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Imágenes del derbi en el León Arena. L.G

El rugido silenciado de León: una plaza de toros teñida de rojiblanco y pasión

León Arena vibró con 6.000 corazones culturalistas que soñaron con el ascenso desde la distancia, en un derbi que convirtió la plaza en un estadio improvisado de pasión, euforia… y dolor

Sábado, 17 de mayo 2025, 21:51

La Cultural Deportiva Leonesa se jugaba algo más que un partido en el derbi frente a la Ponferradina. Y aunque el encuentro se disputaba lejos de la capital, en el Bierzo, León no se quedó al margen. La ciudad respondió con fuerza y el León Arena, la plaza de toros reconvertida para la ocasión, se convirtió en el epicentro de la emoción rojiblanca.

Desde primeras horas de la tarde, miles de aficionados se acercaban al recinto con camisetas, bufandas y banderas. El ambiente era de final anticipada. La pantalla gigante instalada frente al ruedo marcaba el foco de atención. Las gradas, teñidas de blanco y rojo, se llenaban poco a poco hasta llegar a los 6.000 asistentes previstos. Nadie quería perderse la cita.

El partido arrancó con el himno de la Cultural sonando a todo volumen y los primeros cánticos ya retumbando entre los muros del León Arena.

«¡Que sí, joder, que vamos a ascender!», gritaban cientos de gargantas antes incluso del pitido inicial. Y no tardaron en desatarse las emociones: en el minuto 3 llegó el primer gol y la plaza estalló. Vasos por el aire, abrazos, saltos, gritos. El ambiente era pura euforia.

Un recinto preparado para la celebración

La organización estuvo a la altura. Se habilitó una barra central para bebidas y se instalaron cuatro food trucks, todos de origen leonés: Morbo (de los creadores de Monoloco y también con apoyo de la cadena Sonríe), The Club House, 'Dame un kesito' y Bueyvuelvo de Cárnicas Riaño. Todo pensado para que nadie se moviera del recinto.

Con cada ataque culturalista, la grada rugía. Y con cada ocasión berciana, el público respondía con tensión, silbidos y manos a la cabeza. La primera parte fue una montaña rusa de emociones, sobre todo con la doble ocasión de la Ponferradina antes del descanso, que mantuvo en vilo a todos.

En el intermedio, el ritmo no bajó. Las colas para reponer cerveza se mezclaban con los análisis futboleros entre amigos. El arranque de la segunda parte trajo más nervios que juego. La tensión se leía en cada cara. Pero los goles que llegaban desde el Sestao River al Andorra, daban aire. Cada uno se celebraba como propio.

Una despedida dolorosa

Pero la alegría no duró. En el minuto 82, Álvaro Bustos marcó para los bercianos y el silencio se hizo notar. Algunas caras empezaban a cambiar, otras seguían animando. Llegó Rodri al campo, recibido con gritos de apoyo. Y en el 95, Vicente Esquerdo ponía el 2-1 final que dejaba a la afición leonesa sin palabras.

El pitido final dejó una estampa muy distinta a la del inicio. Bufandas bajadas, banderas recogidas y lágrimas contenidas. Nadie quería hablar mucho. El León Arena se fue vaciando poco a poco, en silencio, sin celebraciones. Un golpe duro para una afición que había soñado con vivir una noche de ascenso.

No pudo ser. La fiesta tendrá que esperar. Pero si algo demostró León este sábado es que el sentimiento culturalista está más vivo que nunca. Y que, aunque este sábado 17 de mayo el rugido se haya silenciado, volverá a sonar buscando una nueva oportunidad.

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