El Niño Jesús nació entre mayores

Era un clásico de Navidad desde hace décadas en la pequeña parroquia de Villamoros de las Regueras. En el mes de diciembre, durante los fines de semana, los niños del pueblo se juntaban para ensayar la pastorada que se representaba al finalizar la misa de la tarde de Nochebuena. Ese día, la víspera de Navidad, era el estreno de un modesto espectáculo que después, incluso, itineraba por otras localidades del entorno durante toda la época de Navidad.

Las tardes de ensayo, el tiempo dedicado al estudio del papel a representar, los nervios del directo, el aplauso de los vecinos… Todo aquello finalizaba con una merienda donde no faltaban las hamburguesas y los refrescos para los chavales que participaban. Esos días de diciembre fueron algo que acabó, pero Villamoros de las Regueras mantiene su pastorada. Ya no hay niños, pero hay mayores y, además, siempre está Beni.

Beni Álvarez tiene 83 años y el guion de esta obra grabado en la cabeza. Ha sido durante décadas la directora de esta representación teatral que relata el nacimiento del Niño Jesús en el portal de Belén. Después de cinco años de ausencia, se planteó retomar esta tradición, habitualmente representada por niños para el deleite de padres, tíos y abuelos. Pero Beni se topó con que, esta vez, no había niños.

No encontró pequeños actores porque, sencillamente, en Villamoros «ahora ya no hay los niños que había antes». Así que se puso en la búsqueda de mayores, «y gracias». Tras el telón de ese teatro improvisado en una iglesia, una docena de adultos, pero también algún niño todavía, ha dado vida a la representación navideña porque «Villamoros no se puede quedar sin pastorada».

Y así fue. Esta pasada Nochebuena por la tarde regresó. Por empeño de Beni y con la colaboración de los vecinos, que no dudaron en atender su llamada y colocarse barbas postizas, las alas de algodón o en recuperar la cachaba de antaño para acompañar al atuendo de pastor. Para que Villamoros no se quedara sin pastorada, para cumplir la ilusión de Beni.

«Me sé la obra de memoria. Yo ya no puedo escribir, pero le dicté los diálogos a mi hija». Y de ahí, de su cabeza, salió el papel para cada uno de la docena de actores. Entre ellos, eso sí, dos pequeños pastores. Es la excepción a una regla que ha hecho que, en esta ocasión, la pastorada haya sido de adultos, aunque el Niño Jesús también ha sido carne y hueso. Ha sido el último vecino en llegar a esta localidad, tan sólo hace unos meses.

Porque lo que le sucede a Villamoros, una localidad que no llega a los 250 vecinos empadronados, es un ejemplo más de cómo han ido cambiado las cosas, de cómo van desapareciendo los niños. «No me importa hacerlo con mayores, pero que no haya niños a mí me duele», comentaba Beni tras finalizar la función.

Así que de su cabeza, pero también de su tesón, este pequeño pueblo ha recuperado una de sus tradiciones. En su pequeña iglesia, donde no cabía un alma, Dios anunció a los presentes que enviaría a su Hijo a la Tierra. San Gabriel se lo comunicó a María, que peregrinó con San José hasta llegar al portal donde dio a luz al Niño Dios.

Hasta allí llegaron los pastores, que le realizaron sus ofrendas. Turrón, un caballo de madera, una corra de chorizos, castañas «que ya están asadas» o una escarola «para una buena ensalada». Hasta que a la Virgen María y a San José se les anunció que Herodes estaba tras la pista del Mesías. El clásico relato navideño en forma de obra de teatro. Todo ello ante un público orgulloso y emocionado, que ha podido comprobar cómo el pueblo resiste. Cómo esta pequeña población no renuncia a su identidad. Para ver cómo el Niño Jesús nació esta Nochebuena entre mayores.

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