Y León plantó la bandera en Castilla en alto riesgo... para los corazones
Las aficiones de Cultural y Real Valladolid dejan el ruido de las redes sociales y dan un ejemplo de comportamiento durante un choque donde los leoneses se dejaron sentir al grito de: «León sin Castilla, una maravilla»
La semana había sido complicada. El choque, declarado de alto riesgo, se dejó absober por el ruido de las redes sociales. Pero cuando dejas el anonimato y saltas a la realidad, nada es lo que parece.
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La afición de la Cultural se dejó sentir en Valladolid. Y hasta disfrutó del Ribera en sus calles. En los aledaños del José Zorrilla, los colores blancos de ambos se confundías entre las rayas violetas y las marcas rojas. Solo las banderas de del león rampante y los castillos marcaban las diferencias. El ambiente, el esperado: sin problemas y que hable la pelota.
No espero ni al inicio de partido el reducto del córner donde el Real Valladolid ubicó a los apenas 580 culturalistas que dejó acceder al área acotada: «Cultural, ale; Cultural, ale». Y arrastraba los pitos de la grada local.
Sin mayores encontronazos
Los encontronazos entre aficiones no pasaron de los clásicos piques entre ciudades cercanas y con claras diferencias políticas. Al «equipo de la capital», del que presumían los locales, le seguía un «puta, Pucela» que replicaban los blanquivioletas devolviéndola.
«Juegas en casa», le decía su afición al equipo leonés. Y los jugadores lo hicieron como si estuvieran fuera, en Santander, para que Collado, a la remanguillé, pusiera patas arriba al quesito del fondo y pusiera al descubierto a los infiltrados con corazón de León en el resto de Zorrilla. Gol de la Cultural y, acto seguido, a saltar: «Pucelano el que no bote».
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Poco a poco, los 580 blancos se hacían sentir cada vez más ante una parroquia local que no entendía nada. El pequeño se comía al chico. «Oe, oe, oe, cada día te quiero más», gritaban. Y el himno de León sonó en Valladolidcon bufandas y banderas al aire. «León sin castilla, una matavilla», entonaban los irreductibles leoneses en tierras castellanas. La afición de Zorrilla repartía pitos a los suyos y a esos cánticos.
Los nervios entran en juego
El Pucela empezaba a generar ocasiones y desde el fondo contrario intentaban acallar a los visitantes, que por momentos se apoderaban del ambiente en el campo. «León es, un pueblo de Castilla», y metían el dedo en la llaga para recordar el pasado reciente de la Cultural al ritmo de Cuéntame: «Leonés, ¿cómo te ha ido? Que has conocido la Segunda B». Pero ante las ocasiones blanquivioletas, volvía a responder el lado leonés al grito de: «Que bote el Amilivia».
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En la segunda mitad, los nervios parecían apoderarse de las gargantas de ambas aficiones. Los locales ante el quiero y no puedo de los suyos, los visitantes dejándose sentir con el «juegas en casa, Leonesa juegas en casa». Y coreaban a su capitán, Rodri Suárez, tras salvar una clara ocasión.
Desató las hostilidades el otro fútbol de la Cultural. Las pérdidas de tiempo llevaron alto voltaje a las gradas, pero ahí se quedó todo. El alto riesgo se quedó en un «shalala, oh Cultural». Mientras, en el minuto 82, la afición blanquivioleta empezaba a irse del estadio con resignación.
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Estallido de pasión
Tras dejarse el corazón en un infinito descuento, la grada visitante estalló con el pitido final. Algunos incluso con lágrimas, otros con gestos de rabia y repartiendo abrazos, todos celebraron la histórica victoria de la Cultural: «Pucelano el que no bote», retumbaron ante la indiferencia y silencio ya de los locales.
León clavó su bandera en Zorrilla, conquistó el derbi autonómico y vivió una auténtica fiesta desde el reducto del córner.
Y, eso sí, el alto riesgo solo fue en el estercolero de las redes. Ambas aficiones demostraron que aunque León sin Castilla sea «una maravilla» y que Pucela es más que «capital», la coordialidad se impuso al ruido.
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