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Lluc Salellas, portavoz de la CUP. Efe
La CUP consuma su ruptura definitiva con JxCat y ERC por «autonomistas»

La CUP consuma su ruptura definitiva con JxCat y ERC por «autonomistas»

Los anticapitalistas deciden bloquear la actividad de la Cámara catalana y dejan solo a Quim Torra

cristian reino

Jueves, 1 de enero 1970

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La CUP dio este sábado un puñetazo en la mesa y escenificó su quiebra definitiva con JxCat y ERC. Los anticapitalistas han perdido la influencia de antaño, pero llevaban meses amagando a los dos principales grupos secesionistas que o se decantaban por la vía de la desobediencia y la ruptura unilateral o perderían el apoyo de la izquierda radical independentista. Los antisistema decidieron ayer en una reunión extraordinaria de su consejo político que «bloquearán» la Cámara catalana ante la deriva «autonomista» de JxCat, ERC y el Gobierno catalán.

Los anticapitalistas anunciaron que no negociarán los presupuestos de la Generalitat, trabajarán para «no consolidar» el Ejecutivo de Torra y decidirán en próximos encuentros cómo se concreta ese bloqueo al Parlament. Su idea es centrar la acción política en las calles, lo que abre la puerta a que puedan dejar sus cuatro escaños vacíos, como protesta por la falta de compromiso que a su juicio tienen Quim Torra y los líderes de Esquerra con la promesa de hacer efectiva la república en la presente legislatura. «No tenemos un botón para convocar elecciones. Tenemos nuestra actividad parlamentaria y estamos explorando hasta qué límites eso podría conducir a una situación de unos nuevos comicios«, advirtieron los cuperos.

El órdago de la CUP deja cada vez más solo al presidente de la Generalitat, cuyo gobierno se debilita por momentos. Los problemas le crecen a Quim Torra. No solo tiene a sus «amigos» de los CDR en pie de guerra pidiendo su dimisión cada vez que se manifiestan (la última vez el viernes ante las sedes de ERC y el PDeCAT). Si no que además tiene que lidiar con un gobierno partido en dos. Y lo que es peor para él.

El secesionismo ha perdido la mayoría absoluta por sus guerras internas. A día de hoy, la Generalitat y la coalición de JxCat y ERC no pueden aprobar ninguna iniciativa legislativa porque están en minoría. Si la CUP dejara vacíos sus escaños, el independentismo pasaría a tener 61 diputados -sobre 135- ya que JxCat sigue sin aceptar la suspensión y sustitución de los cuatro parlamentarios procesados.

Torra y Pere Aragonès pactaron que el Gobierno catalán se mantendría unido, pase lo que pase, hasta la sentencia del juicio del 1-O. Queda mucho y la presión cada vez es mayor. La ANC le lanzó un ultimátum recientemente: tiene que detallar cómo va a llegar a la independencia antes del 21 de diciembre. De lo contrario, la Asamblea pedirá elecciones. Máxima presión, con JxCat al borde de la división y la tensión por los presupuestos del Estado, que los independentistas tienen en su mano pero cuya aprobación les costaría mucho justificar en los sectores más irreductibles del secesionismo.

Los sectores que se niegan a que haya diálogo con Madrid pues temen lo que de facto se está produciendo que es el fin del proceso secesionista y la vuelta paulatina a posiciones más posibilistas. Por eso, la CUP, que piensa en las elecciones municipales, habla de que la Generalitat ha renunciado a la vía de la autodeterminación y apuesta por el «autonomismo».

Ponsatí admite que la declaración de independencia fue un «brindis al sol»

La exconsejera de Educación de la Generalitat, Clara Ponsatí, miembro del gobierno liderado por Carles Puigdemont, es casi la única dirigente secesionista que dice en público lo que la mayoría de los líderes independentistas reflexionan en privado. Ponsatí admitió aeste sábado que la proclamación de independencia que aprobó la Cámara catalana hace un año fue un «brindis al sol», porque «todos los que deberían haber hecho algo después de la declaración sabían que no harían nada«.

«Yo creo que fue un accidente, el presidente Puigdemont había decidido convocar elecciones, fue una decisión que le costó mucho tomar, estuvo sometido a fuertes presiones», sentenció ayer Ponsatí en Catalunya Ràdio. La exconsejera, huida en Escocia, donde da clases en la universidad, es la segunda vez que viene a reconocer que los hechos de octubre del año pasado fueron más bien un engaño. En el mes de junio pasado, la exconsejera admitió que el Gobierno catalán estaba jugando al «póquer» e iba de «farol».

Unas palabras que también ha suscrito en alguna ocasión el exconsejero Santi Vila y que se corroboraron la misma noche del 27-O, horas después de que la Cámara declarara la independencia y nadie en el Gobierno catalán diera la orden para arriar la bandera española del Palau de la Generalitat, a pesar de que miles de personas se agolpaban en la plaza de Sant Jaume esperando el nacimiento de un nuevo estado.

Clara Ponsatí se alineó además ayer con las tesis de los dirigentes de Esquerra y del PDeCAT, que abogan por un proceso cocinado a fuego lento. A su juicio, aún no hay suficiente mayoría social para la independencia en Cataluña. «Se ha demostrado con los hechos que con un 47% no hay suficiente para proclamar una república», remató.

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