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David Maciá. virginia carrasco
«Tenemos que hacer malabares para entrenar»
Entrevista a David Maciá, entrenador de Alberto Ginés

«Tenemos que hacer malabares para entrenar»

Pío García

Enviado especial a Tokio

Viernes, 6 de agosto 2021, 00:14

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Cuando se supo ganador, Alberto se fundió en un abrazo profundo, intenso, emocionado, con su entrenador. Luego mientras Alberto posaba para los fotógrafos, respondía preguntas y enseñaba la medalla, David lo observaba con el orgullo de un maestro cuyo alumno ha aprovechado todas las lecciones. Y eso que no ha sido un camino sencillo: la falta de instalaciones en España les ha obligado a un peregrinaje continuo de rocódromo en rocódromo.

-¿Hasta qué punto ha sido una sorpresa lo de Alberto?

Veníamos para intentar pasar a la final. Nosotros competimos siempre dejándonos la piel, sin reservar nada. Nuestro objetivo eran los Juegos de París en 2024, pero se nos puso a tiro la clasificación para Tokio y fuimos a por ella con decisión. ¿Sorpresa? Lo que está claro es que no éramos favoritos, pero siempre lo damos todo.

-Alberto empezó a entrenar la velocidad no hace mucho, y al final esa ha sido la clave.

Sí... El problema es que no tenemos buenas instalaciones en España. Hay un muro en Pamplona preparado para la velocidad y lo que hacíamos para entrenar era ir de Barcelona a Pamplona. Cinco horas de ida y cinco de vuelta. Pero yo estaba convencido que apostar por la velocidad iba a ser clave y tener la cabeza fría para no fallar ahí.

-¿Solo hay un muro de velocidad en España?

Donde podamos entrenar con cronómetros oficiales, como si fuera un campeonato, solo tenemos ese, el de Pamplona. Así que...

-Pero Alberto dice que su prueba fetiche es la dificultad.

-Sí, pero cuando yo le vi que tenía posibilidades de ser olímpico, allá por 2017, le empecé a introducir el bloque ('boulder') en las competiciones y luego la velocidad, aunque al principio era muy reacio. El problema es que, aunque sea en Pamplona, la velocidad la podemos entrenar, pero el bloque..., eso ya es imposible. No hay instalaciones. Por eso hemos dejado el bloque un poco de lado. Vamos haciendo malabares.

-O sea, que el campeón olímpico se tiene que buscar la vida como puede.

-Sí, como no podemos tener una instalación nuestra que podamos gestionar como queramos, tenemos que ir a entrenarnos en rocódromos comerciales y al muro de velocidad a Pamplona. Y a hacer kilómetros. No queda otra.

-¿Cree que este éxito puede ayudar al menos a remediar la falta de instalaciones en España?

Esperemos que sí.

-Decía Alberto que cuando se enteró que la escalada iba a ser deporte olímpico tenía trece años y que ni por asomo pensaba que podía estar aquí. Ha sido una sucesión de sorpresas.

Bueno... Ha sido luchar, luchar y luchar. Al final el límite se lo pone uno mismo. Lo que hay que estar es preparado para cuando te llegue el día.

-¿Es la escalda sobre todo un deporte mental?

-Todos los deportes son mentales. Pensemos en el atletismo, en el tiro... Lo que hay que tener muy claro es qué reto tienes delante, cómo te preparas, cómo gestionas el día a día y cómo afrontas la competición.

-¿Y ahora qué? Más que campeón olímpico no se puede ser.

-Siempre hay retos. Ahora se tomará unos días de descanso y habrá que seguir... Aunque espero tomarme unos días de vacaciones en otoño porque llevo unos 50 días sin pasar por casa.

-Al menos ha sido un sacrificio con recompensa, lo que no siempre sucede.

-No, claro... Éramos muy conscientes de que podíamos irnos sin recompensa, pero había que intentarlo a tope. Si vas a unas oposiciones hay que prepararse todo el temario para asegurar. Pues aquí igual.

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