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Imagen de una estación de metro. Reuters
Los militares salen a la calle para controlar los disturbios en Chile, que dejan ya tres muertos

Los militares salen a la calle para controlar los disturbios en Chile, que dejan ya tres muertos

El presidente Piñera, tras decretar el estado de emergencia en la capital, anuncia la suspensión del aumento en las tarifas de transporte, origen de los graves altercados

Marcela Valente

Buenos Aires

Sábado, 19 de octubre 2019

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Como en sus años más oscuros, Santiago, la capital de Chile, amaneció este sábado en «estado de emergencia» y militarizada para contener los graves incidentes que se produjeron el viernes durante una revuelta social por el aumento de la tarifa del transporte y que ya han causado tres muertos. Descontentos por la respuesta represiva, los vecinos se manifestaron con caceroladas y hubo nuevos enfrentamientos con la policía y detenciones. El presidente, Sebastián Piñera, que prometió medidas de alivio, anunció a mediodía la suspensión del alza de los billetes de metro hasta que se llegué a un acuerdo que permita proteger a los ciudadanos de la influencia de los aumentos drásticos del dólar en la fijación de tarifas.

El malestar comenzó a evidenciarse el 6 de octubre, cuando se puso en vigor un incremento de la tarifa del metro en horas puntas de 800 a 830 pesos chilenos (de 1 a 1,04 euros). También aumentó de 700 a 710 pesos (de 0,88 a 0,89 euros) el autobús y hubo una subida de precio del billete estudiantil. Desde entonces los estudiantes protestan con llamamientos a saltar las canceladoras sin pagar. El jueves hubo 133 detenidos. Pero en la noche del viernes, tras la ratificación gubernamental de los aumentos de las tarifas, los reclamos derivaron en protestas más violentas aún.

Un edificio en llamas

Al menos 41 estaciones de metro fueron incendiadas o destrozadas por completo. Los manifestantes arrojaron objetos contundentes a las vías provocando incendios y atacaron autobuses y coches policiales. A medianoche un grupo desconocido prendió fuego al edificio de ENEL, sede de la empresa italiana que abastece de energía eléctrica a la capital. El inmueble pudo ser evacuado y se quemó por completo. Hubo saqueos a comercios y los agentes detuvieron a 308 personas.

Fue entonces cuando Piñera declaró el «estado de emergencia». En su mensaje, el presidente calificó a los manifestantes de «vándalos» y «delincuentes» y decretó la emergencia para Santiago y el área metropolitana. Como indica la Constitución para esos casos, nombró a un Jefe de Defensa Nacional, el general Javier Iturraga del Campo, para «asegurar el orden público y la tranquilidad de los habitantes». Enseguida, se dispuso un operativo con 500 uniformados que patrullaron las calles, un movimiento que evocó el sangriento período dictatorial (1973-1990).

Arriba, incendio en la sede de la eléctrica Enel. Abajo, otras imágenes de los disturbios. Agencias
Imagen principal - Arriba, incendio en la sede de la eléctrica Enel. Abajo, otras imágenes de los disturbios.
Imagen secundaria 1 - Arriba, incendio en la sede de la eléctrica Enel. Abajo, otras imágenes de los disturbios.
Imagen secundaria 2 - Arriba, incendio en la sede de la eléctrica Enel. Abajo, otras imágenes de los disturbios.

Con las primeras luces de la mañana de este sábado, Iturraga declaró que la ciudad se veía «en calma». Pero tras su anuncio comenzaron a arreciar fuertes caceroladas y bocinazos en todos los barrios de la ciudad. Amparándose en el decreto de emergencia, los policías reprimieron a los manifestantes con gases lacrimógenos y camiones lanza agua. Los vecinos respondieron arrojando objetos a la policía, que procedió a nuevas detenciones.

Piñera reiteró que los desmanes son obra de «delincuentes violentos». No obstante, pareció entender la reacción negativa que se desató a raíz del aumento de las tarifas. Llamó a una reunión urgente del oficialismo legislativo y anunció que su gobierno «está elaborando un plan para aliviar el aumento». A la tarde, las protestas y algunas barricadas se habían extendido a otras ciudades del país en una señal de descontento generalizado con el Ejecutivo.

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