Borrar
Los caminos de Iglesias y Calviño

Los caminos de Iglesias y Calviño

Si el Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos sale adelante, ambos serán vicepresidentes

Sábado, 7 de diciembre 2019, 17:18

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El anuncio de Pedro Sánchez durante el debate electoral del pasado 5 de noviembre de situar a Nadia Calviño, actual ministra de Economía en funciones, como vicepresidenta, provocó una amarga reacción en Unidas Podemos. «Calviño va a asustar a la gente de izquierdas», llegó a afirmar Pablo Iglesias, que durante toda la campaña sembró la sospecha de que lo que realmente buscaba el PSOE con este movimiento era seducir al Partido Popular. Cuarenta y ocho horas más tarde de que se cerraran las urnas el 10-N, el líder de la formación morada se abrazaba con los socialistas en un preacuerdo de gobierno que le aseguraba otra de las vicepresidencias –la tercera la ocupará Carmen Calvo–. Se tendrá que «tragar algún sapo», como él mismo reconocía, consciente de que está condenado a entenderse con Calviño, de la que le separan profundas diferencias ideológicas, si finalmente las negociaciones alumbran el primer Ejecutivo de coalición desde que se restauró la democracia en España.

Calviño, economista forjada en las instituciones europeas de Bruselas, renunció a su puesto como directora general de Presupuestos de la Comisión Europea para sumarse al Gobierno de Sánchez nacido tras la moción de censura a Mariano Rajoy. Discreta y con buena reputación entre banqueros y grandes empresarios, es partidaria de controlar el gasto público con medidas como la 'mochila austriaca', una especie de hucha que acompaña al trabajador durante toda su vida laboral y en la que las empresas ingresan cantidades mensuales que servirían para pagar las indemnizaciones por despido y se sumarán a la jubilación. «Hemos planteado si podría ser interesante introducir la 'mochila austriaca', sin que supusiera que ninguna manera la reducción de derechos laborales, sino al contrario», avanzó la economista en campaña.

Aunque Unidas Podemos no quieren ni oír hablar de esta medida, Iglesias es plenamente consciente de que el puzle que se avecina requiere de consenso y «lealtad». Para Podemos, la nueva Legislatura es una oportunidad de consolidarse como fuerza de gobierno y ya reconoce abiertamente que «habrá discusiones en el seno del Consejo de Ministros», pero lo matizaba añadiendo que éstas «se quedarán dentro, el Gobierno mostrará unidad».

Será difícil mantener esa cohesión, por ejemplo, al enfrentarse a la reforma laboral, otro punto de fricción entre ambas formaciones. Los socialistas proponían su derogación en su programa electoral del pasado abril, pero ahora matizan que solo se referían a «los aspectos más lesivos de esta». Desde Podemos, sin embargo, apuestan por su eliminación total como una de las promesas principales que hicieron en campaña a sus electores.

Uno de los puntos más polémicos es la posibilidad de que una empresa pueda despedir de manera procedente a un trabajador tras varias bajas intermitentes pero justificadas, algo respaldado por el Tribunal Constitucional pero que Sánchez censuró, quizá como un acercamiento a sus futuros socios de coalición.

Política bancaria y alquiler

Calviño e Iglesias también debatirán sobre materia bancaria. Los 'morados' proponen recuperar el monto total del rescate financiero a las entidades en peligro de quiebra durante la crisis –que el Banco de España cifra en 65.725 millones de euros–. Proponen fijar un impuesto especial y evitar la privatización total de Bankia, algo que temen desde Bruselas, donde no contemplan que se resucite a la banca pública en el sistema financiero español.

Los precios del alquiler serán otro de los campos de batalla. Mientras el propio Iglesias ha sugerido en más de una ocasión –la última, el pasado 2 de diciembre– que deben regularse a la baja, «para nosotros es absolutamente fundamental». Calviño se limita a responder que no existe «conflicto con las medidas económicas de Podemos», aunque avisa de que los puntos del preacuerdo suscrito por ambas fuerzas recogen aspectos como «la disciplina presupuestaria» o «la reducción del déficit». Prueba de que el consenso será difícil es el decreto presentado por los socialistas en enero sobre el alquiler, rechazado por Podemos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios