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Sebastián Martín junto a su ganado en San Felices de los Gallegos, Salamanca. S. G.
La dificultad para acceder a tierras complica la incorporación de jóvenes agricultores al campo

La dificultad para acceder a tierras complica la incorporación de jóvenes agricultores al campo

Los menos de 41 años de la región tan solo tienen el 9% de la superficie que cultivan en propiedad frente al 67% en régimen de arrendamiento

Silvia G. Rojo

Salamanca

Lunes, 20 de diciembre 2021, 07:23

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El acceso a la tierra es una de las principales dificultades con la que se topan muchos jóvenes que se quieren instalar en el sector agrario de la región. Así lo reconoce el Plan de Agricultura y Ganadería Joven 2021-2023 de la Junta de Castilla y León y la propia Comisión Europea, que ya concluyó en 2015 que los principales obstáculos para esos jóvenes eran el acceso a la tierra en régimen de propiedad o arrendamiento, el apoyo financiero a través del crédito y las dificultades para encontrar mano de obra cualificada en el campo.

Los números son contundentes. Las estadísticas que maneja la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural reflejan que el 67% de la superficie de las explotaciones agrícolas y ganaderas de los profesionales menores de 41 años son parcelas arrendadas y tan solo el 9% son en propiedad. El resto, un 24%, es superficie de adjudicación comunal. Los agricultores y ganaderos mayores de 64 años son los que poseen un mayor porcentaje de tierra propia, el 44%, y gestionan en régimen de arrendamiento el 45% de los terrenos, en tanto que en adjudicación comunal cultivan un 9%, quedando un 2% de la tierra en usufructo.

Sebastián Martín, un ganadero de 35 años de San Felices de los Gallegos (Salamanca) explica que la mayor parte de la superficie de su explotación la tiene arrendada. «La situación es muy complicada, muchos no dejan las tierras una vez que se jubilan y no hay acceso a ellas», apunta. «La mayor parte de lo que tengo lo he podido arrendar porque les he comprado las vacas; si no, no hay quien arriende tierras».

Se incorporó hace diez años a la actividad agraria y como tantos otros, fue posible tras la prejubilación de su padre. En este tiempo, además de vacas ha comprado algunas hectáreas, «pero esto es algo que no puedes hacer todos los años, vas poco a poco, y siempre hay gente que vende, pero para sacar un buen dinero, por encima de los precios de mercado».

En función del terreno, en esta zona del oeste salmantino en los límites con Portugal, el precio de la hectárea puede variar entre los 4.000 y los 6.000 euros. «Eso es un precio real y asequible, pero se vende por encima de eso», asegura. El alquiler también está sujeto a si el terreno es para pastos o para labor. En el primer caso, puede oscilar entre los 80 y 100 euros y en el segundo, superar los 100 euros. «Aquí hay mucha variedad de terreno y de precios, en Arribes se paga mucho menos», remacha, pues no se puede obviar la complejidad del terreno.

Otro problema que apunta es que toda esa superficie que explota está distribuida en varias fincas. «Hay días que me hago 100 o 120 kilómetros –apunta– para atender al ganado y no salgo del pueblo». Para Sebastián, la solución al problema de la tierra pasa por que los jubilados «se quedaran solo con lo que tienen en propiedad».

En las explotaciones tanto agrícolas como ganaderas de titulares entre 41 y 64 años, la gestión de la superficie se realiza mayoritariamente en régimen de alquiler, un 63%, teniendo un 18% de la tierra en propiedad y el 18% en adjudicación comunal. Pero bien sea en propiedad o en alquiler, el problema radica en el acceso a la tierra.

En otro punto de la región, en Burgos, labra una explotación de 95 hectáreas de secano Cristian Martínez y su exposición coincide, casi literalmente, con la de Sebastián. Comenzó con 18 años con esa superficie y a día de hoy, nueve años después, no ha variado el número de hectáreas. «Es muy complicado encontrar parcelas, la gente no se jubila realmente y por otra parte, quien consigue tierras lo hace pagando burradas». Añade que alguna gente «para acoplarse al plan de mejora lo hace a golpe de talonario y pagan 400 euros de renta por hectárea. Y aquí todo lo que pase de 200 euros no te da dinero limpio».

Cristian Martínez. EL NORTE
Imagen secundaria 2 - Cristian Martínez.

Cristian no encuentra un solo motivo para justificar esta situación. «Quizás yo estoy cerca de la ciudad y hay gente que tiene su trabajillo y hace el campo a mayores; luego están los que pasan los años y no se jubilan, y me parece que el problema está en que con 600 euros de pensión la gente tiene que seguir trabajando porque no tiene una renta digna, ahí está la raíz del problema».

Este joven agricultor se muestra crítico con los discursos que se lanzan sobre la incorporación de jóvenes: «Me hace mucha gracia que se diga que hay que incorporar a 500 jóvenes, eso está muy bien, pero llegas al campo, estás en el campo, y no puedes tener una explotación competente porque no hay terreno y el tractor vale lo mismo para 100 hectáreas que para 150».

Rentable con 200 hectáreas

Cristian cultiva las tierras familiares y algunas en renta que ya labraban sus mayores. «Para mí una explotación rentable y que no te mate, tendría que tener 200 hectáreas, algo que puede llevar una sola persona y con lo que realmente puedes vivir, no solo sobrevivir».

A veces, reconoce este agricultor burgalés, esta realidad cansa aunque «al final, esto es vocacional y no miras solo la rentabilidad, crees en esto y piensas: ya mejorará, no pierdo la esperanza». Por último, Cristian pide que haya un reconocimiento hacia toda la labor social que desempeñan los agricultores y ganaderos, «El sector debería estar blindado, no se trata de ganar ni mucho ni poco, una media digna, porque un Estado que tiene alimentación e industria puede sobrevivir, si no, mal asunto».

Por otra parte, diferencia entre el sector ganadero y el agrícola. «Ganadero que se jubila, granja que cierra; en el campo sí hay incorporaciones porque te permite tener domingos, es más llevadero». Y pone como ejemplo a los ganaderos de vacuno de leche y la complicada situación que atraviesan, trabajando casi sin cubrir los costes.

Sebastián Martín reparte la comida entre sus animales. S. G.

Terracyl, una plataforma de intermediación

El Plan de Agricultura y Ganadería Joven que se presentó en el mes de julio, plantea diversas medidas para facilitar el acceso de los jóvenes a la tierra y a las explotaciones agrícolas. De manera más concreta, contempla la puesta en marcha de la plataforma de intermediación Terracyl, «una herramienta que tiene por objeto favorecer la transmisión de las explotaciones agrarias poniendo en contacto a los jóvenes agricultores que quieren instalarse con aquellos profesionales del sector agrario que buscan un socio o desean transmitir o alquilar su explotación», según recoge el plan.

En la plataforma se podrán buscar las ofertas por tipo de instalación (individual o en asociación o empresa), por tipo de actividad (agricultura, ganadería, mixta) y orientaciones productivas, superficie y provincia.

La plataforma ofrecerá la información básica de la oferta sin identificar el titular de la tierra/explotación en venta o alquiler, que será visible para los jóvenes interesados en la adquisición o alquiler. La plataforma será gestionada por la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural.

Por otra parte, se contempla en este plan el apoyo financiero a la compra de tierras. El Instrumento Financiero de Gestión Centralizada Feader es «un importante mecanismo de apoyo financiero, complementario a las subvenciones, que tiene por objeto promover un acceso más fácil al crédito a los jóvenes, a los agricultores, ganaderos, silvicultores e industrias agroalimentarias y forestales, apoyando inversiones viables en el medio rural en mejores condiciones de financiación». Con objeto de impulsar y facilitar la incorporación de los jóvenes se apoya mediante el instrumento financiero la creación de empresas por jóvenes agricultores, prestando una especial atención a la compra de tierras cuyos gastos serán auxiliados al 100% cuando sean destinadas a la actividad agraria. El Instrumento ofrece préstamos con garantía pública y con plazos y períodos de carencia en amplio abanico de posibilidades.

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