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El presidente de EE UU, Donald Trump, y el ya exsecretario de Defensa Mark Esper EFE
Trump despide al jefe del Pentágono

Trump despide al jefe del Pentágono

Si el enfrentamiento con el presidente electo llegase al extremo, las fuerzas armadas tendrían que ser las que saquen al mandatario de la Casa Blanca el 20 de enero, cuando se jure en el cargo a Joe Biden

mercedes gallego

Nueva York

Lunes, 9 de noviembre 2020, 20:44

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Donald Trump no ha concedido la derrota, ni piensa hacerlo. Se supone que el presidente es, desde el sábado, un pato cojo, pero para demostrar que no lo es ni lo será ha dado un golpe sobre la mesa y ha despedido al jefe del Pentágono Mark Esper. Si el enfrentamiento con el presidente electo llegase al extremo, las fuerzas armadas tendrían que ser las que saquen a Trump de la Casa Blanca el 20 de enero, cuando se jure en el cargo a Joe Biden.

Trump tiene ahora a uno de sus leales en ese puesto crítico, Christopher Miller, el director del Centro Nacional Antiterrorismo, que se ha convertido con ese mismo tuit en el cuarto hombre que ocupa el cargo de Secretario de Defensa durante el mandato de Trump, aunque sea en funciones. Según el mandatario, es «un hombre muy respetado que ya fue aprobado unánimemente por el Senado». El veterano de las fuerzas especiales del Ejército ya sustituyó en el centro antiterrorismo a otro cargo que se enteró por Twitter, Russell Travers, en un movimiento que se entendió como un intento de purgar a la inteligencia.

Trump conocía a Miller del Consejo de Seguridad Nacional, donde sus ánimos anti islamistas supervisaron el asesinato de Abu Bakr Al-Bagdadi. En marzo, tres meses después de ponerlo al frente de las Operaciones Especiales en el Pentágono, lo cambió al puesto de Travers y ahora, ocho meses después, al de Esper. Sus más de 30 años de carrera en el gobierno experimentan así un fulgurante ascenso a lo más alto de la jerarquía militar gracias a Trump, un presidente que está de salida, si nadie lo impide.

Y esa es la clave. En este momento tan crítico en que Trump tiene que recurrir a las más retorcidas estrategias para mantenerse en el poder en contra de las urnas, el mandatario quiere leales en los puestos críticos. Los directores del FBI, la CIA y todas las agencias de seguridad que pueden intervenir están en su línea de fuego.

Esper ya era candidato al despido desde que en junio pasado se enfrentó al presidente por su decisión de utilizar las fuerzas armadas contra los manifestantes pacíficos de Black Lives Matter. El secretario de Defensa pidió disculpas por haber participado involuntariamente en la demostración de fuerza que hizo el presidente al ordenar la dispersión de los manifestantes para hacerse una foto con la Biblia en la mano en la Iglesia de S. John. Esper le acompañaba vestido de fatigas, tal como le había ordenado el comandante en jefe, pero sin saber el objetivo de esa visita a la Casa Blanca.

En los días que siguieron intentó reconducir las amenazas de Trump sobre la aplicación de la Ley de Insurrección para combatir las manifestaciones e incluso le llevó la contraria al revisar el uso de generales confederados que tienen algunas bases militares. Su despido era tan esperado que Esper ya tenía la carta escrita el día de las elecciones, por si Trump ganaba. El suyo y el del doctor Anthony Fauci, epidemiólogo jefe del país, eran los dos más anticipados. Lo que nadie esperaba es que los llevara a cabo tras perder las elecciones, porque colocar a un secretario de Defensa en funciones solo debilita al Pentágono y aumenta el caos en un cuerpo clave para la defensa del país. Muchos temen que los enemigos de EEUU aprovechen estos dos meses y medio de turbulencias que quedan para atacar al país.

En privado, Esper había defendido frente a sus generales su conducta en aquella foto de junio. «Al final del día tienes que elegir tus batallas, porque si el que viene detrás es otro «Sí, Buana», que Dios nos proteja», lapidó.

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