Un ambiente único para un derbi ¿irrepetible?
Ponferrada y EL Toralín se vistieron de gala en un partido que, por ambiente, fue de Primera y donde ambas aficiones llevaron en volandas a los suyos
El debate acerca de si el derbi era un partido más ya quedó atrás. No tenía ni pies ni cabeza esa conversación, más propia de alimentar el orgullo haciendo creer - o, al menos, intentándolo - que el duelo ante tu eterno rival no tiene categoría de encuentro especial.
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El comentario general en torno a este derbi era que reunía todos los elementos para ser el derbi más importante de todos los tiempos. Y así fue. El ambiente fue único, increíble, desde horas antes del partido.
Y dentro del estadio, con un calor qe permitió hasta a los más frioleros lucir la camiseta de su equipo, no fue menos. Desde el calentamiento, los cánticos, los pitos y la sensación de que se estaba ante un partido decisivo gobernaba toda la atmósfera.
En el fondo donde se encontraba la afición visitante, el cántico más escuchado era «¡Que sí, joder, que vamos a ascender!» No en vano, un triunfo culturalista suponía el ascenso directo a Segunda División. La Deportiva necesitaba ganar para seguir con vida en esa batalla a tres donde el Andorra también estaba involucrado.
Duelo también en las gradas
El partido empezó muy bien para la Cultural, con un tempranero gol de Chacón que hizo estallar de alegría a la grada visitante. Los cánticos y las banderas púrpuras ondearon. Lo veían un poco más cerca.
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Pero los blanquazules no se quedaron callados. En cada ocasión, en cada acercamiento peligroso, alentaban a los suyos mientras Yeray, desde el césped, pedía oxígeno a su gente yen forma de vítores.
El «¡Deportiva, Deportiva!» y el «¡Cultural, Cultural!» que emanaban desde los graderíos evitaban que el silencio reinara en El Toralín. Era imposible, como decía Iniestam escuchar el silencio. Unos alentaban a los suyos para remontar, los otros para mantener su ventaja.
La grada de El Toralín entró en ebullición en la segunda mitad, cuando encerró a la Cultural en su área en busca de ese empate que les mantuviera con vida. El bullicio con cada córner era ensordecedor.
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Un final alocado
El ambiente, único, informaba a los jugadores. Los goles del Sestao River se celebraron con efusividad en la grada culturalista. Y el mensaje llegaba abajo, al césped.
En mitad de esa euforia, llegaron los goles de la Deportiva. Porque ellos también creían y se agarraron a la oportunidad que les quedaba. Dos goles, gritados, jaleados, emanados de cientos de gargantas con alegría, dieron la remontada a los blanquiazules.
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El partido acabó. La victoria se quedó en Ponferrada. Las opciones de ascenso, en ambos bandas. El duelo de 'Sí se puede' se mantuvo en las gradas, aplaudiendo cada uno a los suyos en un derbi único, histórico, que se quedó en El Bierzo.
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