Desaparecidos en León
Tres años buscando a Vicente: «Lo que más duele es la falta de respuestas, no puedes hacer el duelo»El anciano desapareció pocas horas después de ingresar en una residencia de La Baña
El 16 de julio de 2022, Vicente Ferrando Fernández llegó a la residencia de mayores de La Baña, en el municipio leonés de Encinedo. No era vecino del pueblo, sino que se empadronó allí para acceder a una plaza pública. Sufría una demencia severa y, ese día, su familia lo acompañó para ayudarlo a adaptarse. Pero lo que iba a ser un paso necesario hacia una vida más segura se convirtió en una pesadilla que tres años después sigue abierta: Vicente desapareció y nunca más se supo de él.
«Lo dejamos en la residencia sobre las tres de la tarde, comimos en el pueblo, estábamos pendientes por si nos necesitaban. Pero a las 20:45 nos llamaron diciendo que no estaba. Que en la merienda, a eso de las 19:15, ya no lo encontraron», cuenta Zaida Ferrando, su hija. A esas alturas habían pasado más de cuatro horas desde que fue visto por última vez. «La directora no avisó enseguida. Primero buscó por los pueblos de alrededor. Cuando se lo dijeron a la Guardia Civil, ya era de noche».
El inicio de una pesadilla
El caso fue desde el principio un cúmulo de incertidumbres. «Nos dijeron que lo último que se supo es que alguien lo vio sin camisa. La descripción de la ropa no se pasó bien, todo fue un caos», recuerda Zaida. Con camisa rosa claro, pantalón gris plateado fino de verano y sombrero blanco con banda negra, el rastro de Vicente se perdió sin ninguna pista. «Llevaba toda su ropa marcada con su nombre», confiesa su hija.

La Guardia Civil activó el dispositivo de búsqueda ya sin luz suficiente. «El pueblo se volcó, pero la zona es montaña, es muy rocosa, y se perdía tiempo. Esa noche ya no pudieron hacer mucho».
Durante días, y luego semanas, se organizaron batidas, rastreos con drones, helicópteros, perros y agentes especializados. Incluso se revisaron coches, se vaciaron las piscinas de las pizarreras cercanas y se amplió el radio de búsqueda más de diez kilómetros. «Mi marido hizo rutas en bicicleta, fuimos a albergues, se miró en Portugal. Nos movimos lo que pudimos», recuerda Zaida.
Hipótesis descartadas
La hipótesis de que Vicente hubiese tratado de regresar a Trobajo del Camino, su lugar de residencia, se desechó pronto: «Está demasiado lejos. Pensamos que se habría escondido en alguna casa abandonada por miedo, por confusión o por las alucinaciones, pero no había ni rastro. Nada. Fue como si se lo hubiese tragado la tierra».
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Tres años después, el caso sigue abierto, sin una sola pista firme. «Lo que más duele es la falta de respuestas. No puedes hacer el duelo, no puedes cerrar nada. Vas a renovar un papel y te piden que vuelvas a contar todo. Lo he repetido tres o cuatro veces a distintas administraciones. Cada vez que tienes que justificar que no puede venir a firmar, que no tiene DNI, tienes que volver al principio», denuncia su hija.
«Los psicólogos te dicen que tienes que cerrar la herida, pero ¿cómo cierras algo que no ha terminado?», se pregunta. La familia tuvo que entregar una muestra de ADN y, desde entonces, no han vuelto a tener noticias. «Nos dicen que si aparece algo nos avisarán. Pero han pasado tres años y no tenemos ni una sola pista nueva».
Los trámites legales y sus condiciones
La ley marca que a los cinco años de la desaparición se puede solicitar la declaración de fallecimiento. «Estamos por la mitad. Nos queda esperar… esperar sin saber qué esperamos. Porque una parte de ti siempre quiere pensar que igual está vivo en algún sitio, que alguien lo ayudó, que quizá no sabe volver. Pero otra parte… otra parte ya no tiene esperanza», confiesa.
José Manuel Moro Carrera, alcalde de Encinedo en ese momento, resume el sentimiento de la zona: «Era un día festivo, lleno de gente, y aun así nadie lo vio. Lo lógico es que hubiese aparecido. Lo buscamos en muchas batidas, hasta con los cazadores. Pero esta desaparición ha sido de las más extrañas».
«Te toca asumirlo todo», dice Zaida. «Todo lo que queda pendiente, todo el papeleo, todo lo que no puede hacer él. Y mientras, sigues esperando una llamada que no llega». Tiempos de espera, plazos de incoherencia y una familia que, con el corazón en un puño, sigue buscando respuestas.
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