La Iglesia se reinventa en redes sociales con los misioneros digitales: «El joven evangeliza al joven»
La misión digital está acercando la fe a las nuevas generaciones y reactivando una Iglesia que muchos creían olvidada
Diego Nicolás Alonso
Viernes, 29 de agosto 2025, 08:14
Luis Férnandez Olivares no se planteó nunca ser un misionero digital de forma consciente. Su presencia en redes sociales surgió casi de manera natural, a raíz de su trabajo como delegado episcopal de Pastoral Juvenil en la diócesis de Astorga. En contacto constante con jóvenes, entendió que «internet no era un territorio ajeno», sino «una nueva plaza pública» en la que también debía estar presente el mensaje del Evangelio.
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Lejos de mostrarse como un influencer o de buscar notoriedad, Luis ha utilizado sus perfiles personales como «una extensión más de su vocación sacerdotal». No se trata de hablar de sí mismo, ni de promocionar su vida, sino de compartir reflexiones y mensajes que ayuden a otros. En sus propias palabras: «Las redes no son un escaparate, sino una herramienta de evangelización».
¿Qué es un misionero digital?
El término hace referencia a quienes utilizan el entorno digital para anunciar el Evangelio. En el caso de Luis, su condición de sacerdote le lleva a tener un especial cuidado con lo que publica. Sabe que, para muchas personas, sus redes pueden ser «el primer contacto con la Iglesia», y por eso apuesta por un contenido auténtico y «medido», que refleje con coherencia lo que vive.
Esta autenticidad es, precisamente, lo que más conecta con quienes le siguen. No intenta ser alguien que no es, ni youtuber ni tiktoker. Sabe que quien busca este tipo de contenido «no lo hace para entretenerse», sino para «encontrar respuestas, aliento o simplemente compañía en momentos complicados».
Aunque la etiqueta de misionero digital pueda parecer reciente, él la entiende como «una forma de vivir la vocación con naturalidad» también en el mundo online. Y aunque las redes «no sustituyen el trato personal», sí le han «permitido llegar a lugares que de otro modo nunca habría alcanzado».
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Evangelizar en redes sociales
Luis comentó su andadura digital en Facebook, cuando ni siquiera existía Instagram. Fue en esa plataforma donde empezó a compartir contenido con cierto sentido pastoral, aunque en aquel momento no era aún un espacio de evangelización directa. Como muchos jóvenes de su generación, también tuvo Tuenti, pero lo usaba de forma más informal.
Con los años se adaptó a los nuevos lenguajes y formatos. Hoy utiliza sobre todo Instagram y ha comprobado que «lo que mejor funciona son los vídeos cortos», especialmente cuando reflexiona sobre el Evangelio desde su experiencia personal. Durante la pandemia, llegó a publicar una reflexión diaria. Ahora, aunque con menos frecuencia, continúa compartiendo breves mensajes que resumen el la vida de la Iglesia.
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Además de los vídeos, las imágenes acompañadas de mensajes simbólicos también «logran gran repercusión». Según explica, aquellos contenidos en los que aborda temas sensibles o actuales suelen «generar más interacción», precisamente por la conexión emocional que establecen con quienes los ven.
Las respuestas que reciben son, en general, «muy positivas». Ha llegado a recibir mensajes de personas que estaban atravesando momentos complicados y que, al ver uno de sus vídeos por casualidad, encontraron justo «las palabras que necesitaban». No presume de conversiones milagrosas, pero sí ha sido testigo de cómo «algunos han retomado su fe tras años alejados», gracias a uno de esos mensajes que parecían llegar «en el momento oportuno».
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Jóvenes creyentes, protagonistas del cambio
Aunque él sea sacerdote, Luis cree firmemente que los misioneros digitales «no deben ser solo personas consagradas». De hecho, considera fundamental que los propios jóvenes tomen la iniciativa y compartan su fe con naturalidad en internet. Para él, «un joven hablando a otro joven puede tener incluso más fuerza que el testimonio de un cura, por muy preparado que esté».
Por eso apoya iniciativas como Jóvenes Católicos, una cuenta que ya supera los 170.000 seguidores en redes sociales y que él mismo ayudó a arrancar. El proyecto está liderado por jóvenes comprometidos, parejas, matrimonios o cantantes católicos que comparten sus vivencias y reflexiones desde la fe. Luis los ve como «una parte imprescindible de la Iglesia digital que está surgiendo», y cree que los sacerdotes deben estar «para acompañar y alentar, no para protagonizar».
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Con esa misma visión mira hacia el futuro. Asegura que se está viviendo un renacer dentro de la Iglesia, especialmente entre las nuevas generaciones. Frente a la indiferencia de hace unos años, ahora empieza a percibir una mayor curiosidad, una apertura a descubrir el rostro de una Iglesia diferente, más cercana, más comprensible.
Para él, esta misión no sustituye lo esencial: la vida cristiana debe vivirse día a día, en comunidad y con coherencia. Pero las redes sociales, bien utilizadas, pueden ser una puerta de entrada que «toque corazones» y «abra caminos».
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