La niña que quería ser piloto de helicóptero y puede poner a León en órbita
La ingeniera aeroespacial trabaja en el proyecto 'Radian Systems' un software capaz de predecir la temperatura que alcanzará un satélite cuando esté en órbita y afirma que «hay que crear más oportunidades en León»
«Necesitamos todo tipo de profesiones para enriquecer el sector espacial», afirma de entrada. Laura González Llamazares (1995), la joven leonesa galardonada recientemente con el premio 'José Belinchón' del Colegio Leonés, guarda un gran recuerdo de sus primeros años por esos pasillos y esas aulas, que nutrieron su afición y su curiosidad por el espacio exterior. «Estamos viviendo un momento apasionante: contamos con dos astronautas leoneses. Hay muchas oportunidades y el mundo aeroespacial se halla en completa revolución», comenta con pasión.
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Echa la vista atrás, pese a su juventud. «Recuerdo el colegio con mucho cariño», aunque siente que «ahora estoy comenzando». Desde sus iniciales años escolares por los pasillos del 'José Belinchón', que evoca al director del centro educativo (de 1942 a 1985), hasta su madurez en las aulas de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad de León (ULE), Laura siempre fue una mente y cuerpo inquietos. Por esas aulas pasaron también los astronautas leoneses Pablo Álvarez y Sara García, que comparten su misma pasión por el universo, y de los que dice que «son increíbles». González Llamazares se presentó a la misma convocatoria de la Agencia Espacial Europea (ESA) de las que salieron los astronautas leoneses seleccionados: «yo no pasé ni el primer filtro», refiere. Sin embargo, no descarta volver a presentarse: «si hay otra oportunidad, lo haré. Es un objetivo bonito, porque hace que intentes mejorar, tanto personal como profesionalmente».
«El premio 'José Belinchón' me hizo mucha ilusión»
La joven estudiosa recibió, el pasado mes de junio, el Premio 'José Belinchón', que otorga el Colegio Leonés. Es una distinción que reconoce su impecable currículum académico y su meteórica trayectoria. «Me hizo mucha ilusión recoger el premio. La verdad, no me lo esperaba. Se lo han dado a gente muy notable e importante», comenta González Llamazares. Evoca aquel tiempo estudiantil: «Tengo numerosos y gratos recuerdos del colegio, y conservo grandes amistades de esos días. En esas aulas se formó gran parte de mi personalidad». Pero regresa a la actualidad. Entre risas, admite que al principio no tenía muy claro la elección de la carrera, ese 'qué quieres ser': «De pequeña era muy curiosa. Por todo», manifiesta. «Quería ser piloto de helicóptero y profesora, porque me encantaba leer, escribir y la asignatura de lengua y literatura».
Después surgió su pasión por los números y las matemáticas, junto con el dibujo técnico, que la llevaron a decantarse por la Ingeniería Aeroespacial en la Universidad de León. «No fue hasta que estuve en la universidad. Entonces me interesé muchísimo más por los satélites y cómo funcionaba la mecánica orbital».
La ingeniería espacial está en nuestro día a día
Decían los latinos que la actividad se demuestra andando. Así, la joven leonesa fundó y lideró el 'Maker Club León', una asociación en la que se reunían los estudiantes a los que les gustaba la ingeniería para hacer proyectos de todo tipo (algunos de ellos, drones o impresión 3D), durante su etapa estudiantil. De esas reuniones surgió el 'Proyecto Hanson', que montaron «con sus propias manos», afirma Laura. «Realmente disfruté y aprendí mucho. No solo de la parte técnica, sino de la parte de trabajo en grupo. Descubrí que la ingeniería es colaborativa». La ingeniera aeroespacial destaca que «es muy importante el trabajo en equipo», pues constituye una forma de «aprender otras habilidades que luego se necesitan no solo en el trabajo y en un plano profesional, sino en el día a día». Gracias a esta asociación y al proyecto, Laura viajó a Madrid, donde cursó el máster en Ingeniería Aeroespacial en la Carlos III, donde pudo realizar numerosos proyectos de pequeños satélites del Cubesat.
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En Reino Unido, tuvo la oportunidad de liderar los servicios de construcción y órbita de equipos de fabricación aditiva (más conocido como impresión 3D o proceso por el que se crean objetos tridimensionales, superponiendo capas de material a partir de un modelo digital) para la construcción de motores de cohetes. En Sidney (Australia), cursó un año en la universidad de Nueva Gales del Sur. Además, ha participativo en diversas misiones científicas de la Agencia Estatal Europea (ESA) y en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). Asimismo, es Punto Nacional de Contacto en España de una asociación de estudiantes y jóvenes profesionales del sector espacial, y colabora con programas como STEM Talent Girl, con el fin de potenciar y fomentar el talento de las nuevas generaciones de científicas.
León, Madrid, Sidney, Reino Unido…y el espacio
Laura González Llamazares no ha parado. Su curiosidad y su inquietud han sido su motor, y no parece que tengan límites. En 2019, fundó su propia empresa Radian Systems, que se encarga de desarrollar un software capaz de predecir la temperatura que alcanzará un satélite cuando esté en órbita. Y se propone, con el tiempo y los resultados, mejorar ese diseño. «La idea surgió entre mi socio y CEO, David, y yo. Nos dimos cuenta de la necesidad que había en el sector espacial de herramientas mucho más ágiles, rápidas e intuitivas, que nos permitieran a los ingenieros realizar análisis de las temperaturas de una forma mucho más sencilla y eficaz. De este modo, podríamos hacer interacciones y cambios en los diseños y mejorarlos».
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La iniciativa, según relata Laura González, «se enfocó en el sector New Space», que se centra en empresas, universidades, etc., que lanzan pequeños satélites (del tamaño de un microondas o una caja de zapatos) y ven cómo se comportan y reaccionan. «Hemos de tener en cuenta que estos satélites pueden alcanzar temperaturas de 100 grados, incluso de -120, o llegarse a sobrecalentar. Son impredecibles. Por eso es importante conocer su comportamiento y saber si es necesario que le pongamos capas para aislarlo», comenta la experta leonesa.
En la actualidad, la empresa cuenta con clientes de ocho países, y más de 60 satélites tienen su sello marcado. «La financiación es la base», admite la joven ingeniera. «No somos conscientes, pero el sector aeroespacial contribuye mucho en nuestro día a día y a nuestra vida en la tierra», comenta González Llamazares. «Desde que salimos de casa hasta llegar a un sitio con el GPS. Las numerosas aplicaciones que tenemos en el teléfono móvil o incluso las lentillas de los ojos».
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La Universidad de León en el espacio
Laura González Llamazares considera que «estamos viviendo un momento apasionante en el sector espacial» y destaca que es necesario «todo tipo de profesiones que lo enriquezcan, ya que eso significa oportunidades para el sector». Sabe muy bien de lo que habla: ha participado en las misiones Hypatia I e Hypatia II. Son análogas. Es decir, simuladas a Marte. La duración es de 15 días y «las suelen probar con robots». En este proyecto, participan diversos perfiles, desde fotógrafos hasta geólogos. En el momento de la conversación, la leonesa se encuentra desarrollando Hypatia III, con el mismo fin que sus dos antecesoras. No descarta, en un futuro, ir al espacio. Y León en el espacio, ¿por qué no? «Tenemos que lanzar un satélite. Hay muchas universidades con un satélite en el espacio, y la Universidad de León se merece tener uno», afirma. «Hay mucho talento», recalca.
El futuro y talento leonés
En la distancia, con su doble trabajo científico-tecnológico en Barcelona, Laura Llamazares extraña León: «Desde lejos se ve con nostalgia y con mucho cariño. Echo de menos a mi familia y a los amigos, las tapas y la calidad de vida que ofrece». Ella apuesta, decidida, por el futuro de la provincia y el talento leonés. «Tenemos que crear más oportunidades en León, que la gente crezca y se quede. Fomentar nuestro talento interno». Tal vez hay que poner a León en órbita.
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