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Estado en el que quedó el Costa Concordia tras el naufragio. EFE
Diez años del desastre del Costa Concordia

Diez años del desastre del Costa Concordia

Supervivientes y socorristas participarán en los actos para recordar a las 32 víctimas mortales que dejó el hundimiento del crucero en la isla del Giglio

Dario Menor

Corresponsal en Roma

Miércoles, 12 de enero 2022, 20:38

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«Mamá, esta noche paso». Antonello Tievoli, responsable del comedor de los restaurantes del Costa Concordia, había advertido con un mensaje a su madre, Massimiliana Rossi, de que aquel día, 13 de enero de 2012, estuviera atenta a la ventana, pues frente a su casa, situada a pocos metros del puerto de la isla del Giglio, iba a aparecer el gigantesco crucero en el que trabajaba. La nave, que llevaba a 4.229 personas a bordo, tenía previsto realizar un 'inchino' (reverencia), que consistía en navegar con todas las luces encendidas y haciendo sonar sus sirenas a unos 150 metros de esta pequeña isla, situada en la región italiana de Toscana. Era una peligrosa manera de saludar a sus 800 habitantes.

La maniobra acabó en uno de los más célebres naufragios de la navegación de las últimas décadas al chocar el crucero con unos escollos, lo que provocó que acabara hundiéndose parcialmente y fallecieran 32 personas, entre ellas el turista mallorquín Guillermo Gual. También moriría dos años después el submarinista español Israel Franco en los trabajos de preparación para remolcar el crucero.

Aquel desastre tuvo como gran culpable al capitán, Francesco Schettino, que resultaría condenado a 16 años de cárcel al ser considerado responsable de la polémica 'reverencia' y por la cadena de irresponsabilidades cometidas después. Tardó más de una hora en dar la orden de abandonar la nave después del impacto y huyó despavorido dejando a bordo a muchos los pasajeros y miembros de la tripulación. No se olvida en Italia su justificación («resbalé hacia una de las lanchas de salvamento»), ni tampoco la discusión que mantuvo con el responsable de la sala de operaciones de la capitanería del puerto, el comandante Gregorio De Falco, quien le espetó: «¡Vuelva a bordo, coño!» Aquella frase acabó incluso apareciendo estampada en camisetas a la venta en tiendas.

De Falco será uno de los protagonistas de las ceremonias que tendrán lugar este jueves en la isla del Giglio para recordar el naufragio del Costa Concordia y las vidas que segó el desastre. «Nos abrazaremos con algunos supervivientes y reviviremos aquellas emociones fuertes junto a los habitantes del Giglio. Espero que podamos aprender de lo que pasó», comentó De Falco, que es ahora senador. A su juicio lo que pasó hace una década resulta «irrepetible» por la impericia e irresponsabilidad con las que se comportó Schettino. «Se podía haber desembarcado a todo el mundo en una hora o una hora y media cuando la nave estaba todavía derecha, pero se hizo tarde y las operaciones de socorro duraron nueve horas».

Del ansia al terror

El primero en llegar aquella noche al Costa Concordia para tratar de rescatar a sus pasajeros y dotación fue Mario Pellegrini, entonces vicealcalde del Giglio. «Recuerdo que los náufragos, sobre todo los niños, lloraban, pero no eran capaces de hablar. Estaban mudos, con los ojos llenos de lágrimas. Nadie era capaz de gritar, sentían la tragedia», cuenta Pellegrini en el libro 'La noche de la Concordia', recién publicado en Italia. «Busqué a los oficiales pero no los encontré. Había mucha confusión y me puse de inmediato a cargar en las lanchas a las personas», recuerda. Luego el barco comenzó a inclinarse y se pasó del ansia al terror cuando el agua empezó a entrar por los pasillos. Pellegrini, que llegó al Costa Concordia a las 23 horas, permaneció a bordo hasta las 6 de la mañana, cuando arribaron los bomberos.

Tras la tragedia humana inició el desafío técnico que supuso reflotar la nave y retirarla hasta el puerto de Génova, donde fue desguazada. El ingeniero naval sudafricano Nick Sloane, responsable de aquella complicada operación, considera que en lo que le pasó al Costa Concordia hubo algo inexplicable. «El desastre fue al 100% fruto de un error humano, pero ocurrió algo increíble. Hubo una especie de intervención divina que salvó el barco, al hacer que se apoyara sobre los escollos y permitiera que miles de personas pudieran salvarse», contó Sloane en la Rai.

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