Una leonesa en el Jubileo de Roma: «Mis cuatro abuelos han sido mi pilar fundamental»
La joven alzó su voz ante 30.000 asistentes en la plaza de San Pedro con motivo del Jubileo de los Jóvenes
«Aspiren a cosas grandes, a la santidad, allí donde estén. No se conformen con menos». El papa León XVI pronunciaba estas palabras ante más de un millón de jóvenes, que se congregaban en la plaza de San Pedro con motivo del Jubileo de la Esperanza (un encuentro que sucede cada 25 años). Entre los asistentes, se encontraban más de un centenar de leoneses, a los que muchos dieron el nombre de 'marea verde', por el color de sus camisetas. Entre ese grupo de creyentes, como una más, María Tagarro García-Tomassoni, una joven astorgana que dio testimonio de su fe ante más de 30.000 jóvenes en la plaza de San Pedro de Roma. «Estaba muy nerviosa», afirma acerca de su intervención. Es la voz que clamó, nítida, en el ágora vaticano, aunque «antes de salir, recé e invoqué al Espíritu Santo».
Fueron cinco días intensos, y la leonesa vive una sensación especial: sigue sin creerse el hecho de compartir esta experiencia con más de un millón de jóvenes y creyentes. Una sensación: como una percepción de emociones. «Lo hablaba el otro día con mi sacerdote: hemos estado durmiendo en Tor Vergata con más de un millón de jóvenes, ¡es increíble!». La astorgana recuerda, en estos momentos, su asistencia a la Jornada Mundial de Jóvenes (JMJ), celebrada en Lisboa, como «una experiencia enriquecedora, pero en la que no acudía con las ideas tan claras como en el Jubileo de los Jóvenes en Roma». Para ella, «tiene que ver con el sentimiento de la fe. Siento que ha sido una llamada del Señor y la providencia».
Nervios, ilusión y un testimonio de fe
Tagarro García-Tomassoni relata que expuso su testimonio, pero que no se lo sabía de memoria. «Me lo había leído varias veces antes de salir. Principalmente, practicas la entonación y la pronunciación. El tiempo está muy medido y, previamente, nos comentaron que no podíamos extendernos más de cinco o seis minutos». El testimonio, a lo largo de los días, se ha calificado de valiente, algo que ella no siente como tal: «No me siento valiente. Es cierto que San Pedro impone, es el centro de la fe. Simplemente, quise exponer mis vivencias dentro de la iglesia, con jóvenes que pueden sentir y estar pasando, o vivir, lo mismo que yo. La fe nos une».
No oculta que hace dos años vivió una crisis de fe, momentos que ahora califica como «difíciles». Porque «si no estás acompañada de las personas correctas, que te quieran ayudar y comprendan cómo estás…». Lo expresa con palabras de honda sensibilidad: «Lamentablemente, me he sentido muy juzgada. Sobre todo, fuera de la iglesia», pues «lees comentarios en redes y ciertas opiniones muy hirientes de personas que no te conocen. Simplemente, por creer y compartir tu fe te insultan o te faltan al respeto». La joven astorgana afirma que «si hace dos años hubiese llegado a leer eso en redes», no habría compartido su fe y, menos, su experiencia. Le ha resultado muy valioso «el acompañamiento espiritual, que es mucho más importante de lo que la gente piensa. Contar con personas que te entiendan y, además, puedas expresarte sin miedo».
Reconoce, en otro momento, con la perspectiva que ofrece el paso de los días, que priorizar ciertos planes frente a amistades que no creen o no tienen los mismos sentimientos de fe, a veces resulta difícil porque puedes llegar a sentirte juzgado.
Pilares fundamentales, bases ciertas
En su intervención, María Tagarro habló de sus abuelos. Fueron «uno de sus pilares fundamentales, junto a sus padres». De hecho, transmite a este medio que se encuentra muy agradecida a su familia, «por los valores y las creencias que me han inculcado». Después añade que «su apoyo y comprensión han sido y son fundamentales».
Tagarro García descree en las guerras y los enfrentamientos. «Nosotros tenemos libertad para actuar como queramos. Nuestras decisiones no dependen de Dios, ni es Él quien las dicta», afirma, en referencia los conflictos existentes en ciertos puntos de Europa. «Tengo esta conversación con mucha gente de mi edad, creyente y no creyente: es el ser humano el que hace, o fomenta, libremente los enfrentamientos y esas guerras. Continúa, para remarcarlo: «Nosotros, lamentablemente, tomamos esas decisiones. No depende de nadie más».
«Una montaña rusa de emociones»
Ahora, María Tagarro quiere descansar, ya que siente que ha vivido «una montaña rusa de emociones, siendo el Jubileo el pico de aquella». Acudió a Madrid, «a un encuentro que los jóvenes creyentes tuvimos, y ha sido un curso religioso muy intenso». De ahí que se proponga «aprovechar agosto para estar con mi familia y mis amigos, y asimilar toda la experiencia vivida en Roma». Su fe sentida no le resta tiempo al ocio, a veces tan necesario. Tiene aficiones, como cantar y, junto a su amigo Luis, pasear. En septiembre, que está ahí, afirma que le espera «un nuevo curso, también muy intenso, en el que le gustaría contar su experiencia por colegios, ayudando a los demás». La joven astorgana (19 años) asevera, con seguridad, que ya tiene la vista puesta en la próxima gran cita: la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en 2027 en Seúl.