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Un envase de algas para limpiar de plásticos la cesta de la compra

Un envase de algas para limpiar de plásticos la cesta de la compra

Una empresa gaditana quiere convertir con AlgaEcopack los arribazones —que los municipios de costa envían al vertedero— en la base para crear envases más respetuosos con el entorno

Raquel C. Pico

Miércoles, 15 de marzo 2023, 07:35

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A principios de marzo, la maquinaria estaba en la playa de Poniente de La Línea de la Concepción: su objetivo era recoger todas las algas que el mar había arrojado en la arena para dejarlas limpias para su uso durante la temporada de playas. Los cálculos cuando el trabajo estaba más o menos finalizado eran bastante llamativos: en dos meses habían tenido que retirar 500 toneladas de algas invasoras.

Esta playa gaditana es simplemente un ejemplo: los municipios de la costa se enfrentan año tras año y mes tras mes a las algas que se quedan varadas en los arenales, los conocidos como arribazones. Las algas son parte de la flora marítima, que cuando son arrojadas a la arena y son ya simplemente un organismo muerto —y más todavía cuando se trata de especies invasoras— se convierten en un problema. Son un residuo, uno al que, eso sí, podría dársele una nueva vida.

Eso es lo que busca AlgaEcopack, que quiere convertirlas en una alternativa al plástico y usarlas para crear envases para frutas y verduras. Las algas que ahora son una basura en las playas de la provincia de Cádiz se podrían convertir en el material con el que los productos de sus agricultores se exportan al resto del mundo.

Detrás de la idea están Víctor Manuel Pérez y Sofía Tristancho, emprendedores de Futuralga, una empresa 'spin-off' nacida en la Universidad de Cádiz (UCA). Son, de hecho, profesores investigadores de esa universidad —y con financiación de varios organismos andaluces— los que están trabajando para lograr esa conversión de las algas en un equivalente al plástico y que la idea de estos emprendedores se convierta en algo tangible.

Conscientes de la cantidad de plástico del mar

Fueron los 'hobbies' y la formación de los creadores de esta idea los que los llevaron en esta dirección. «Cogemos las algas porque ellos vienen del Ciencias del Mar», explica Luis López, profesor-doctor de la Universidad de Cádiz y el investigador principal que se ocupa desde la UCA de este proyecto.

«Las eligieron porque las conocen. También porque son buceadores y han visto mucho plástico en el mar», asegura. Ser conscientes de que es necesario reducir el uso de plásticos —y evitar así que acaben ensuciando los océanos, en donde ya se acumulan millones de toneladas de ese material— les ayudó a pensar en nuevas utilidades para esas algas que veían en las playas.

Los arribazones, esta acumulación de algas, son un residuo que los municipios costeros tienen que gestionar y que acaban en el vertedero.
Los arribazones, esta acumulación de algas, son un residuo que los municipios costeros tienen que gestionar y que acaban en el vertedero.

Igualmente, recuerda López, las algas ahora mismo son un residuo, uno que acaba en el vertedero y tiene un coste para los municipios costeros —sale entre 50 y 80 euros por tonelada su eliminación—. Pero podrían ser algo más que basura. «Nosotros las recogemos, las limpiamos —hay que eliminar la arena o el plástico— y las deshidratamos», explica. Luego, mediante ese proceso que han desarrollado, las convierten en un material que se puede emplear para crear envases para fruta o verdura.

Por ahora, la idea es eso, un proyecto en el que se está trabajando; pero esto no quiere decir que sea algo de ciencia ficción. De hecho, los investigadores van por delante de sus propias previsiones de trabajo. «El primer hito lo hemos alcanzado antes de lo pensado», explica López. «Estamos muy contentos por ello», asegura. Ya han confirmado que crear el material y con él los envases es posible. «Hemos creado la bandeja, aguanta la fruta y tiene consistencia», indica el investigador.

En fase de pruebas de resistencia

Ahora, les queda hacer las pruebas de resistencia y de cumplimiento con los reglamentos que suponen los envases alimentarios. Su siguiente fecha objetivo es abril de 2024, cuando el envase debería ser ya un hecho y pasar de ser un prototipo a algo listo para entrar en producción.

Igualmente, también quieren hacer pruebas sobre tiempos de compostaje y similares para ver qué ocurre con su plástico hecho de algas. Porque ese es uno de los grandes beneficios de irse a recolectar algas a la playa: al ser un material orgánico, cuenta con potenciales utilidades que el plástico no tiene, así como una potencial gestión de residuos que ese material jamás podría ofrecer. Podría, potencialmente, ser arrojado a la compostera y empezar así una nueva vida, cumpliendo con los objetivos de la economía circular. «Queremos que tenga una huella de carbono negativa», asegura Luis López.

No hay que olvidar que en el pasado ya se usaban las algas en las zonas costeras como abono. Se echaban directamente sobre el terreno de cultivo, lo que tenía, eso sí, cierto problema. «Se dejó de usar, porque quemaba mucho la tierra», explica López. Por supuesto, un envase que pasa por un proceso de compostaje sería otra cosa.

Los responsables del proyecto trabajan además pensando en el potencial que esto tendrá para el sector agrícola de la zona. «El producto lo estamos enfocando a la agricultura», apunta López, que recuerda que el sector está buscando ya unos envases más sostenibles y «se está adelantando así a lo que pide el mercado».

Solo con que los productores de frutas y verduras de la Cooperativa Nuestra Señores de las Virtudes —con la que colaboran y que es una de las productoras gaditanas— den el salto a los envases de algas ya se retirarían de la circulación 1,5 millones de envases de plástico al año.

Desde AlgaEcopack también ven otro punto con potencial, que es del usar algo que es un problema para otro de los grandes pilares de la economía de la región —el turismo— para hacer algo sostenible.

Y, más allá de lograr que estos envases de algas resistan a todas las pruebas a los que los someterán en esta fase de la investigación, el reto está en que su coste sea asumible, que esta alternativa resulte viable desde el punto de vista económico. Porque, como recuerda López, el plástico es muy barato, por mucho que, en realidad, no lo sea para el planeta.

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