Recordando el amor de los dos

Y la canción fue consumiendo sus últimos compases. Se encendieron las luces, el humo se fue disipando y, tras el 'Buenas noches León' de rigor, Bustamante se sinceró. «No hace falta hablar para que nos entendamos, mientras vosotros queráis seguiré haciendo lo que más me gusta, que es estar aquí mostrando mi música, siempre sin hacer daño a nadie. No es tan fiero el lobo como lo pintan, creedme».

Poco queda de aquel joven que aterrizó en la primera de televisión española recién bajado del andamio. Quizás la esencia, la chispa que diferencia a los que dominan las tablas de los meros aprendices. Aquel chaval cántabro de pelo lacio se ha convertido en un madurito que huye de los azotes del corazón y hace suyos los temas clásicos con aires de crooner de otro tiempo.

David Bustamante puso sobre el Auditorio de León en la tarde-noche del viernes lo mejor de su repertorio. Con una banda que hace de perfecta compañera, el artista de San Vicente de la Barquera convenció al gran público con la cadencia de alguien cuya evolución ha sido televisada.

Es uno más de las familias españolas, y lo sabe. Se permite guiños de cercanía que nunca son tomados como descortesía y sabe enamorar con temas como bésame mucho, entre una muestra de su último disco y un largo repertorio de imprescindibles.

Quizás, lo que quede de aquel joven inquieto sean esos bailes que se marca en los momentos instrumentales. Recuerdo de un artista que ha trabajado su trayectoria con el mismo tesón que ponía en el ladrillo. Un obrero de la música con estilo de galán que volvió a enamorar una vez más a León. Porque el lobo, el león y Bustamante, no son tan fieros como los pintan.