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Iglesia de Onzonilla.
Leyendas de León

El milagro del Cristo de Onzonilla

La leyenda relata un hecho extraordinario que tuvo lugar a finales del siglo XIV en esta localidad leonesa por la que un pequeño con una enfermedad congénita pudo caminar

Sábado, 3 de mayo 2025

Es una pequeña imagen, pero que tiene un valor sentimental y legendario único en una localidad como Onzonilla. Y todo comenzó porque allá por el siglo XV, una familia de este pueblo colocaba un ramo de flores cada semana al Cristo del Amparo que allí se encuentra.

Una vez falleció María Covillán, última encargada de esa tarea, el pueblo se empezó a preguntar el motivo de aquella tradición. Distintas eras la hipótesis que manejaban: desde una costumbre familiar a algún tipo de penitencia, pasando por una fe exarcerbada.

Los Covillán habían sido siempre una familia respetada en Onzonilla, con miembros piadosos, ejemplares y queridos. Vivían del campo, como prácticamente todos por aquel entonces. Con dos hijos, el tiempo parecía pesar como una losa a Juan y Leonor, marido y mujer, que sacaban a su familia adelante.

Pérdida de fe

Y todo ello pese a las dificultades, puesto que Juan sufría una cojera que le quitó frescura a su mujer y que era objeto de mofas de los más pequeños de pueblo, lo que agriaba más aún el carácter de la familia. Pero lo peor no había llegado. Una buena noticia, la llegada de un tercer hijo, podía ser un punto de inflexión y que la felicidad plena regresase. Pero nada más lejos de la realidad. El pequeño Alberto nació con una enfermedad congénita que le impedía caminar.

Juan se aisló, se volvió más solitario y menos hablador, encerrado en un mundo donde no iba a encontrar respuestas a su sino. Perdió la fe y dejó de pisar la iglesia. Junto a él su familia.

Pero no Leonor. Un buen día, acudió con el pequeño Alberto en brazos a la iglesia. Quien sabe si el propósito inicial era esconderse o esconder al pequeño de las distintas miradas que su enfermedad causaba entre los vecinos. O, quizá, por fe. Lo cierto es que se postró ante el Cristo del Amparo que preside esta iglesia.

El milagro

La leyenda cuenta que la imagen sonrió al pequeño, con ternura y dulzura, con la comprensión de quien sabe lo que se sufre a raíz del dolor. El Cristo descendió hacia Alberto para intercambiar sus piernas con el niño, que pudo caminar.

El pueblo comprobó semejante milagro con una mezcla de asombro, alegría y temor ante un hecho extraordinario, pero lo único cierto es que el pequeño podía caminar. Al contemplar la imagen del Cristo del Amparo, también se percataron de que las piernas, en relación con su cuerpo, estaban desproporcionadas. Y este era el motivo por el que su hermana María llevaba cada semana flores a esta imagen que cambió la vida de su hermano.

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