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Los pistoleros del cartel de 'El Chapo'. Reuters
Arde Culiacán a manos del cartel de Sinaloa

Arde Culiacán a manos del cartel de Sinaloa

Sus pistoleros toman la capital de estado en una demostración de fuerza sin precedentes y fuerzan al Ejército mexicano a dejar en libertad al hijo de 'El Chapo', detenido a petición de EEUU

Mercedes Gallego

Nueva York

Viernes, 18 de octubre 2019, 23:10

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Parecía que la justicia había escrito el capítulo final de 'El Chapo' Guzmán con una sentencia de cadena perpetua en el llamado Alcatraz de las Montañas Rocosas, pero entonces llegaron los 'Chapitos' a la gran pantalla. EE UU también les había echado el ojo. En febrero, dos semanas después de que un jurado de Brooklyn condenase al capo del cartel de Sinaloa, la fiscalía estadounidense pidió sin ruido la extradición de dos de sus doce hijos oficiales, herederos del cartel. La detención de uno de ellos, Ovidio Guzmán, alias 'El Ratón', trajo el jueves a la ciudad de Culiacán la mayor demostración de fuerza que se haya visto jamás en la cuna del narcotráfico mexicano.

El Ejército mexicano ni siquiera tuvo tiempo de dejar la casa de la colonia de Tres Ríos donde había detenido al joven capo de 28 años. Su medio hermano Iván Archivaldo, que presume en las redes sociales de orgías y coches de lujo, se lanzó al rescate con toda la fuerza del cartel y, por el camino, paró en la prisión de Aguaruto para reforzar sus efectivos con medio centenar de reos liberados por la fuerza. Hubo que matar a un par de guardias para doblegar la seguridad del penal, pero eso era nada para lo que se avecinaba. En las horas siguientes más de un centenar de furgonetas llegadas de todas partes de la región descendieron a tiros sobre la ciudad.

Las ametralladoras rociaron de balas a cuantos efectivos encontraron por las calles. Rodearon la casa en la que todavía una treintena de militares conducía el operativo, emboscaron la comandancia central del Ejército amenazando a las familias de los mandos y mandaron al gobierno el vídeo en el que ejecutaban a uno de los soldados, con un ultimátum innegociable: soltar de inmediato al 'Chapito'.

No era cosa de broma. Algunos de estos narcos llegaron a toda velocidad en sus coches escuchando corridos con máscaras tétricas, según los vídeo que colgaron en las redes sociales: «¡Vamos a liberar al 'Chapito'!». Fuera del coche costaba distinguirlos de los antidisturbios, armados hasta los dientes y enfundados en chalecos antibalas negros. Tomaron los puestos de peaje de la autopista, incendiaron autobuses y aterrorizaron a los comercios con órdenes de que nadie saliera de los establecimientos.

Imágenes casi bélica

Al anochecer estaba claro quién gobernaba en Culiacán, una ciudad de 750.000 habitantes que se acerca al millón con el área metropolitana. Las columnas de humo que desde los tejados hacían palidecer al Bagdad de los peores momentos de la guerra. El transporte urbano se había suspendido y hasta el aeropuerto tuvo que cancelar los vuelos, sin permitir que ningún avión aterrizase. Este viernes todavía seguían suspendidas las clases, a pesar de que el Ejército tuvo que claudicar y entregar al detenido.

La humillación para el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador era mayúscula. Ante la pregunta de si el operativo respondía a una petición de Donald Trump, el presidente mexicano respondió crípticamente al reportero: «Le respeto a usted». La víspera el propio Trump había agradecido, sin venir a cuento, «la gran ayuda» del Ejecutivo mexicano, al que en otras ocasiones ha azotado con sus amenazas de cerrar la frontera e imponer aranceles draconianos que provocaron el desplome del peso. «Nos han ayudado mucho, más que los demócratas», alabó el miércoles durante la conferencia de prensa con el presidente italiano, Sergio Mattarella. Otro agradecimiento que no ayudó en las últimas horas fue el del abogado de la familia del Chapo, que en conferencia de prensa apreció «la humanidad» del presidente.

Los vídeos caseros de una gran ciudad en estado de guerra, con padres e hijos bajo los coches protegiéndose de las balas y ciudadanos en improvisadas camas de centros comerciales, hacían pensar que las presiones de Trump habían llevado al Gobierno de Lopez Obrador más allá de sus posibilidades. Este viernes, el mandatario que tomó el poder en julio del año pasado admitió que él mismo respaldó la decisión del Gabinete de Seguridad de dejar en libertad al hijo del 'Chapo' «para salvar vidas», porque «la situación se tornó muy difícil». Al menos una decena de muertos y medio centenar de heridos desangrándose en las calles avalarían esa decisión. «No puede valer más la vida de un delincuente que la de las personas», defendió.

«No hay contubernio»

 Todo México temblaba. Si el Ejército mexicano, el Secretario de Defensa y el propio presidente habían tenido que claudicar ante la fuerza del narco, ¿quién les defenderá a ellos? Como consuelo, López Obrador intentó tranquilizar a su pueblo asegurando que las cosas son distintas, que esta no había sido una decisión fruto de la corrupción con los narcotraficantes sino para «proteger a los ciudadanos».

«Aquí no hay contubernio», ni se les hace la guerra, que en la última década «convirtió al país en un cementerio» recordó. «No se puede apagar fuego con fuego. Esto es lo que le cuesta entender a muchos». Las cifras de violencia, sin embargo, todavía no avalan ningún éxito en la estrategia. En agosto los homicidios aumentaron un 3.3%, tras registrarse el año pasado el récord de 36.000 asesinatos.

Su política de «abrazos, no balazos» está en crisis, mientras que la del antecesor que declaró la guerra al narco ganaba fuerza en las redes: «Se les avisa que por decreto presidencial a todos los criminales que están soltando balazos y sobrepasando a la autoridad en Culiacán que se les va a acusar con sus mamás y abuelitas para que dejen de asustar al pueblo, que vive feliz, feliz, feliz», tuiteó esa noche el expresidente Vicente Fox.

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