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Enfermedades infecciosas derrotadas gracias a las vacunas

Enfermedades infecciosas derrotadas gracias a las vacunas

Si las campañas de vacunación se extienden masivamente, jamás volveremos a pasar enfermedades con consecuencias catastróficas. Recordamos algunos de los casos en los que nos han protegido

María Mercedes Jiménez Sarmiento

Martes, 8 de diciembre 2020, 10:06

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Apenas nos acordamos porque en la mayoría de los pinchazos éramos bebés. Quizá para algún campamento, o cuando una herida era profunda fruto de nuestras travesuras infantiles.

Las vacunas nos han protegido siempre y, gracias a ellas, cual juramento de Escarlata O'Hara, jamás volveremos a pasar algunas de las enfermedades graves que desde el principio de la humanidad han tenido consecuencias catastróficas.

No lo haremos ni nosotros ni nadie, siempre y cuando las campañas de erradicación se extiendan masivamente, como en algunos de los casos que vamos a recordar. La esperanza es que a todas las enfermedades infecciosas se las lleve el viento.

No podemos olvidarnos de Edwar Jenner, médico inglés que descubrió cómo el virus vaccina de las vacas era capaz de provocar inmunidad contra la viruela cuando se inoculaba en personas sanas. A partir de ahí, las vacunas han salvado a la humanidad de un gran número de enfermedades infecciosas.

La primera enfermedad erradicada

La viruela es una de las enfermedades más mortales y también la única que ha sido erradicada con la vacunación. Está causada por un poxvirus (Variola virus) que contiene ADN como material genético.

Se han encontrado restos arqueológicos que atestiguan la incidencia de la enfermedad sobre poblaciones humanas muy antiguas. La viruela se transmitía por un contacto cercano con las llagas o las gotitas emitidas por la respiración de una persona infectada.

La tasa de mortalidad era muy elevada (30 %) y la enfermedad se caracterizaba por la aparición de pústulas y posteriores cicatrices diseminadas por todo el cuerpo, y en algunos casos ceguera. La muerte se producía por la respuesta inflamatoria masiva que ocasionaba shock e insuficiencia multiorgánica. Solía ocurrir durante la segunda semana de la enfermedad.

La vacuna consiste en la inoculación del virus vaccinia, semejante a la viruela pero que produce una enfermedad leve. No es una vacuna de virus atenuado ni inactivado, ¡está vivo!

Desde 1977, la enfermedad se considera erradicada gracias a la vacunación. Una de las vacunas que se está desarrollando contra covid-19 utiliza una metodología semejante con un virus de estomatitis, pero está poco avanzada aún comparando con las de ARN y adenovirus.

El último caso de contagio natural se diagnosticó en octubre de 1977 y en 1980 la Organización Mundial de la Salud (OMS) certificó la erradicación de la enfermedad en todo el planeta.

No solo manchas en la piel

El sarampión es una enfermedad causada por un virus con ARN de la familia de los paramixovirus. Al igual que el SARS-CoV-2, se reproduce y se contagia (aunque con mucha más eficacia) en las vías respiratorias altas. Alrededor del 90 % de las personas susceptibles que se exponen a alguien con el virus se infectan.

El ser humano es el único huésped del virus del sarampión. La enfermedad se caracteriza por síntomas como fiebre, tos, dolor de garganta y un característico exantema (manchas en la piel). Puede presentar complicaciones como bronquitis, laringitis, neumonía, encefalitis y afectar durante el embarazo. El porcentaje de casos mortales es de uno por mil, pero en países en desarrollo puede llegar hasta el 10 %.

En los países desarrollados, la mayor parte de los niños están inmunizados contra el sarampión puesto que se les vacuna a la edad de 12 meses. La vacuna contra el sarampión se desarrolló en los años 60 y está basada en el virus atenuado. Se requieren dos dosis y se suele administrar junto a la de la rubeola y paperas.

El calendario de vacunación en España se muestra en la siguiente tabla.

Aunque la vacuna del sarampión ha contribuido en gran manera a disminuir la mortandad infantil (se calcula que ha prevenido 1,4 millones de muertes a nivel mundial), la enfermedad está lejos de ser erradicada y en el momento en que la población deja de vacunarse, inmediatamente aparecen brotes. Al ser muy contagioso, el número de personas que sufrirían complicaciones saturaría rápidamente los recursos hospitalarios disponibles: ¿nos suena?

La vacuna contra la parálisis que se saborea

La poliomielitis fue descrita por primera vez por el alemán Jakob Heine en 1840. Está causada por un Enterovirus conocido como poliovirus (PV). Contiene también ARN e infecta y causa enfermedad solo en los seres humanos, afectando principalmente al sistema nervioso. La mayoría de las infecciones de polio son asintomáticas. Solo en el 1 % de casos el virus infecta y destruye las neuronas motoras, causando debilidad muscular y parálisis aguda flácida afectando fundamentalmente a la población infantil.

La poliomielitis es altamente contagiosa y se propaga fácilmente de persona a persona a través de secreciones respiratorias o por la ruta fecal oral. En las zonas endémicas, el poliovirus salvaje es capaz de infectar prácticamente a toda la población humana.

Hay dos versiones de vacuna, una de virus inactivado que se inyecta y otra de virus atenuado que se administra de modo oral. En 1988, la polio dejaba paralíticos a más de mil niños, ¡cada día! A partir de un programa mundial de erradicación emprendido por la OMS se consiguió que en 2001 hubiera menos de mil casos en todo el año.

La poliomielitis está erradicada de la mayoría de los países occidentales, pero aún no del todo en el mundo. Se espera que sea la segunda enfermedad viral por erradicar después de la viruela.

La vacuna antitetánica, cada 10 años

El tétanos es una enfermedad provocada por una toxina secretada por la bacteria Clostridium tetani que se encuentra en la tierra de cultivo, heces e intestinos de animales de granja y ratas. Sus esporas, con las que resisten y se diseminan, se pueden encontrar en la tierra y en la piel (tanto la de animales como humanos) y debajo de las uñas.

Existen datos antiguos desde el siglo V a. C. en los que se describe esta enfermedad. Hipócrates fue el primero que describió los síntomas del tétanos como hipercontracción de músculos esqueléticos. La enfermedad causa espasmos o violentas contracciones musculares, rigidez e inestabilidad del sistema nervioso autónomo.

No existe inmunidad natural y haber padecido la enfermedad tampoco confiere protección a largo plazo. Por eso, aparte de medidas higiénicas, la inmunización mediante la vacunación es la única forma de prevención de la enfermedad.

La vacuna antitetánica se basa en un «toxoide», una versión inactivada de las «toxinas» que secretan las bacterias que producen la enfermedad. El toxoide no produce la enfermedad pero sí activa el sistema inmune. Tiene una tasa de efectividad del 99 %, pero la protección disminuye con el tiempo. Con lo cual es imprescindible asegurar la revacunación a lo largo de toda la vida cada 10 años.

La vacunación es universal y sistemática en niños y adultos, según calendarios vigentes en cada país. Se hace especial hincapié en mayores de 50 años, ancianos institucionalizados, ambiente rural y laboral de riesgo, inmigrantes, enfermos que deban recibir cirugía, personas con diabetes, enfermos de VIH, con adicciones y personas que se realicen tatuajes o piercing.

Las vacunas han jugado un importantísimo papel en mejorar la calidad de vida en todo el planeta. Previenen enfermedades y evitan sufrimientos y muertes. No debemos olvidar que, gracias a ellas, protectoras e invisibles, podremos erradicar muchas enfermedades, como si se las llevara el viento.

Este artículo también esta firmado por:

Matilde Cañelles López. Investigadora Científica. Ciencia, Tecnología y Sociedad, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)

Nuria Eugenia Campillo. Científico Titular. Medicinal Chemistry, Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB - CSIC)

Este artículo ha sido publicado en The Conversation

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