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Boris Johnson y el ministro de Hacienda, Rhisi Sunak, en una sesión parlamentaria anterior al coronavirus. REUTERS

La epidemia enmascara el fin del 'thatcherismo' en Reino Unido

Mientras Johnson entierra la receta de la austeridad, defensores del legado de la 'Dama de Hierro' reconocen que éste se ha pasado de moda ante la expansión de la deuda

iñigo gurruchaga

Corresponsal. Londres

Sábado, 11 de julio 2020

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La presentación esta semana por el ministro de Hacienda, Rishi Sunak, de un presupuesto extraordinario en el que subsidios y reducciones de impuestos suman cerca de 35.000 millones de euros a los casi 180.000 que ya había asignado a programas contra la epidemia y para el sostenimiento de la economía han subrayado el cambio de dirección del Partido Conservador liderado por Boris Johnson.

Sir Edward Leigh pidió compasión a Sunak tras su anuncio. «Espero que el joven y vigoroso canciller no sea en exceso cruel con este viejo 'thatcherista' por defender un argumento pasado de moda», dijo. «No hay en el largo plazo buenos empleos subvencionados». Los buenos empleos, según Leigh, «se basan en desregulación, flexibilidad del mercado y recortes de impuestos a las empresas».

Sunak puntualizó que sus intervenciones «son específicas para este momento». Y prefirió responder a la segunda parte del argumento de Leigh, que pidió un «plan para pagar la deuda nacional». «Solo una economía de mercado dinámica puede crear empleos duraderos», asintió el ministro. «En el medio plazo, cuando hayamos pasado la crisis, debemos retornar nuestras financias a la sostenibilidad».

LAS CLAVES:

  • 215.000 millones. La sucesión de programas económicos contra la crisis revela el cambio de dirección en el Partido Conservador

  • El fin de una época. El 'premier' británicoes el testaferro del euroescepticismo de Tatcher y será quien apuntille su ideología

El colapso parcial de la actividad económica y la compleja discusión sobre dónde pueden trazarse los límites para dar prioridad a la protección de la salud de los ciudadanos amparan el derroche de Sunak en la ambigüedad. Según los medios, ha sido un firme abogado en la trastienda del Gobierno en favor de la rápida relajación de las medidas de confinamiento.

Pero Leigh y otros recuerdan ahora el legado de Margaret Thatcher, aunque en el final de su mandato cultivó una obsesión con Europa tras difuminar su ideología económica. Se basaba en instintos y en la lectura juvenil de 'Camino de servidumbre', de Frederick Hayek, crítico de la expansión del Estado. Fue maná para todos aquellos británicos que presentían el crecimiento, desde la posguerra, del Estado de bienestar.

Había aplastado al laborismo en las elecciones tras la guerra de las Malvinas. Había derrotado al sindicato de mineros. Cientos de miles de inquilinos de viviendas municipales se habían convertido en propietarios de sus casas. La inflación era del 20% cuando llegó al Gobierno, en 1979, y estaba en un dígito. La demanda por la población de acciones de monopolios privatizados (British Telecom, British Petroleum...) sobrepasaba a la oferta.

Y, sin embargo, la paridad de la libra con respecto al dólar había caído a la mitad en unos años. Thatcher y su canciller, Nigel Lawson, contaron con la ayuda de la Administración de Ronald Reagan para gestionar las paridades internacionales y reducir la fortaleza del dólar. Los defensores de la regulación por la vía del mercado y no del Gobierno traicionaron allí sus principios.

Herencias

Lawson quería también meter a la libra en el mecanismo europeo de cambios (MEC) como disciplina exterior, porque la gestión monetaria doméstica mediante el control de índices del dinero en circulación no daba los resultados buscados. Thatcher ganó la batalla a Lawson. La libra no entró en el MEC, pero el Banco de Inglaterra siguió calladamente la sombra del marco alemán hasta que se rompió el Gobierno.

En ese mismo tiempo histórico, un estudiante de Clásicas en Oxford había perdido las elecciones a la presidencia de la organización de alumnos, Oxford Union, pero ganó la segunda exponiendo ideas que hicieron creer a los votantes que simpatizaba con el ya desaparecido Partido Socialdemócrata(SDP). Sus coetáneos en la universidad y su trayectoria posterior retratan a Boris Johnson como alejado del 'thatcherismo'.

El discípulo canalla de los grandes patricios 'tories' del consenso social que precedieron a Thatcher ha prometido también sustanciales fondos para la construcción de infraestructuras que equilibren la división actual entre la prosperidad del sur y la relativa pobreza de las áreas que fueron industriales.

Tan oportunista como ecléctico, Johnson es el enterrador de la receta de la austeridad impuesta por David Cameron y su canciller, George Osborne, tras la crisis financiera. Es el testaferro de la herencia euroescéptica de Thatcher y el probable puntillero del 'thatcherismo', versión británica de la ideología que ha dominado en el mundo occidental durante cuatro décadas.

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