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Íñigo Errejón y Pabo Iglesias. EFE
Iglesias y Errejón, de camaradas a enemigos en tres años

Iglesias y Errejón, de camaradas a enemigos en tres años

La entrada en política rompió una amistad que las dos principales figuras de Podemos forjaron en la Facultad de Políticas.

Ander Azpiroz

Madrid

Sábado, 19 de enero 2019

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Pablo Iglesias e Íñigo Errejón se conocieron en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense hace 16 años, cuando el primero tenía 24 y el segundo 19. La escena la describió el líder de Podemos en noviembre 2015. «Le veo allí, sentado en la puerta de la cafetería, con un trocito de pan y al trocito de pan le estaba echando un sobrecito de azúcar. Y no pude evitar acercarme y decirle: 'Pero, ¿por qué comes pan con azúcar?'. Y me dice el pobrecito: 'Es que es como un suizo'», reveló Iglesias. Poco después el ex número dos de Podemos corrigió a su jefe de filas: tenía prisa porque debía acudir a una reunión de estudiantes y cogió de la cafetería lo primero que encontró a mano.

Por aquel al final de 2015, las dos máximas figuras ya comenzaban a discrepar hasta en la manera en que se habían dado la mano por primera vez. Aún así formaban un tándem que revolucionó la política española. En diciembre de 2015 Podemos entró en el Congreso como tercera fuerza a nivel nacional. No conseguir el 'sorpasso' sobre el PSOE fue una decepción para los dirigentes podemistas, que incluso aspiraban a la Moncloa, pero su éxito de entonces resulta inapelable.

Fue con la llegada al Parlamento cuando se empezaron a vislumbrar con claridad las diferencias entre las dos principales figuras del partido emergente. Y es que, como ha dicho Errejón en el pasado, no es lo mismo ser amigo que compañero de partido.

Uno de los principales debates en el que se midieron tras aterrizar en la Cámara baja fue la conveniencia o no de favorecer un gobierno de Pedro Sánchez y Albert Rivera. Iglesias en ningún momento se movió del no rotundo. Errejón, que siempre manifestó que Podemos nunca daría un cheque en blanco a socialistas y liberales, se colocó en posiciones más flexibles. Pero la decisión estaba tomada y el líder de Podemos forzó una repetición electoral. Se guardaba un as en la manga: la confluencia con la nueva Izquierda Unida de Alberto Garzón, un acuerdo que unos meses antes había rechazado de plano el secretario general podemista.

El bautizado como 'pacto de los botellines' que en mayo de 2016 unió los destinos electorales de Podemos e IU supuso un nuevo encontronazo. Errejón avisó durante meses de que los cinco millones de votos de Podemos y el millón de IU en los comicios de 2015 no tenían por que sumar seis en las siguientes elecciones. Y tenía razón. En las generales del 26 de junio Unidos Podemos se quedó en los cinco millones de sufragios, uno menos que lo esperado y, además, otra vez, sin el soñado 'sorpasso'.

Sergio Pascual

Antes del fiasco electoral Iglesias hizo algo que hizo que las diferencias de criterio con su mano derecha pasarán de lo político a lo personal. El 15 de marzo de 2016 el líder del partido fulminó a Sergio Pascual como secretario de Organización. Lo hizo, además, con términos muy duros. A Pascual, uno de los más estrechos colaboradores de Errejón, le acusó de una «gestión deficiente cuyas consecuencias han dañado gravemente a Podemos en un momento tan delicado como es el proceso de negociaciones para conformar un gobierno del cambio». El número dos ni siquiera fue avisado de la defenestración de su amigo y, ofendido, desapareció dos semanas de la faz de la tierra, pese a ser el portavoz parlamentario de Podemos. Cuando volvió fue sincero: «No comparto todas las decisiones de mi secretario general. Pero sigue siendo mi secretario general». Fue el principio del fin.

El siguiente paso en la ruptura fueron las primarias para elegir secretario general en la Comunidad de Madrid. A espaldas de Iglesias, Errejón auspició una candidatura afín encabezada por Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento de Madrid y a día de hoy suspendida de militancia por, como ha hecho ahora Errejón, presentarse a las primarias de Más Madrid, la candidatura creada por Manuela Carmena. A partir de ahí fue todo cuesta abajo hasta llegar a Vistalegre II.

La lucha fratricida la ganó Iglesias, que como premio de consolación otorgó a Errejón la candidatura a la Comunidad de Madrid. Pero las heridas de aquella Asamblea Ciudadana nunca se llegaron a cerrar y hoy están más abiertas que nunca entre dos camaradas de facultad que se hicieron amigos, después se convirtieron en compañeros de partido y ahora son dos enconados adversarios políticos.

«La gente votará fijándose en los proyectos y no en las caras»

En abril de 2014, Podemos decidió que concurría a las elecciones europeas del 25 de mayo, en las que logró su principal éxito -cinco escaños partiendo de la nada-, con el rostro de Pablo Iglesias como logotipo. Un año después fue el tirón de la juez Manuela Carmena el que llevó a la formación, embarcada en una amplia plataforma, a tomar las riendas del Ayuntamiento de Madrid. Ahora la dirección del partido ha dejado de creer en los personalismos. O eso dijo hoy su secretario de Organización, Pablo Echenique.

«Yo creo que la gente votará fijándose en los proyectos y no en las caras», sostuvo el responsable del orden interno de la formación, noqueada aún por la estocada que el jueves le propinó su candidato a la Comunidad de Madrid, Iñigo Errejón, al anunciar su intención de concurrir a los comicios bajo el paraguas de un nuevo proyecto pilotado al alimón con la alcaldesa Carmena.

Podemos reunió ayer al Comité de Campaña con todos los candidatos y líderes autonómicos de la formación allá donde el próximo 26 de mayo se celebrarán elecciones. Todos menos Errejón, claro. «Yo mismo le invité antes de conocer que iba a ser el candidato de otra fuerza política; siendo el candidato de otra fuerza política no tiene sentido que venga a una reunión de Podemos», dijo. El objetivo no declarado de la cita era evidente: ver cómo respiran en otros territorios tras el movimiento del que fuera colíder del partido y frenar escisiones en cascada.

«Es muy triste que la ambición personal y los proyectos personales puedan poner a España a hablar durante dos días de las batallas internas en los partidos, que no deberían existir», argumentó poco antes del inicio de la reunión. Ahora, según él, toca «pasar página», pero no será tan fácil. Podemos tiene que elegir un nuevo candidato para concurrir en la Comunidad de Madrid con IU como Unidos Podemos. Pero su líder en la región, Ramón Espinar, evitó aclarar si cree que esa es la opción más lógica o si sería partidario de negociar con Errejón. Izquierda Unida Madrid, por su parte, apostó el viernes por una candidatura unitaria, pero la dirección federal de Alberto Garzón no lo comparte.

Por su parte, Errejón pidió este sábado al partido que «recapacite» con respecto a las peticiones que le han hecho de que abandone la formación. «Mas Madrid es un intento de decirle a los madrileños: no tiréis la toalla», aseguró en una entrevista en La Sexta, en la que dijo también que confía en que Podemos no presente a ningún candidato alternativo para la región.

«No voy a cambiar mis ideas por un escaño, valoro más mis ideas, las tengo en más estima» y añadió que los puestos son temporales, esos van y vienen y que las «ideas es lo más valioso que tengo».

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