Crece el temor entre los cicloturistas ante el aumento de atropellos en la carretera
Cicloturistas guipuzcoanos se muestran preocupados por la oleada de accidentes mortales de los últimos días
GAIZKA LASA
Jueves, 18 de mayo 2017, 18:01
No debería, pero el ciclismo se está convirtiendo en un deporte de riesgo. En lo que va de año, 18 personas se han dejado la vida en la carretera encima de la bici por la imprudencia de conductores que, en muchos casos, dieron posteriormente positivo en alcohol y drogas. Durante los últimos días, la confluencia entre atropello mortal y embriaguez o brote narcótico ha elevado el problema del cicloturismo a categoría de titular en negrita, pero «lo que sale siempre es menos de lo que hay, si no hay muerto no es noticia, pero hay muchos arrollamientos que no terminan en tragedia de milagro», dice Juan Ignacio Elosegi, uno de los miles de aficionados guipuzcoanos al ciclismo que practica este deporte casi a diario.
Este donostiarra de 61 años volvió a hacer su plan preferido ayer por la mañana. ¿Desafiar amenazas impulsadas a motor y armadas con pesadas carrocerías por carreteras hostiles donde predominan las prisas, las gestiones indebidas, cuando no el alcohol y las drogas? Cualquiera diría que está loco. Simplemente, le gusta el ciclismo.
Y eso que también ayer pensó en «si yo puedo ser el siguiente que puede perder la vida por un imprudente». Su compañero de fatigas, Santi Lazcoz, donostiarra de 63 años, definió la advertencia de la fatalidad como «una lotería a la que jugamos cada vez que salimos».
Solo en el mes de mayo, una conductora ebria y drogada ha matado a dos ciclistas y herido a otros tres en Valencia; otra conductora que dio positivo en alcoholemia ha arrollado a seis ciclistas en Tarragona causando tres heridos y una tercera conductora, bebida también, se ha dormido y atropellado a dos ciclistas en Navarra. Ayer mismo, el equipo ciclista Bicicletas Rodríguez- Extremadura informó de que el manchego Jesús Alberto Ruiz, corredor sub 23, sufrió varias roturas y heridas de consideración tras ser atropellado en Ciudad Real por un camión que pretendía adelantarle y que después del accidente se dio a la fuga. Si bien nunca se sabe dónde pueden aliarse la imprudencia y la desdicha, es mejor tomar medidas para tener menos boletos. Santi Lazcoz confiesa que «sí que hemos solido modificar el horario de salida o variado la ruta prefijada para evitar conductores que vuelven de fiesta». No es algo nuevo motivado por la última oleada de siniestros. «Conocemos este peligro desde hace tiempo y llevamos años adaptando las salidas a ciertas circunstancias. Por ejemplo, en sanfermines no se nos ocurre ir hacia Lesaka por la N-121-A. Hemos solido ver grupos de coches que vuelven de parranda como si no hubiera controles».
Se da la paradoja de que la franja horaria más proclive al encuentro con conductores ebrios coincide con el momento más plácido de la semana para los ciclistas. Juan Ignacio Elosegi señala que «la primera hora del sábado o domingo es el momento más tranquilo en cuanto al tráfico y, teóricamente, el más seguro, aunque eso no quiere decir que no te venga el clásico conductor que viene de fiesta y te atropelle».
A la escasa circulación se suma en esos casos el mayor tamaño de los grupos que salen a rodar. Juan Ignacio y Santi se unieron durante los primeros kilómetros de la sesión de ayer con el ciclista amateur Endika Mendizabal formando un trío fácilmente sorteable por los vehículos, pero cuentan que «los fines de semana nos juntamos entre 25 y 30 cicloturistas y es cuando más protegidos nos sentimos. Los que quieren adelantarnos tienen que tener más prudencia».
Elosegi fue ciclista y técnico de la Federación Vasca antes de que el deporte que ama se convirtiera en puro ocio, así que con conocimiento de causa expresa que «la situación en la carretera va a peor primero porque hay más ciclistas y segundo, porque hay menos respeto y concienciación. Resultamos molestos y hay conductores que hacen ostentación de su fuerza ante nosotros con fuertes acelerones y pasándonos de cerca. A veces libramos por centímetros». Y si el alcohol o las drogas intervienen en la arriesgada intimidación...
«Mi madre se pone cardíaca»
Esta semana, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, ha anunciado que los conductores reincidentes con sanciones de alcohol y drogas -aquellos que tengan dos o más multas en un periodo inferior a dos años- perderán el permiso de conducir por «falta de aptitudes psicofísicas». También, que para mejorar la seguridad se estudiará la puesta en marcha de señales «inteligentes» de advertencia de ciclistas y marcas de separación de 1,5 metros sobre el asfalto, la distancia mínima de seguridad para que un vehículo adelante a un bicicleta.
Estas medidas se comentaban ayer en las 'grupetas' de ciclistas. Para Santi Lazcoz, «aunque son correctas, creemos que no van a tener efectividad porque quienes perpetran estos atropellos son gente que pasa de todo, capaz de conducir sin carné, con un pensamiento diferente, sin conciencia del daño que pueden provocar». Conclusión: «Tiene que haber más controles».
Hay quien sale por placer y quien lo hace por necesidad. Endika Mendizabal arrancó su salida de ayer con dos cicloturistas antes de acelerar para completar su entrenamiento y, aunque ocupan su mente los datos del pulsómetro o la ilusión de la competición, «cada vez nos preocupa más el tema de los accidentes». Tuvo uno hace un mes bajando el alto de Gaintxurizketa, hacia Irun. Una furgoneta de reparto le embistió. «Me dijo que no me había visto. Me arrastré unos veinte metros por el suelo». Aún se resiente de los golpes en la rodilla, la cadera y la espalda. La primera llamada fue a su madre. «Se pone cardíaca cuando piensa que ando por la carretera». El sufrimiento de los familiares. Lazcoz y Elosegi reconocen que «no decimos en casa todas las escapadas que tenemos por no preocupar, pero las tenemos casi a diario».