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Bolsas de plástico en el Puerto de Valencia. EFE
El Mediterráneo es una inmensa mancha de microplástico

El Mediterráneo es una inmensa mancha de microplástico

Uno de los grandes problemas de las playas es la contaminación con residuos plásticos que las convierten en vertederos

Sábado, 8 de junio 2019, 07:15

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Un círculo del tamaño de España en medio del océano Pacífico es la mayor de las 'islas de plástico', un territorio de diminutas partículas de desechos, que amenazan la vida de los mares. También la del ser humano. «Nos imaginamos una isla sólida, pero realmente son cinco grandes cúmulos de basura, una sopa de plástico, fragmentos de plásticos mezclados con agua, favorecidos por las corrientes oceánicas. No es algo visible. No es que vas por el Pacífico y te encuentras con la isla. Son zonas con alta concentración de microplástico, detectado por analíticas del agua», explica Pilar Zorzo, presidenta de la Asociación Española de Basuras Marinas, una organización que colabora con SEO BirdLife y Ecoembes en el Proyecto Libera para la limpieza de la naturaleza. Ese caldo de residuos deteriorados y encogidos por el océano a veces está aderezado con «pelotas» de restos más grandes, juntados por las redes perdidas de la pesca. Esas espectaculares islas de plástico del Atlántico, sin embargo, apenas representan menos del 5% del total de este tipo de contaminación que existe en los mares. La gran mayoría está por debajo de las cotas superficiales.

La civilización produce plásticos desde hace relativamente pocos años. Desde la refinación del petróleo. «En los mares y océanos hay entre 5 y 50 billones de microplásticos. La mayoría de estos microplásticos llega a través de los ríos, y se calcula que hasta el 80% de la 'basuraleza' marina nace en el entorno terrestre», asegura un informe de Libera. Aunque se emplea de manera masiva desde los años sesenta, entre un 60% y un 90% de los residuos marinos son plásticos, dependiendo de la zona en que se realiza la medición. Aumentan en el litoral y disminuyen en aguas abiertas, donde el movimiento de las mareas las conduce al lugar donde las corrientes se encuentran.

«Estas concentraciones hacen visible el problema de la contaminación del planeta», prosigue Zorzo, que participará con su organización en el Día Mundial de los Océanos cada 8 de junio. «Es un tipo macroscópico (visible sin microscopio) y han empezado a saltar la alarmas porque se calcula que en 2050 habrá más plástico que peces en el mar. Ese microplástico nos llega a través de la cadena trófica. En el agua, en la sal, en el pescado». La producción de plástico es tan reciente que los organismos de los seres vivos no han tenido tiempo a adaptarse.

Utópica limpieza

Uno de los mares más afectados es el Mediterráneo, que tiene entre un 21% y un 54% de las partículas de microplásticos del mundo. Algo así como el 10% de la masa global de este tipo de contaminación, asegura Greenpeace en su informe 'Un Mediterráneo lleno de plástico'. «Se ha estimado que hay 5,25 trillones de fragmentos de desechos plásticos flotando en el mar». Si se recogieran, pesarían más de 270.000 toneladas.

«El 20% del microplástico del mundo está en el Mediterráneo, pero no se hacen estas islas porque las corrientes son otras», explica Alba García Rodríguez, responsable de la Campaña de Plástico en Greenpeace España. «El problema lo tenemos muy cerca, ya que la concentración de microplásticos es bastante elevada en toda la cuenca, similar a la de la isla de plástico del Atlántico». Su descripción coincide con la de Zorzo: «Los mantos de plástico son más parecidos a una sopa. El agua es el océano y los fideos, el microplástico, que casi no se ve a simple vista».

Para limpiar estas manchas han surgido todo tipo de propuestas. Desde una aspiradora gigante hasta el arrastre por redes. «El impacto de las soluciones hay que valorarlo», alerta Zorzo. «A veces el remedio es peor que la enfermedad. Hay que cerrar el grifo en tierra. También hay que enfrentar otros problemas como la pérdida de biodiversidad por contaminación química y orgánica, la acidificación de los océanos consecuencia del cambio climático y la sobreexplotación».

El imaginario colectivo visualiza erróneamente las islas de plástico como un archipiélago de náufragos y, no obstante, esa metáfora ayuda a contrarrestar sus efectos, al producir un gran impacto. «El hecho de que la gente se pueda imaginar una isla de plástico hace más visible el problema», opina Zorzo. Aunque sigan allí, en mares y océanos, se busca evitar la expansión de estos continentes de basura.

Los pasos son también a nivel de gobiernos. La Unión Europea aprobó una directiva del plástico de un solo uso, que prohíbe fabricar algunos productos, promueve la reutilización y busca optimizar la recogida selectiva.

«¿Qué verá mi hijo dentro de 20 años? Tendrá que ir a un acuario»

El año pasado, por el Día Mundial de los Océanos, el buzo Antonio Márquez, fundador de Oceánidas y Red de Vigilantes Marinos, se sumergió en Palma de Mallorca para extraer cuanto residuo sólido encontrara. «Sacamos cientos de toallitas higiénicas que estaban a ocho metros de profundidad», recuerda. «Nuestra experiencia es en cotas muy bajas, pero depende de dónde bucees vas a sacar un tipo de residuo u otro. En las playas donde acude mucha gente hay bolsas y botellas; en los espigones extraes marañas de anzuelos, plomadas y sedales, y en puertos deportivos o pesqueros, cosas que dices '¿cómo tiran esto al agua?': baterías de coche, carritos de la compra, neumáticos, hierro...».

«En torno al 79% del plástico producido durante los últimos 150 años está acumulado en vertederos o entornos naturales», asegura el informe sobre el 'Impacto del abandono del plástico en la naturaleza' del proyecto Libera, coordinado por SEO BirdLife y Ecoembes, que también organiza la iniciativa ciudadana '1m2 por la naturaleza', para la recogida de residuos el 15 de junio.

En 2018 participaron más de 3.500 voluntarios, que recolectaron más de 22 toneladas de desechos en 103 puntos marinos. «Debemos acercarnos al origen de esta crisis para generar cambios en nuestros hábitos diarios y tornar a un modelo de economía circular», señaló Óscar Martín, consejero delegado de Ecoembes.

Desde hace 35 años, Márquez explora las profundidades marinas. «El cambio es brutal en algunas zonas, cada vez hay más residuos en los mares», asegura. «¿Qué verá mi hijo dentro de 20 años? Tendrá que ir al acuario para ver las especies que antes teníamos aquí».

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