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Albert Rivera celebra un acto electoral con motoristas en el mirador de Ángel Nieto. Emilio Naranjo (Efe)
El casting

El casting

A la de tres ·

Rosa Belmonte

Miércoles, 17 de abril 2019, 00:58

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En el anuncio televisivo de una aplicación de citas, una señora se alegra de que el candidato a pareja le haya preguntado de qué color era su casco. Ese es mi hombre. Un motero. Como Albert Rivera (¿de verdad pensó que disfrazarse con un mono de piloto en plan 'busco a Malú' era buena idea?). El casting de Iván Espinosa de los Monteros para aceptar a Rocío Monasterio como novia fue preguntarle el nombre de tres ministros. Prueba superada. A la vista está. Vamos a aguantar a la parejita muchos años. A él con esa pinta barbada de quien acaba de llegar al Nuevo Mundo con morrión (o acaba de volver de las Cruzadas). A ella con esa voz de jefa de la Sección Femenina en los años 60.

Espero que algún día nos enteremos de cómo hizo Pablo Casado su alucinógeno 'casting' de candidatos. Desde Adolfo Suárez Illana (el cochero de Drácula le llaman algunos en Génova) a Isabel Díaz Ayuso, aunque de esta sabemos que tuvo mucho que ver su discurso de lorito en el programa de Mamen Mendizábal (pero es que mejora: «¿Cada vez que tenga una propuesta en positivo tengo que someterme al escrutinio público como si estuviera en 'Saber y Ganar'?»). O de Miguel Abellán a Juan José Cortés. Se puede tener respeto por la desgracia de este hombre y ningún respeto por su persona. Y mucho menos como presunto político. Que no digo que Cañamero y otros seres que ya han sido diputados sean mejores. Pero el sufrimiento como fuente de autoridad moral quiebra muchas veces. Ser víctima no es siempre argumento para exigir adhesión.

No se trata de estar a favor o en contra de la prisión permanente revisable sino del tonito empleado. El número uno del PP en la lista por Huelva al Congreso dijo en la radio que Pedro Sánchez «se sienta a la mesa con asesinos, criminales, violadores y pederastas que va a intentar dejar salir a la calle cuando quite la prisión permanente revisable». Lo mejor es que dijo «pedrastas», que, aunque involuntario, me parece un hallazgo lingüístico. Lo bueno también es que no se ha desdicho. Y eso por lo menos hay que reconocérselo, que aquí muchos lanzan la piedra y luego vuelven con ella en la boca como un perrito. Pablo Casado lo ha apoyado. «Mi amigo Juanjo Cortés», se refirió a él ayer en un mitin con su amigo Juanjo presente.

La política (es el único consuelo) tiene el mismo efecto estimulante para el espectador o el ciudadano que 'Gran Hermano' o 'Mujeres y hombres y viceversa'. Una se siente superior viendo a todos esos especímenes tratando de hacer el ridículo. Ahora en las listas, luego en el Congreso, el Parlamento Europeo, los ayuntamientos, las asambleas regionales. Mi casco es de color amarillo, para que se me vea bien.

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