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La enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE) ya está en León. El pasado miércoles la Consejería de Agricultura confirmó los dos primeros casos de vacas infectadas en una explotación ganadera de Valencia de Don Juan. Ahora, la bola está en el tejado de los ganaderos, que afrontan este nuevo reto con preocupación y, sobre todo, muchas incógnitas. ¿Qué es? ¿Cómo afecta a los animales? ¿Es contagiosa? ¿Hay una vacuna? Para dar respuesta a estas preguntas acudimos a Ana María Carvajal, catedrática de Sanidad Animal en la Universidad de León y especialista en epidemiología y diagnóstico.
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La EHE ya está presente en España, Portugal, Italia el sur de Francia y se ha detectado un caso en Suiza recientemente. El desconocimiento de la ciudadanía sobre la enfermedad y su presencia en los medios de comunicación deriva siempre en la misma pregunta: ¿afecta a los seres humanos? La respuesta es clara: «No, las personas no pueden contagiarse por el virus por consumir un animal que se haya visto afectado. No es un problema de salud pública», sentencia la profesora de la ULE.
Lo primero que hay que entender cuando se habla de EHE es que es una enfermedad nueva en Europa, que aparece por primera vez en noviembre de 2022. Su carácter novedoso hace que la dolencia haya ganado relevancia y que las alertas sanitarias se hayan activado estableciendo su «obligada declaración». Es decir, que los ganaderos que detecten el virus deben comunicárselo a la administración para que esta realice un seguimiento de la evolución la misma.
«La llegada de la enfermedad era cuestión de tiempo. Ya estaba presente en el resto de continentes y los brotes en el norte de África son habituales, la cuestión no era si la enfermedad llegaría a Europa o no, si no cuándo lo haría», detalla Ana Carvajal. En este mismo sentido, la catedrática de Veterinaria explica que es similar a la enfermedad de la lengua azul, con la que ya «llevamos conviviendo desde hace 20 años».
El virus es transmitido por la picadura de mosquitos del género Culicoides y afecta, sobre todo,a rumiantes silvestres, pero «desde los últimos 25 años se han descrito cada vez más brotes en ganado vacuno doméstico». El cuadro clínico varia de un animal a otro, incluso pude ser asintomático, pero por regla general se caracteriza por la presencia de fiebre, problemas respiratorios, moqueo, úlceras en la boca, dolencias en el tracto digestivo, disminución de leche y pérdida de peso. De hecho, la enfermedad puede desencadenar la muerte y, de hecho, la propia Carvajal asegura que el virus tienen «una mortalidad relevante» dentro de las explotaciones ganaderas afectadas.
Para atajar la enfermedad, el protocolo sanitario dicta que los ganaderos desinsecticen a sus animales y tengan acceso a abundante agua y comida. Si bien es cierto que la profesora de la ULE indica que el primer paso es complicado en la ganadería extensiva, donde la desparasitación «es casi imposible».
Por otro lado está la vacuna, que según explica Carvajal ya se ha empleado con eficiencia en Japón y Estados Unidos, pero que «en Europa está por desarrollar». Y es que la vacuna que se utiliza en otros continentes no tiene que ser necesariamente viable en León, por ejemplo, ya que se trata de una herramienta que debe «ser específica frente al serotipo del virus de esta zona geográfica».
A juicio de Carvajal, la vacuna sería una solución «interesante», pero cree que habría que esperar a la próxima primavera para valorar el impacto de la enfermedad: «La lógica dicta que con la llegada del frío la EHE pierda fuerza por la desaparición de los insectos, pero regresará en la primavera-verano con la multiplicación de los mosquitos». «Si desarrollamos una vacuna con las condiciones actuales y la enfermedad muta en la próxima primavera nos encontraremos con que tenemos una herramienta poco efectiva para controlar la enfermedad», especifica la catedrática de la Universidad de León.
Mientras tanto, los ganaderos observan la evolución de la enfermedad con cautela. «Para el productor sí se trata de una alarma que tener en cuenta, sobre todo porque afecta a la movilidad de sus animales y eso, inevitablemente, tendrá consecuencias económicas». Además, la enfermedad hemorrágica epizoótica ha llegado para quedarse: «Lo normal es que en la futura primavera se den más casos que los que hemos tenido recientemente».
Por último, Ana Carvajal señala que la EHE no deja de ser una enfermedad similar a la de la lengua azul, bien conocida en Europa, y que hay otras muchas dolencias que afectan al ganado que deberían preocuparnos más: «La tuberculosos bovina, sobre todos por la importante zoonosis que la caracteriza, debería ser nuestra preocupación número uno dentro del ámbito veterinario y de salud pública, pues esta sí afecta a los seres humanos».
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