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La candidata del BNG, Ana Pontón, celebra los resultados del 12-J en Galicia. EFE
El nacionalismo se refuerza en Galicia y País Vasco a costa del constitucionalismo

El nacionalismo se refuerza en Galicia y País Vasco a costa del constitucionalismo

PNV y Bildu controlan el 70% de los escaños en el Parlamento vasco tras el 12-J mientras el BNG obtuvo el mejor resultado de su historia

Domingo, 19 de julio 2020, 00:04

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Las elecciones gallegas y vascas celebradas el pasado 12 de julio confirmaron el ascenso de las fuerzas nacionalistas en el País Vasco y Galicia. PNV y Bildu, por un lado, y el renacido BNG, por el otro, lograron resultados históricos a costa dePodemos y sus confluencias, y de un PSOE que, aunque no pierde terreno, se aferra a lo ganado hace cuatro años mientras se muestra más interesado en lograr un gran acuerdo en Madrid que en disputar el voto en estos territorios. Una estrategia que puede mantener esta tendencia en las autonómicas catalanas, aunque aún no tienen fecha de celebración.

Lo cierto es que la foto que salió de las urnas el pasado domingo refleja dos claves principales. Por un lado, en el País Vasco PNV y Bildu ya controlan el 70% de los escaños del parlamento. En el caso de la formación abertzale lograron, además, su mejor resultado hasta la fecha con 21 diputados (22 hasta el pasado viernes, cuando el escrutinio definitivo lo traspasó a PP+Cs). Yen Galicia, el BNG también superó su mejor marca, la obtenida por el histórico Xosé Manuel Beiras en 1977, gracias a la renovación iniciada hace ya cuatro años por Ana Pontón, que ya busca disputar el poder al popular Alberto Núñez Feijóo, quién sumó cuarta mayoría absoluta seguida.

El ascenso tiene justificaciones más allá de los datos de participación o que los sondeos preelectorales señalaran que tanto Bildu como el BNG concentran el voto entre los menores de 25 años. «El PSOE se ha anquilosado en el País Vasco y Galicia, se ha mostrado muy benevolente con el PNV, Bildu o BNG en el Congreso para conseguir su apoyo al estado de alarma o a los Presupuestos y eso se ha percibido como que no estaba disputando el voto a las fuerzas nacionalistas. Por otra parte, el PP, en el caso vasco, eligió a Carlos Iturgáiz, un candidato que ya estaba amortizado», explica a este periódico Antonio Elorza, catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense.

La victoria del PNV en el País Vasco no puede considerarse una sorpresa. Los 'jeltzales' suman 40 años de hegemonía con una sucesión de lehendakaris que ha transitado por Carlos Garaikoetxea (1980-1985), José Antonio Ardanza (1985-1998), Juan José Ibarretxe (1998-2009) e Iñigo Urkullu (2012-actualidad). Solo la llegada de Paxti López al Palacio de Ajuria Enea, que ejerció el cargo entre 2009 y 2012 gracias a un acuerdo de investidura con el PP (tercera fuerza en aquellos comicios, puso coto a la fiesta nacionalista. «Bastó la deriva soberanista de Ibarretxe y la ilegalización de Batasuna para que la balanza se inclinara hacia el constitucionalismo», opina Elorza, que cree que actualmente el subsistema político vasco «no es soberanista, pero sí nacionalista, con Bildu en condiciones de disputar el poder».

A la vista del histórico resultado del 12-J, la posición de la izquierda abertzale, por su parte, tras tres décadas marcadas por su relación con ETA, ya se percibe como legítima y como una alternativa al PNV. «Gracias, en parte, a que Sánchez lo asume como un aliado y lo trata de forma reverencial», señala Elorza.

En Galicia el contexto difiere, con un sistema dual en el que los protagonistas han pasado a ser desde el domingo pasado el Partido Popular y el BNG. Los primeros acertaron absorbiendo elementos del nacionalismo ya en la época de Manuel Fraga como presidente de la Xunta (cuya marca de cuatro mandatos acaba de igualar Feijóo), como el uso del idioma gallego o la férrea defensa de sus peculiaridades. Durante la campaña electoral del 12-J, ocultaron en carteles y atriles el símbolo del partido, tan solo era visible el nombre del candidato y un 'Galicia, Galicia, Galicia'.

El BNG, que hace cuatro años se vio superado por las llamadas mareas (antiguas confluencias de Podemos), en esta ocasión sacó tajada de las discrepancias entre estos y los de Pablo Iglesias para expulsarlos del parlamento y convertirse en la segunda fuera. No fue su única arma, Pontón viró hacia posiciones menos radicales para capitalizar a más votantes, con un discurso rejuvenecido y menos dependiente de la retórica nacionalista gallega. «Tanto PNVcomo BNG se han moderado y han renunciado más a la independencia y eso lo han premiado los electores», apunta el sociólogo y presidente de GAD3, Narciso Michavila.

El caso catalán

En Cataluña las elecciones que se avecinan tienen elementos que la harán inéditas. Por un lado, desde que Sánchez fue investido el pasado enero y ERC se acercó a la órbita de PSOEy Unidas Podemos para alcanzar acuerdos, como la puesta en marcha de la mesa de diálogo entre Gobierno yGeneralitat, han aumentado los recelos entre republicanos y posconvergentes, con la entrada en juego, además, del nuevo partido creado por el expresidente Carles Puigdemont, la Crida Nacional, y la incógnita de si laCUP emulará al BNG.

Actualmente la cámara catalana registra un empate técnico entre las fuerzas nacionalistas y las llamadas constitucionalistas (si se incluye a los comunes de Ada Colau). Pero la situación ha cambiado para Ciudadanos, el partido más votado en 2017, y si cae en los próximos comicios como ocurrió en las generales del 20-N, podría inclinar la balanza hacia el soberanismo.

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