Último servicio de Carlos Álvarez al Palacio para llevarse el derbi

El Palacio vibró con un derbi entre Abanca Ademar y Atlético Valladolid que tuvo de todo. Goles, polémica y un final de película con el único protagonista posible: Carlos Álvarez. El extremo gallego, que se despidió del feudo leonés antes de zarpar hacia el Sporting de Lisboa, se erigió en el héroe ademarista para, con dos tantos finales, dejar el derbi en León (29-27).

Además del gallego, también se despidió Marwan Hatem, a pesar de la intención que tenía el egipcio de quedarse en León una temporada más, algo que no aceptó el Al Ahly.

De nuevo con las bajas ya conocidas de Rodrigo Pérez, Lodos y Popovic, además de otros jugadores tocados que finalmente sí entraron en convocatoria, el Abanca Ademar saltó a la pista con un intenso Javi Miñambres en la dirección de juego para generar las primeras opciones para los locales.

A pesar de coincidir en hora con la celebración del ascenso de la Cultural a Segunda División, las gradas mostraron un buen colorido para apoyar a su equipo en un partido siempre especial con todavía opciones matemáticas de entrar en puestos europeos a través de la liga.

Las exclusiones para los visitantes José Toledo y Miguel Martínez en los primeros minutos supusieron la primera renta ademarista de dos tantos en el marcador (4-2), aprovechando la superioridad sobre la pista. Fue un inicio con protagonismo de ambos porteros y con dureza en las defensas, sobre todo del equipo vallisoletano, que sumó su tercera exclusión al paso por los primeros diez minutos (5-5).

Cuando el Abanca Ademar conseguía plantarse bien en defensa y golpear a través de las transiciones, su arma más valiosa esta temporada, los de Dani Gordo lograban ponerse por delante, aunque sus rentas no se mantenían mucho tiempo, dejando siempre los tanteadores muy parejos (8-8).

Una exclusión de Marwan fue aprovechada por el cuadro de Pisonero para certificar un parcial 0-4 y encontrar la máxima renta vista en el partido hasta el momento (8-11). Estaba sufriendo al Ademar, atascado en ataque y sin buenos tiros para facilitar las paradas de un Juan Bar que ya de por sí había empezado muy inspirado.

Más de siete minutos estuvo sin ver puerta el equipo marista, hasta que Edu Fernández encontró la fórmula a través del lanzamiento exterior. A pesar de este tramo de dificultad, los leoneses reaccionaron en el momento más oportuno para poner el empate por medio de dos penaltis de Wasiak al fondo de la red (12-12). En el día de despedida de Carlos Álvarez, fue el polaco quien se encargó de lanzar los siete metros y lo hizo con máxima efectividad.

El parcial devuelto obligó a los pucelanos a solicitar un tiempo muerto, aunque la respuesta tras regresar a la pista fue de Darío Sanz y Wasiak para poner por delante a los suyos al descanso (14-13).

No cambió el guion tras el paso por vestuarios y, como era de esperar, la igualdad seguía siendo protagonista del encuentro. Sin embargo, una nueva exclusión para el Atlético Valladolid permitió que el Abanca Ademar se fuera en el marcador hasta encontrar por primera vez en el duelo una ventaja de tres goles (18-15).

El ritmo se incrementó en los ataques de ambos conjuntos y ahí es donde más daño podía hacer el equipo marista. Pisonero, consciente de ello, se vio obligado a parar el partido en medio de un tramo de éxtasis en las gradas del Palacio. Era el momento del equipo marista y el tiempo muerto, lejos de surtir efecto, amplificó aún más la ventaja local (21-17).

La alegría de la afición se transformó de un momento a otro en un gran enfado tras una exclusión de Darío Sanz muy protestada por todo el bando ademarista. Aprovechó la superioridad el Atlético Valladolid para acortar distancias con un parcial 0-3 (21-20). Por si fuera poco, la polémica volvió a estar servida con una nueva exclusión a Adrián Fernández.

Las dos decisiones arbitrales, sumadas a la falta de acierto de los de Dani Gordo y a errores en el posicional, terminaron por significar una nueva remontada del Atlético Valladolid llegados al ecuador del segundo acto (21-22). Actuó el técnico marista con un tiempo muerto y también salió a relucir el poderío de la afición leonesa, pasando a convertir cada ataque visitante en un auténtico infierno (23-23).

Era un derbi de alto voltaje y cada detalle se antojaba de vital importancia en el devenir del partido. Cualquier fallo se pagaba y así consiguió Darío Sanz devolver a los maristas a la cabeza del luminoso (24-23). Rodrigo Benites estaba siendo la mayor baza ofensiva de la segunda mitad y, junto a Marwan, que quería despedirse por todo lo alto, consiguieron distanciarse de nuevo (27-25).

La defensa, sin embargo, no conseguía estar a la altura del ataque y cada tanto local era respondido de forma constante hasta llegar al último minuto con una ventaja mínima (28-27). Como si de un guion escrito previamente se tratase, tuvo que ser Carlos Álvarez, en su tarde, el que apareciera para, con un doblete final, dejar el derbi en León (29-27).