¿Cómo saber si la casa en la que vivo está bien aislada?

El correcto aislamiento de una vivienda garantiza un buen mantenimiento de la temperatura y la humedad, un menor nivel de ruidos y un importante ahorro en la factura energética. Saber si un inmueble está bien aislado es el primer paso para mejorar la eficiencia energética, y puede comprobarse de diversas formas.

El aislamiento de las viviendas ha ido evolucionando hasta nuestros días, a medida que lo ha hecho la normativa de la edificación, que hasta 1980 no exigía la colocación de aislamiento en las paredes del edificio.

Desde ese año, el aislamiento requerido en las viviendas fue aumentando desde los 1,5-2,5 centímetros que se colocaban hasta 1990, los 2-2,5 centímetros que se exigían entre 1991 y 2006, los 3-6 centímetros de aislamiento que requería el Código Técnico de la Edificación entre 2006 y 2014 y los 6-13 centímetros que el nuevo Código, vigente hasta la actualidad, exige desde 2014.

Según el año de construcción de la vivienda es posible hacerse una idea del aislamiento que las normas de edificación demandaban en ese momento, un dato que debe aparecer también en la memoria de calidades del inmueble.

Ferran Font de pisos.com comenta que si la vivienda fue construida antes de 1980, no es descartable que la empresa constructora añadiera aislamiento de forma voluntaria; y en edificios construidos más recientemente es posible que el aislamiento existente sea superior al que se demandaba en ese momento.

En cualquier caso, si no se dispone de la memoria de calidades, si existen dudas de que el aislamiento se colocara tal y como exigía la norma o de que pudiera haberse instalado de forma incorrecta, existen comprobaciones que se pueden realizar para averiguarlo.

Ciertos indicios pueden poner sobre la pista de que la vivienda no dispone de un correcto aislamiento. Algunas tienen que ver con la temperatura en el interior del inmueble, como observar que el calor o el frío se mantienen poco tiempo en la vivienda, o que existen habitaciones más frías que otras en invierno.

Un exceso de humedad es también señal del incorrecto aislamiento de una casa. Se puede percibir cuando aparece condensación en la parte interior del cristal de las ventanas: cuando surgen gotas de agua en su superficie o se empañan los cristales. Otro indicio claro es la aparición de manchas de humedad o moho en las paredes.

Cuando el mal aislamiento procede de las puertas o ventanas, es posible que se escuchen las corrientes de aire, lo que puede deberse al mal estado o a la mala instalación de la carpintería.

Otra señal inequívoca del mal aislamiento es la comprobación de que el gasto energético en el inmueble es excesivo, algo que se puede constatar si se comparan las facturas con las de otras viviendas del bloque en las que se haya mejorado el aislamiento, siempre y cuando el uso que se haga de la calefacción, el aire acondicionado o los electrodomésticos sea similar.

Para ir más allá de la mera observación, existen pruebas que se pueden realizar para constatar si existe o no aislamiento en el inmueble y si este está colocado correctamente. Una de ellas es realizar agujeros en las paredes de la fachada para comprobar de forma fehaciente que existe material aislante, algo que no causará un excesivo perjuicio si se piensan realizar reformas en la casa.

Lo ideal es poder realizar diferentes agujeros en cada pared. Si al taladrar la broca encuentra una superficie blanda al atravesar el muro, y más aún si al sacar la broca se encuentran fibras del aislamiento, querrá decir que sí existe capa aislante. Si el material no se percibe a simple vista, puede intentarse también encontrarlo introduciendo una varilla por el agujero, e incluso una cámara endoscópica (existen algunas muy baratas que se conectan al teléfono móvil).

Si además algunos de estos agujeros se realizan en la parte alta de las paredes que dan al exterior, a unos 15 centímetros del techo, podrá comprobarse que además de existir aislante, este se encuentra colocado correctamente.

La mejor comprobación, sin embargo, es la que puede realizarse con una termografía infrarroja, para la que no se necesita realizar obras y que permite detectar no solo si el aislamiento de las paredes es suficiente, sino también si existen puentes térmicos, humedades o infiltraciones de aire.

La cámara infrarroja revela en el momento por qué lugares de la fachada se pierde más o menos calor, lo que se mostrará como manchas de diferentes colores en la imagen.