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Fiona Hill, exasesora de Seguridad Nacional, tras declarar el lunes en el Capitolio. Reuters
Bolton denunció los acuerdos extraoficiales de Trump con Ucrania

Bolton denunció los acuerdos extraoficiales de Trump con Ucrania

El explosivo exasesor de Seguridad Nacional temió que los malos manejos de Giuliani le salpicaran y alertó sobre ellos a la Casa Blanca

mercedes gallego

Nueva York

Martes, 15 de octubre 2019, 23:14

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George Kent, un hombrecillo de aspecto bonachón que llegó este martes al Capitolio con pajarita y un botellón de agua para afrontar el maratónico interrogatorio que le esperaba, se convirtió en el segundo diplomático de carrera en activo que desafía las órdenes del Departamento de Estado para poder declarar contra el presidente.

Como adjunto del secretario de Estado para Ucrania, fue uno de los primeros en levantar la voz de alarma ya en marzo pasado, por el papel extraoficial que estaba desarrollando en la sombra el abogado personal del presidente Rudy Giuliani; «una granada de mano», como llegó a calificarle el asesor de seguridad Nacional John Bolton. «Nos va a volar a todos», insistió. Después de presenciar cómo actuaban los acólitos de Trump con los ucranianos, envío a su ayudante a informar a los abogados de la Casa Blanca. «Yo no voy a formar parte del trato de drogas que se estén montando», zanjó.

Esto último lo contó el lunes Fiona Hill, una especialista en la antigua Unión Soviética, Rusia y asuntos europeos que sirvió a Bolton en el Consejo de Seguridad Nacional. El asesor le encargó ese día reportar lo que habían oído en la reunión al equipo legal de la Casa Blanca. Hill dimitió en agosto, por lo que el Departamento de Estado ya no ejerce la misma influencia sobre ella.

A lo largo de diez horas de interrogatorio a puerta cerrada, y en un día festivo, contó al Comité de Inteligencia cómo el embajador ante la UE Gordon Sondland –un magnate hotelero al que Trump dio el cargo precisamente tras donar un millón de dólares a su comité de investidura– se saltó todos los canales oficiales y se presentó como el mandamás de la política con Ucrania, un país que ni siquiera pertenece a la UE, su negociado. «¿Y eso según quién?», le preguntó ella desafiante. «El presidente», le cortó él.

Los republicanos piden que el Departamento de Estado permita testificar a Sondland, porque creen que es el único que ayudará a la causa del presidente, pero cuando iba a hacerlo la semana pasada recibió la misma llamada amenazadora de media noche recordándole que tiene que seguir las órdenes del secretario de Estado Mike Pompeo. Algunos, como Hill y la exembajadora en Kiev Marie Yovanovitch, han desafiado esa autoridad y han nutrido a los congresistas con un buen expediente que pone en un contexto de muchos meses la polémica llamada del 25 de julio al presidente ucraniano Volodímir Zelenski, que luego desató la apertura de un 'impeachment'.

Sin pruebas fehacientes

No parece que hasta ahora se haya podido encontrar una prueba fehaciente que demuestre el 'quid pro quo' que niega el mandatario. O sea, alguien que sepa de primera mano que retuvo la ayuda militar de 391 millones de dólares a Ucrania hasta que ese Gobierno abriese oficialmente una investigación al hijo de Joe Biden por su papel en el consejo de administración de la empresa energética Burisma. De lo que sí ha dado cuenta Hill es de que la cita con Trump que tanto ansiaba Zelenski fue supeditada al compromiso de «investigar la corrupción», una frase en clave que se entendía ya como investigar a Hunter Biden.

Durante una reunión celebrada en julio pasado, dos altos cargos ucranianos insistieron en acordar ese encuentro entre Trump y Zelenski, pero Bolton se resistió. El embajador Sondland se revolvió entonces agitado y dijo que ya había un acuerdo con el jefe de gabinete Mick Mulvaney «si Ucrania abría las investigaciones que la Casa Blanca está buscando». De inmediato, Bolton acabó la reunión abruptamente. Pero Sondland decidió continuarla en otra sala, a la que el consejero de Seguridad Nacional envió a su ayudante para informarle de lo que se decía. Y allí Hill oyó hablar específicamente de Burisma y de Giuliani.

A Bolton, un sabueso de colmillo ensangrentado que empezó en el Gobierno como adjunto del fiscal general de Ronald Reagan, no le costó husmear «el alijo que se traen entre manos». Ni él quiso mezclarse en ese asunto. «Es irónico que John Bolton llame a alguien 'granada de mano' cuando muchos le describen a él como una 'bomba atómica'», protestó indignado Giuliani en una nota.

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