un recordatorio de otros tiempos. Sin embargo, su destino parece sellado: un cierre más en una lista creciente de negocios tradicionales que desaparecen.
Rosa María Couto sigue ahí, día tras día, resistiendo mientras pueda. Su quiosco, el último de León, es más que un punto de venta, es un símbolo de persistencia y de una forma de vida que lucha por no extinguirse.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.